Como son las Las guerras del agua

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Los pozos en los que se bombea agua con motores eléctricos o de gasolina y otros combustibles fósiles, una forma de privatización de las aguas subterráneas, han provocado tensiones ecológicas en las regiones del mundo.

La gestión y los derechos colectivos sobre el agua han construido la clave de los sistemas de recogida y de conservación de este recurso en la mayoría de las comunidades indígenas. Las normas y limitaciones al uso del agua establecidas en los sistemas de aprovechamiento colectivo aseguraban la sostenibilidad y la equidad. El proceso de globalización, sin embargo, está debilitando el control comunitario del agua y favoreciendo la explotación privada de este recurso. Los sistemas tradicionales de regeneración de las aguas están cayendo en desuso. La disponibilidad de agua depende de la recarga de los acuíferos y de que su utilización tenga en cuenta los límites impuestos por la necesidad de renovación de este recurso. Las poderosas tecnologías extractivas condujeron al agotamiento de los acuíferos, no a optimizar empleo; el resultado fue el agotamiento de los acuíferos.

La tecnología ha fracasado en la solución de los problemas ecológicos. Las premisas reduccionistas sobre las que se ha basado el desarrollo de los aprovechamientos hídricos sostienen que en lo que se refiere a la utilización de los recursos naturales, la naturaleza está muy atrasada y las tradiciones populares son sumamente ineficientes. Las regiones con agua en abundancia han pasado a padecer escasez, mientras que las regiones con recursos hídricos limitados sufren verdadera penuria.

Sin embargo, la crisis del agua se explica con dos paradigmas: el paradigma del mercado y el ecológico

- Paradigma del mercado considera que la escasez de agua es consecuencia de la ausencia de intercambios comerciales en este campo.

El mercado es ciego a los límites ecológicos establecidos por el ciclo del agua, así como a los límites económicos marcados por la pobreza. La crisis del agua es una crisis ecológica provocada por motivos comerciales pero no se arregla con soluciones de mercado. Las soluciones de mercado destruyen la tierra y agravan las desigualdades.

Para terminar con la crisis del agua se precisa un rejuvenecimiento de la democracia ecológica.

VII. LAS AGUAS SAGRADAS

A lo largo de la historia, las fuentes han sido lugares sagrados, dignos de reverencia y admiración. La proliferación de grifos y del agua envasada nos ha hecho olvidar que antes de que circulase por las tuberías y de que se vendiese en botellas de plástico, el agua era un regalo de la naturaleza.

Las escrituras revelan una percepción clara de que si todas las aguas que llueven sobre las montañas cayeran sobre el suelo desnudo, la tierra no podría soportar los torrentes.

La fuerza de los ríos y el agua como potencia generadora de vida han inspirado el carácter sagrado asociado a las aguas. En todo el mundo podemos percibir la importancia espiritual del agua, por ejemplo: el nombre antiguo del río Támesis en Inglaterra es Tamesa, una deidad del río.

El cristianismo acabó con la veneración espiritual de las aguas en Europa, la nueva religión condenaba el culto a las aguas, calificándolo de pagano y abominable. A pesar de la prohibición del culto al agua; la profunda fe de las gentes en el carácter sagrado del agua ha pervivido. El agua mantuvo su carácter sagrado en el ritual del bautismo y del lavado de manos.

La palabra valor, se deriva del latín valere, que significa ser fuerte o digno. En las comunidades en las que el agua es sagrada, el valor de esta reside en su función como fuente de vida para los animales, plantas y ecosistemas. La mercantilización del agua, reduce su valor puramente comercial.

La propuesta de asignar valores de mercado a todos los recursos como solución a la crisis ecológica equivale a presentar la enfermedad como cura. La revolución industrial convirtió el término valor en sinónimo de valor comercial, socavando la importancia espiritual, ecológica, cultural y social de los recursos. Los bosques dejaron de ser comunidades vivas, reduciéndose a metros cúbicos de cultivos maderables.

Los minerales dejaron de ser las venas de la tierra, convirtiéndose en materia prima. La biodiversidad ha pasado a ser una mina de recursos genéticos y el agua se esté transformando en mercancía.

La crisis del agua es el resultado de una ecuación equivocada, que afirma que el valor es igual al precio monetario.

Las aguas sagradas trascienden el mercado y nos transportan a un mundo cargado de mitos y relatos, de creencias y devociones, de cultura y celebración. Éstos son los mundos que nos permiten conservar y compartir las aguas, y convertir la escasez en abundancia.

Cada uno de nosotros tiene un papel en la historia de la creación de nuestro futuro.