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“El Federalismo y el Centralismo en la Historia Constitucional de México: de 1812 a 1857”

Enviado por   •  4 de Enero de 2019  •  4.834 Palabras (20 Páginas)  •  479 Visitas

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Tal y como relata González-Cosío[2], tras la experiencia imperial de Iturbide (1822-1823), la Asamblea Constituyente (1823) desconfiaba muy particularmente del sistema unitario de Gobierno, lo que exacerbó la lucha contra el grupo conservador. Tanto en los grupos liberales como en los conservadores se puede afirmar que el nivel cultural, la calidad profesional y la excelencia de la información constituían su patrimonio. Las circunstancias que favorecieron el establecimiento de una forma Federal de gobierno fueron de muy diverso orden: en primer lugar, el fracaso de Iturbide, luego la situación sociológica y geográfica creada por las Diputaciones Provinciales surgidas de la Constitución de Cádiz, la cual aumentaba la toma de conciencia y los intereses de las provincias contra el doble centralismo, el del virrey y el del monarca peninsular.

Existía una pugna entre algunos diputados de corte federalista, tales como Miguel Ramos Arizpe, cabeza de esta sección y personaje que había expuesto en las Cortes de Cádiz la necesidad de autonomía en los gobiernos provinciales. La parte adversaria y en contra del federalismo tenía como principales representantes a los diputados José María Becerra y fray Servando Teresa de Mier, quienes mantenían la idea de una autoridad central que rigiera todo el territorio. Los federalistas, que a su vez defendían la ideología liberal de la época, triunfaron en forma terminante, y su victoria se concretizó en la Constitución de 1857 al establecerse en definitiva el Estado Federal.

Federalismo y Centralismo

Antes de proseguir con el hilo de la investigación, es necesario hacer una pausa para explicar los dos conceptos-bandos que pugnaban por regir a México y que ya se han mencionado ligeramente: el federalismo y el centralismo. Ambos hacen referencia al sistema político en cuanto a la manera en la que se administran los poderes en el territorio.

El federalismo proviene de la federación, esto es, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la unión estable de Estados en la que la relación entre los miembros se ordena bajo los principios de unidad, autonomía, jerarquía y participación[3]. El origen etimológico del vocablo Federalismo proviene del latín foedus-oris que hace referencia a una unión, alianza, acuerdo o pacto. De esta forma el término federalismo refiere un arreglo de cariz político institucional basado en una distribución funcional y territorial del poder entre un ámbito central y ámbitos locales (estados, provincias o territorios) independientes o federados, los cuales participan de un pacto que se sustenta en la Constitución.

Mientras que el federalismo establece una división territorial del poder político que crea un gobierno federal central y adición a una serie de gobiernos regionales con variables dosis de soberanía, el centralismo no ve como factible esa división, pues para él sólo existe el gobierno central sin gobiernos regionales.

El federalismo comprende unidades políticas con una variedad de nombres: estados, provincias, comunidades, departamentos y otros, los cuales tienen soberanía territorial en asuntos como policía, tribunales, sistema educativo, impuestos locales y otros; en el centralismo, en cambio, no existen unidades políticas territoriales sino sólo una sola entidad en la que recaen todas las responsabilidades: el gobierno nacional central.

Por una parte, es evidente que un sistema federal puede ser más consistente con el principio de la división del poder político, minimizando al parecer los riesgos de abusos de poder, aunque tiene también desventajas tales como la duplicidad de funciones gubernamentales en ambos niveles y posiblemente una burocracia neta mayor a la que se tendría en un sistema centralista.

Otro aspecto a recalcar es que, mientras que en el centralismo la unidad política es sólida (o al menos eso muestra ser), en el federalismo puede surgir el problema de una tendencia a la desmembración de la federación cuando uno o más de los estados amenacen con la separación reclamando su soberanía.

El problema del centralismo es su congruencia con sistemas políticos autoritarios, ya que estos requieren una autoridad central fuerte y única que no tenga competencia con ninguna otra dentro del mismo país.

La Constitución de 1824

Retomando el tema y habiendo profundizado un poco en los conceptos, se destaca que para los albores del año 1824 una gran parte de las provincias mexicanas exigían que su nación se constituyera como un Estado Federal, acuerdo que lograron hacer realidad el 31 de enero de 1824 cuando el Congreso Constituyente publicó el Acta Constitutiva de la Federación, base de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos de ese mismo año, aprobando el sistema de República Federal, motivado no tanto por un afán de imitación extranjera, sino como una búsqueda de garantías de libertad que afianzara al mismo tiempo la república en reacción a todos los años de experiencia centralista vividos. De esta manera el federalismo se constituyó oficialmente en la Constitución de 1824.

La Constitución de 1824, aunque no fue reconocida en España como tal, es considerada la primera Constitución mexicana, porque fue la primera que se emitió en México una vez terminada la guerra de independencia. La Constitución de 1824 tuvo un antecedente que no llegó a convertirse en carta constitucional en el Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano de 1822. La pluralidad de pactos, tratados y planes que antecedieron a la primera Constitución mexicana, no son sino un reflejo de las profundas divisiones que existían entre los insurgentes y de las múltiples visiones de lo que debía ser el futuro político de México.

La Constitución de 1824, al ser la primera Carta Magna independiente, sentó las bases de lo que posteriormente sería el constitucionalismo mexicano. Aunque parte de su ideario no se conservó con el tiempo, como las disposiciones relativas a la religión, por ejemplo, sentó las bases para la discusión constitucional en los siguientes 25 años y la idea de que el federalismo era el destino del Estado mexicano.

Gracias tanto al Acta Constitutiva de la Federación como a la Constitución de 1824 se establecieron dos tipos de órdenes de gobierno: el de la Federación y el de los estados; además se crearon los tres Poderes de la Unión (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), tanto para la Federación como para los entes federados o estados de la República, dotándolos de sus respectivas competencias.

No habían pasado 12 años desde la expedición de la Constitución

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