160 muertos y ningun culpable.

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23 Víctimas fatales dejo como saldo esta tragedia según los contaba el gobierno, 160 víctimas fatales llevan contadas organizaciones no gubernamentales y familias. 160 cuerpos fueron los que no encontraron gajos en ese rio inmerso en los barrios, 160 identidades de distintas edades que abandonaron la pulseada por falta de fuerzas; masas ya sin latidos que se dejaron encaminar por las pulsiones del rio.

Las horas fueron pasando, y el número de evacuados crecía cada vez más, algunos se albergaron en improvisados centros de evacuados que abrían sus puertas para brindarles un lugar seco, pero generalmente, los jefes de familia se negaban a abandonar definitivamente su hogar por miedo a perder lo poco que habían logrado salvar.

Del otro lado de la orilla, muchas organizaciones no gubernamentales se pusieron de pie para conformar una dinámica grupal en la que cada ciudadano, dispuesto a colaborar, asumía un rol con el fin de cooperar con las distintas demandas de las familias damnificadas, tal como lo dice Schavernstein lo comunitario incluye lo institucional, que a su vez incluye lo grupal y por ende al individuo.

Las pérdidas materiales fueron inmensas. Las obras de defensas se convirtieron en el peor escollo: el río permaneció dentro de la ciudad durante muchas semanas, encerrado entre paredes de tierra maciza, sin poder escapar, sin poder retornar a su cauce, alcanzando en algunos barrios más de cuatro metros de altura. En paralelo, la justicia comenzaba a investigar los responsables que, indirectamente dieron lugar a ésta tragedia, pero como resolución solo recibieron, de parte del gobierno un “a mí nadie me aviso”, frase que se reprodujo en forma de eco a lo largo y ancho de argentina, “la plata se fue a otro lado” le gritaban los inundados.

Días después, el agua comenzaba a bajar, trayendo como consecuencia un fuerte impacto sobre la salud de la población, poniendo a la ciudad de Santa Fe en una situación sanitaria crítica, llegando a ser la más grave de su historia, ya que la creciente había dejado al descubierto enormes cantidades de basura. El agua contaminada y los animales muertos o enfermos fueron foco de infección permanente y el hacinamiento y la falta de higiene fue factor para aumentar los contagios.

Distintas entidades sociales expresaron que hubo vidas “que se perdieron no sólo por efecto inmediato de la inundación sino en los días y meses posteriores, como consecuencia de diversas secuelas físicas y psíquicas”, por otro lado, también se notificaron casos de brotes psicóticos y crisis nerviosas.

Asimismo esta catástrofe trajo como consecuencia una disrupción traumática masiva, que alteró la dinámica familiar de muchas familias, produciendo una cripta generacional que al día de hoy se ve plasmada en distintas problemáticas sociales ante la inscripción de nuevos núcleos traumáticos; problemáticas sociales que frente a un desfasaje en el contexto familiar/social se traducen, tiempo después, en sujetos capaces de provocar homicidios, suicidios, parricidios, abusos sexuales, es decir, en las formas más diversas, escondidas y mutadas de las perversiones, buscando llenar esos vacios que el agua dejó.

“Arrollador avance del agua”, “Por las inundaciones acusan de homicidio a Reutemann”, eran solo alguno de los tantos títulos que los medios masivos de comunicación plasmaban, la realidad es que éste suceso dejo como saldo 43 barrios, 1296 manzanas bajo agua, 1753 desaparecidos, 160 muertos Y NINGUN CULPABLE.