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¿Cuál es la causa de que adolescentes entre 15 y 17 años fumen?

Enviado por   •  23 de Noviembre de 2017  •  3.012 Palabras (13 Páginas)  •  441 Visitas

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El consumo de drogas tiene como base un proceso de socialización en el que influye la familia como transmisora de creencias, valores y hábitos que condicionan más adelante la probabilidad de consumo. (Becoña, 2001; Secades, Fernández-Hermida y Vallejo, 2005).

La revisión efectuada por González, García-Señorán, y González (1996) analizó, entre otros, los factores individuales relacionados con el consumo y/o abuso de drogas en la adolescencia, entre los que destacó la edad y la precocidad del inicio, los rasgos de la personalidad (búsqueda de sensaciones), baja autoestima o auto concepto, locus de control extremo, rebeldía, baja tolerancia a la frustración, factores cognitivos (conocimientos, actitudes, creencias y expectativas) y problemas conductuales.

La literatura ha aportado evidencia acumulativa de que el consumo juvenil de drogas responde a un patrón conductual multideterminado, donde se integran variables tales como actitudes, búsqueda de sensaciones, presión de grupo, tendencias socioculturales y otros factores coadyuvantes. (Espada et al, 2003)

Muchos estudios encuentran que el consumo de sustancias en adolescentes está relacionado con el fracaso o abandono escolar, problemas conductuales o síntomas depresivos. (Chassin, Hussong, Barrera, Molina, Trim y Ritter 2004; Johnson, Cohen, Pine, Klein, Kasen y Brook, 2000).

La asunción de ciertos riesgos, al margen del peligro que conllevan, pueden considerarse como tareas que deben resolverse en un momento de transición evolutiva. (Schulenberg y Maggs, 2002).

Si atendemos a la relación entre consumo de sustancias y la edad, la iniciación suele tener lugar entre los 11 y 16 años, aumentando el consumo con frecuencia y cantidad durante los años de la adolescencia hasta tocar techo en torno a los 25 años, momento en que comienza a disminuir, probablemente debido a la asunción de los roles y responsabilidades de la propia adultez. (Chassin et al, 2004; Gil y Ballester, 2002).

No coinciden todos los estudios en considerar al grupo de iniciación precoz como el de más riesgo, ya que en algunos casos, son los adolescentes que comienzan algo más tarde, pero cuyo consumo sigue una clara trayectoria ascendente, quienes muestran en la adultez temprana los niveles más altos de dependencia y abuso. (Hill White, Chung, Hawkins y Catalano, 200).

El patrón de variables interpersonales asociadas a los diferentes consumos varía en función de las sustancias estudiadas, confirmándose la relevancia de estas variables. El consumo de cualquiera de las sustancias es un predictor significativo del patrón de consumo de las otras sustancias. La explicación puede encontrarse en el efecto de contagio entre diferentes consumos. (Bandura, 1977; Bandura y Walters, 1979, Kandel 1996).

Las conductas de riesgo para la salud forman parte de un patrón de comportamiento que se encuentran en el mismo grupo de adolescentes (Atav Spencer, 2002).

Las relaciones de intimidad entre los compañeros del grupo son un potente pronosticador de la implicación del joven en una primera etapa de consumo de entrada en el uso de alcohol y tabaco. (Margulies, Kessler y Kandel, 1977).

“Si bien la curiosidad y la independencia forman parte natural del proceso de crecimiento, la experimentación con productos tabacaleros no lo es. El uso del tabaco tiene un propósito muy claro y resulta de la demanda creada por la industria. Habremos fracasado como sociedad si no logramos proteger a nuestros niños del daño y la atracción del tabaco.” (Dr. Eriksen, Director de la Oficina sobre Tabaco y Salud de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades).

El porcentaje de adolescentes que fuman (11,5%), y el género predominante masculino (51%), fueron contrarios a los encontrados en encuestas de otros países de la región en donde el hábito de fumar e incluso el tabaquismo eran elevados (>40%) y predominante en el género femenino (9,10). (1. Villalbí JR, Aubá J, García-González A. Evaluación de un proyecto de prevención primaria del tabaquismo: el proyecto piloto PASE de Barcelona. Rev San Hig Púb 1992; 66:143-8.)

El tabaquismo es la principal causa de muerte prevenible en la actualidad (Ministerio de Salud, 2009; Salomón et al., 2001).

La nicotina uno de los principales componentes del cigarrillo, es una poderosa droga adictiva que genera dependencia y tiene tanta probabilidad de conducir a la adicción como la cocaína O la heroína. (Balbiano et al., 2010).

Frente al tabaco, el cerebro experimenta ciertas adaptaciones: se vuelve menos sensible, requiere mayores cantidades de nicotina para experimentar el mismo efecto de recompensa y provoca que el centro de recompensa sienta estimulado cuando se le retira la droga. (Audesirk et al., 2008)

Si bien los efectos del tabaco pueden aparecer hacia los 30 años de consumo, el contacto inicial se detecta en los primeros años de la adolescencia. En esta etapa de la vida los jóvenes son vulnerables y fácilmente influenciables, sobre todo por el grupo de pares y los medios de comunicación, para acceder a hábitos nocivos para la salud. Es por ello que se asocian de manera directa las conductas de riesgo con el proceso adolescente y el ensayo de roles. (Pitarque et al., 2007)

En los últimos años, a pesar de las restricciones de consumo en lugares públicos y la consecuente mirada negativa del hábito, se ha observado un afianzamiento del tabaquismo entre los adolescentes (Balbiano et al,. 2010).

El consumo de tabaco se asocia con un importante número de trastornos de la salud, incluyendo varios tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, interrupción de embarazos y bajo peso en los recién nacidos. A esto suma el efecto social, ya que la contaminación que provoca en el ambiente expone al riesgo de enfermedades a las personas no fumadoras, a las que se denomina ‘fumadores pasivos’. (Balbiano et al., 2010).

Los especialistas consideran que la mayoría de las personas se relaciona con el cigarrillo por motivos psicosociales (amigos, familia, grupo de pertenencia) y luego continúa haciéndolo por la dependencia fisiológica y psicológica que provoca el consumo (Balbiano et al., 2010).

Los resultados muestran que la edad de primer contacto con el tabaco es de 12,6 años con un desvío de 1,8 años, o sea que en nuestra muestra los adolescentes probaron el cigarrillo de tabaco a partir de una edad tan temprana como los 10,8 años de edad. Estos datos coinciden no solo con los aportados por el SEDRONAR (Pitarque et al., 2007) sino también con los estudios realizados por el Ministerio de Salud de la Nación (2009).

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