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El lugar sin límites - José Donoso- El vestido de Manuela como construcción de género.

Enviado por   •  5 de Abril de 2018  •  3.125 Palabras (13 Páginas)  •  408 Visitas

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está socialmente aceptado en términos de género. Un ser cuya condición es desplazada, porque supone una degeneración de la humanidad y por lo tanto puede ser una amenaza para el discurso heteronormado.

4.- El vestido de española de Manuela y su identificación femenina.

En el transcurso de la novela, el vestido de Manuela actúa como un significante, pues la acompaña en los principales acontecimientos ocurridos, desde principio a fin. Comienza la travesía del vestido de española, al escuchar rumores que venía Pancho Vega; un hombre cuya relación es de amor y odio. Con respecto a esto, el narrador señala lo siguiente:

“Y su vestido. Es decir, lo que esos brutos dejaron de su vestido tan lindo. Hoy, junto con despegar los ojos, no, mentira, anoche, quién sabe por qué y en cuanto le dijeron que Pancho Vega andaba en el pueblo, le entró la tentación de sacar su vestido otra vez. Hacía un año que no lo tocaba”. (2006, p. 14)

Manuela quería hacer lo que mejor sabía: bailar, pese a que ya estaba acostumbrada a que los hombres al final de su show le pegaran, la manosearan, la arrojaran al agua, etc. Ella aún así se reconoce como una artista, recordando que tuvo mucho éxito en sus años mozos.

Pancho Vega le había roto el vestido la última vez que estuvo en el pueblo. Se infiere que, como su vestido estaba roto, su corazón también, pues Pancho no la tomaba en serio y sólo quería divertirse con ella.

El vestido de española le refuerza a Manuela su identificación femenina, pues ella siente la necesidad de reconstruirlo, zurcirlo con hilo del mismo tono. Para ella es de suma importancia, pues valida socialmente su rol femenino, su oficio de bailarina en los prostíbulos, donde es el alma de la fiesta. Como estaba preocupada de conseguir hilo, que obtuvo con su amiga Ludo, se dedicó a reparar su vestido, tal como lo relata siguiente cita:

“Tomó el vestido, la percala viejísima entibiada por el fuego. Todo el santo día dele que te dele a la aguja, preparándolo, preparándose”. (2006, p. 59)

En relación al párrafo anterior, Ostrov, en su artículo Espacio y sexualidad, señala que la reconstrucción, el remiendo, la costura del vestido durante el día en el que transcurre la novela, no sólo representa, sino que es el intento, la tarea misma de construcción, de costura/sutura de una identificación genérica femenina para la Manuela. El vestido es el género y constituye, forma parte de la construcción genérica en el acto de ponérselo. (1999, p.344)

Con respecto al aporte de Ostrov, es interesante el juego de palabras que se produce: Manuela reconstruye su propio género, que dicho sea de paso, es el propio vestido de española, el cual, a su vez, está hecho de género.

Respecto del personaje de Pancho, hay que aclarar que es un reprimido sexual, pues se siente atraído por Manuela, pero no lo reconoce por temor a la sanción social. Es casado, tiene una hija y proyectos con su esposa. Toda una vida armada según las convenciones sociales que no podría destruir. Sobre esta relación tenemos el siguiente diálogo:

“__Sí, pero yo no estoy enamorado de ella…

La señorita Lila lo miró turbada.

__ ¿De quién entonces?

__De la Manuela, pues…

Todos se rieron, hasta ella.

Hombres cochinos, degenerados. Vergüenza debía darles…

__Es que es tan preciosa…” (2006, p. 40)

Del párrafo anterior se desprende que Pancho declara estar enamorado de Manuela, aún sabiendo que la señorita Lila se iba a admirar; este lo dice en tono de broma, como una forma de vanagloriarse de su hombría con la que puede conquistar a cualquier mujer, incluyendo a Manuela. Aun sabiendo que todo el pueblo conoce su condición de travesti.

López Morales, en su escrito La construcción de “La loca” en dos novelas chilenas, señala que el ponerse el vestido constituye para Manuela un acto performativo y transgresor a la vez, porque al afirmar un sexo que no tiene, exacerba los deseos ocultos de la comunidad masculina, provocando la lujuria que se inscribe como una trizadura en la terza superficie del deseo heterosexual. (2011, P.85). En la novela, Manuela y su show del baile español era el número esperado, más por hombres que por mujeres, y especialmente por el Diputado, Don Alejo. Ese era el momento del destape, donde se realizaban manoseos en lugares indecorosos.

El traje de Manuela, entonces, vendría a ser un arma de doble filo, por un lado la hace sentir femenina, para animar fiestas de todos los burdeles donde los hombres se entusiasmaban con su performance. Por otro lado el vestido de española, le permite defenderse de los peligros que pueda acarrear el bailar en sórdidos lugares, pues ella no sabe pelear, ella lo que sabe hacer es bailar muy bien. Según lo señala en el siguiente párrafo:

“…ay, ay. Ay, papá que no me llame, que no me llame así otra vez porque no tengo puños para defenderla, sólo sé bailar, y tiritar aquí en el gallinero…” (2006, p. 130)

Un punto importante a considerar en la cita antes mencionada, es el hecho que el personaje de Japonesita, hija de Manuela, le llame papá. En estricto rigor es su progenitor, pero ella prefiere que le llamen simplemente Manuela, como todos, pues al llamarle papá se produce un desequilibrio en su identificación genérico-femenina. En este caso padre e hija mantienen el siguiente diálogo:

“…Bueno, bueno, chiquilla de mierda, entonces no me digas papá.

Porque cuando la japonesa le decía papá, su vestido de española tendido encima del lavatorio se ponía más viejo , la percala gastada , el rojo desteñido, los zurcidos a la vista, horrible, ineficaz, y la noche oscura y fría y larga extendiéndose por las viñas…”(2006, p. 63)

Ahora bien, al escuchar Manuela la palabra papá, el vestido se vuelve ineficaz, pues su dueña quiere que la reconozcan por el género femenino, y quiere sentirse como tal.

Siguiendo con la novela, Manuela al querer defender a su hija Japonesita de Pancho vega, ya que éste la estaba zamarreando, y tratando de manera violenta, ella desde su escondite en el gallinero observa la escena. Al respecto, el narrador señala lo siguiente:

“…los puños que no tiene sólo le sirven para arrebujarse en la parcela desteñida de su vestido. Matar a Pancho con ese vestido. Ahorcarlo

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