El hombre llamado a creer Apertura del hombre a Dios
Enviado por tomas • 3 de Enero de 2018 • 1.778 Palabras (8 Páginas) • 576 Visitas
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El deseo de Dios en realidad es un deseo de ser feliz, sin que de entrada sea posible determinar el objeto que realiza tal felicidad. La visión de Dios que le hombre anhela y que constituye su plenitud va más allá de lo que pueda explicitar y claramente desear. Solo desde la fe resulta posible identificar con Dios el deseo indeterminado de felicidad y de búsqueda de verdad
Consta que el hombre vive en la contradicción: es miserable, pero sabe de su miseria. De ahí que el hombre sea una caña pensante, este saber esta capacidad es la apertura del hombre para recibir la revelación el ser humano puede alcanzar tales órdenes a condición de no limitarse a una sola de sus facultades, a saber la razón. También dispones de las razones del corazón que no se opone a la razón, sino a la sola razón, a la razón asilada de la existencia. Además del pensamiento reaccionante está el conocimiento intuitivo. Además de la lógica existente también el instinto. Corazón no significa lo irracional o emocional en oposición a lo racional o lógico. Se trata del centro espiritual de la persona, su más íntimo centro de actividad, el punto de arranque de sus relaciones dinámico-personales con “otro”, el órgano adecuado por el que el hombre tiene sentido de la totalidad.
Con pascal adquirimos un presupuesto fundamental para poder hablar a apertura del hombre a Dios: la relatividad de la certeza puramente racional, matemática reconocida precisamente por un gran matemático: “conocemos la verdad no solamente por la razón, sino también por el corazón”, y cada una de esas facultades aunque por vías diferente, tiene su propia “certeza” la razón no puede erigirse en juez ultimo paso de la razón consiente en reconocer que hay una infinidad de cosas que la superan”. Se necesitan, pues, ambas cosas: sumisión y uso de la razón, en eso consiste el verdadero cristianismo. El ideal de la ciencia matemática sirve para la ciencia matemática, pero no para responder a los problemas fundamentales de la vida. Desde este punto de vista descartes, que lucho ningún otro por la certeza radical, es inútil et incierto.
El concepto sobrenatural es esencial para el cristianismo. Pues lo revelado, por definición, no procede del hombre, sino que es donado desde lo alto y aceptado como tal. Este don se quiere además absolutamente necesario para la salvación del hombre, la noción de sobrenatural como lo absolutamente imposible y lo absolutamente necesario para el hombre. La acción del hombre (la realización vital en la que el hombre se halla comprometido, el conjunto de estructuras activas que determinan al hombre, el acontecer) trasciende al hombre. Y todo el esfuerzo de su razón consiste en darse cuenta de que no puede (ni quiere) quedarse en ninguna de sus realizaciones.
Rahaner denomina antropología trascendental en el sentido de la palabra, es decir, en el buscar las condiciones de posibilidad a priori en la estructura del sujeto que conoce que hagan posible la experiencia de la revelación: la investigación trascendentales es la que interroga sobre una cosa desde el punto de vista de las condiciones necesaria en el sujeto mismo, que hacen posible a esa realidad el ser conocida o realizada por el sujeto en custion. Rahner se esfuerza en manifestar todo lo que constituye formalmente es espíritu humano como tal y que es, por esta razón, la condición de posibilidad de toda experiencia y por tanto, de la experiencia reigiosa. Es la idea kantiana de que la inteligibilidad de la experiencia depende de las estructuras del sujeto que aprehende. Esto significado que la teología debe elucidar el sentido de las afirmaciones de la fe a la luz de la antropología trascendental o sea de las estructuras del espíritu humano.
Actualmente vivimos en un mundo llamado secular, en el que la problemática es totalmente distinta. Dios en cuanto tal pregunta. O dicho de otra manera: bajo qué condiciones al prestar atención a la cuestión de Dios o a la revelación cristiana puede escapar al reproche de ser una mistificación, una proyección del hombre, cual es el presupuesto para la compresión de la revelación cristiana.
El ser humano en la medida en que desea vivir (ser) y vivir en plenitud (ser perfecto), es un deseo de Dios. Si no alcanzar tal deseo, podemos interpretar que existe en el hombre una capacidad, una potencia obendecial, que le hace capaz de acoger la posible revelación de Dios, si el hombre se abre libremente a la revelación libre de Dios. Pero no basta afirmar que el hombre está abierto a una posible revelación. Es necesario que esta, si quiere ser comprendida y aceptada, la revelación debe ofrecer algo relevante, con sentido, dentro de nuestra experiencia, algo que resulte humano y humanizado , en esta búsqueda de lo humano surge inevitablemente las preguntas radicales: de dónde venimos, a donde vamos, las preguntas por el por qué y para que de la existencia. Si tales preguntas no encuentran respuesta suficiente dentro de la pura inmanencia, la cuestión de Dios está implícita en la cuestión del hombre, aunque la respuesta no se impone con evidencia debemos ahora volver a nuestro planteamiento inicial, para ofrecer sintéticamente las perspectivas que nos parecen importantes de cara a comprender por qué y cómo el ser humano está abierto a Dios y a su posible manifestación
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