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KIT FAMILIARIZARTE

Enviado por   •  15 de Enero de 2019  •  6.245 Palabras (25 Páginas)  •  380 Visitas

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La forma de desplegar el potencial espiritual se evidencia en la búsqueda del sentido vital que es único y personal para cada quien hacia el cual es motivado a dirigirse. Este sentido es lo que le da significado a la existencia y no se pierde bajo ninguna circunstancia.

El sentido de la vida puede diferenciarse en dos clases: uno general y uno situacional. El sentido de vida general es el significado que se da a la existencia en su totalidad, el por qué vivir, los propios objetivos vitales. El sentido situacional es el que en cada momento concreto de la vida la persona confiere de acuerdo a su personalidad y sus propios recursos.

El Sentido de la vida se puede descubrir a través de los valores de creación que tienen que ver con el sentido que se da a los productos humanos como el trabajo o el arte, por medio de los valores de experiencia que se traducen en la relación con el otro, el amor a los demás y también por medio de los valores de actitud que son esas posturas adoptadas frente al sufrimiento inevitable de la vida, utilizando así la libertad de su voluntad, que no es más que tomar las propias decisiones y ser dueño de su propio destino.

Para poder realizar este tipo de valores o encuentro con el sentido, el ser humano cuenta con recursos propios a su esencia, “características antropológicas ineludibles” (Martínez, 2005) que se denominan “recursos noéticos” o del espíritu. Estas manifestaciones son el autodistanciamiento, que es la capacidad para verse a sí mismo en situación y la autotrascendencia, que es la capacidad de salir de sí mismo para dirigirse a otros o a algo.

Existen además unos indicadores de sentido que se vislumbran a medida que se va viviendo.

Las huellas de sentido, el proyecto personal de vida, la percepción de riesgo, y el sentido que se da al sufrimiento son elementos importantes que determinan la percepción de sentido de cada persona.

Las huellas de sentido tienen que ver con el sentido de vida situacional, son aquellas experiencias que han dado un significado importante a la existencia.

El proyecto personal de vida alude a las motivaciones personales por las cuales se quiere luchar para conseguir la plenitud.

La Percepción de riesgo es la capacidad de prever las consecuencias de las decisiones tomadas o que se pueden tomar y minimizar los efectos negativos de las mismas.

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Existe también un proceso de maduración noética o espiritual el cual, según García Pintos (1994) se da a través del ciclo vital en tres etapas enmarcadas en edades correspondiendo a cada una de ellas una necesidad que satisfacer, un motor de impulso a desarrollar, una meta o logro que alcanzar y una orientación específica, sin negar la expresión de la espiritualidad presente en el hombre desde el inicio de su vida.

Primera edad

La mayoría de las especies traen consigo en el momento del nacimiento los recursos necesarios para sobrevivir aún sin la madre en los primeros momentos de vida, sin embargo el ser humano nace inmaduro y dependiente, frágil al ambiente y a sus condiciones. Por esto la tarea fundamental de esta edad es el desarrollo biológico y de los dispositivos necesarios para adaptarse al medio y aprender lo necesario para desenvolverse en él respondiendo a los estímulos generados por los adultos de la especie para este fin.

La motivación principal de esta edad es la satisfacción de necesidades por eso se le denomina la edad del deseo teniendo una orientación hacia sí mismo fundamentalmente, es decir, inmanente. El final de esta edad está marcado por la crisis de la adolescencia donde empiezan a primar otras necesidades.

El recurso noético del autodistanciamiento se caracteriza por la capacidad de monitorear los propios procesos emotivos y cognitivos, que si se compara con la teoría de Erickson se puede hacer referencia a la tarea de desarrollo de esta edad que es la autoevaluación, queriendo decir con esto que en la infancia empieza a desarrollarse esta capacidad para darse cuenta de sus sentimientos, pensamientos y acciones.

Segunda edad (13 años a 70 años):

En la segunda edad predomina la dimensión psicosocial. Dentro de esta se destacan varias características:

El desarrollo de las habilidades cognitivas favorece el aprendizaje.

La gran variedad de emociones que aparecen matizadas y que buscan una estabilización de la afectividad.

La profundización y la importancia impresa a los encuentros de carácter social que tiene como objetivo la creación de redes afectivas más sólidas y estables apuntando al ideal de proyecto de vida consolidando aspectos como la pareja, la familia, el papel a desempeñar en la sociedad, la vocación y la profesión, con un ingrediente importante de búsqueda de status y posición socioeconómica.

En esta edad la dimensión biológica ya está desarrollada para ser expresión de todas estas necesidades, por tanto la motivación está dirigida hacia una meta y ya no se compone de relaciones egocéntricas sino de “encuentro con el otro”. El logro a alcanzar es el

“autodesarrollo”, es un llamado de los valores que para la persona son importantes vivir y realizar.

Existe entonces un predominio de la voluntad de poder lo que hace que aún sea tenga una orientación inmanente aunque al final se va haciendo trascendente.

La crisis que aparece al final de esta edad tiene que ver con la consolidación o no de la identidad buscada en la primera edad, cruzándose con la teoría de Erickson cuando este habla de la crisis de Generatividad vs Estancamiento, ya que la visión pasada de los logros conseguidos o no y la premonición del deterioro de la tercera edad puede ofrecer un panorama desconsolador a quien ve al vida como algo en declive, lo que puede desarrollar una reacción depresiva frente a esta. No obstante, el que pueda evaluar su vida de manera más tranquila y ver la siguiente edad como una oportunidad nueva de seguir creciendo, puede vivir lo más significativo de cada una de forma más trascendente.

Tercera edad (70 años hasta la muerte):

Esta edad se ha denominado la “edad del espíritu”, ya que la dimensión que predomina es la espiritual. Las otras dimensiones se han desarrollado de manera importante para conseguir

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