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LAS PARTES DEL TODO (AUTOBIOGRAFÍA Y PLAN DE VIDA)

Enviado por   •  4 de Mayo de 2018  •  2.073 Palabras (9 Páginas)  •  458 Visitas

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Mi ser al cumplir con esta primera etapa de la vida, salió integral. Crecí en un ambiente de estímulos exquisitos, que fomentaban la evocación de la personalidad propia. Pese de que pueda recordar vagamente momentos precisos de mi infancia, no se me borrara nunca de la idea en la cabeza, de que fue una etapa dichosa.

Las amistades por desgracia, no fueron una característica preponderante, pero para llenar aquel vacío sentimental (cuya técnica sigo empleando en la actualidad) fue el refugiarme en la lógica. De los pocos momentos que logro desterrar, aun recuerdo aquel ocio de armar rompecabezas al levantarme por las mañanas, cuando tenía aproximadamente 6 años. Visualizaba los libros, y mi mente se impregnaba de sus líneas con lene sofisma, e imaginaba con base a sus imágenes, mundos quiméricos, que no se desparecieron nunca en mi memoria.

Mis habilidades empezaron a florecer sin limitaciones. Encontré una pasión centrífuga por sanar a las personas, por el ámbito culinario, el mundo literario y la expresión plástica. Inclusive este último, me dio sustanciales frutos a la edad de los 10 años. Realice mi primera exposición, y pude ingresar en un curso de la universidad “Armando Reveròn”, cuyos números de integrantes eran resumido debido a la exigencia de los superiores. Fui el único menor de edad para ese entonces.

Mi infancia me empujo a enriquecer tierras, para un provechoso futuro. Sus semillas aun se siguen manifestando sigilosamente en cada unos de mis actos. Mi espíritu fluía de acuerdo con mis impulsos, y su ritmo nunca se vio alterado.

Fui un individuo libre, sin la carga de las presiones externas enfocándome. Ahora, como individuo lejano a niñez, tengo el deber de descorrer el velo que tapa mi epicentro. Este trayecto no ha sido fácil, pues yo aun sigo combatiendo con factores que me estorban el camino. A partir de este adiós, mi vida se tradujo en un valle de silencios, deseos reprimidos y lágrimas por escuchar.

ADOLESCENCIA: OBNUBILADA SENSACIÓN

MI adolescencia ha sido una perpetua desazón. Esta etapa caracterizada por el frenesí derroche de hormonas y sustancias químicas, me ha ofrecido más lecciones que sensaciones. Lecciones que concibo como la terapia fundamental contra las tempestades inesperadas de la vida. Hoy por hoy, sigo siendo un discípulo de este mundo tan descabellado.

Pienso que este período recobra una estructura muy singular: El de una escuela. Cada día que hay por descubrir, me siento como en un aula de clases estricta y ortodoxa. Cada lección me brinda un sinnúmero de códigos, cuya única vía para descifrarlo es la base de mis experiencias. No se permite utilizar la lógica ni muchos menos, ser metódicos, pues no hay una respuesta empírica que justifique el sentido de la vida.

Sé, como individuo cuyo coeficiente intelectual no se ha formado por completo, que debo soltar los reglones de conductas que me he impuesto. Pese a que poseo un ideal mental empedernido y catedrático, he podido aprender, de que la vida se trata mucho más allá de las leyes que dictan la física o la biología.

Las mayores gracias de la vida no deberían verse desde una perceptiva radical.

Los mejores momentos de la vida llegan sin ser anticipados. Los mejores hallazgos se dan por serendipia, y los mejores amores, sin ser risueñados. Este es un enunciado, que trato de manifestarlo con cotidianidad, y que forme parte de mi naturaleza básica subyacente.

Son muchas las anécdotas vividas, que me gustaría compartirles por medio de este bisoño ensayo. Pero su relato, les costaría noches de vela para su disfrute, y créanme que ese no el propósito.

Adentrándonos muchos más en el tema, discurro con base en mis experiencias, que la adolescencia es una etapa disparatada, caracterizada por el escaso empleo de la racionalidad. Es una etapa para ensayar y errar, para disfrutar y no derrochar las decisiones incorrectas. Es el momento clave para el descubrimiento personal. Desde la aplicación de estos principios, el adolecente podrá tocar la fluorescente luz oculta de la vida. Sin lugar a dudas, mientras se mantengan vigente la sabiduría derivada de múltiples lecciones, estaremos encaminados por la senda correcta. De eso, estoy muy seguro.

EL FUTURO: EVOCACIÓN DE ASPIRACIONES

Los budistas suelen decir a menudo que: «No hay que empujar el agua del río. Hagamos lo que hagamos, acabará fluyendo a su ritmo.»

En innumerables ocasiones, me he quedado observando detenidamente el horizonte, y como el sol se esconde detrás de las colosales montañas del Ávila, meditando acerca de mis próximos desafíos. El futuro me causa cierto furor y entusiasmo, pero sé que sólo es un sistema complejo de azares, y parte de lo que sueño será suprimido por el viento. Es el momento de cambiar mi rumbo. Es el tiempo idóneo para echar mis cartas.

Para los físicos, el tiempo siempre será una cantidad positiva. El motivo de mi felicidad se halla aquí y ahora, en el momento de la conciencia presente. Aunque claro, desde luego me he establecido metas, objetivos personales para un futuro. No vivo preocupándome acerca de mis próximos retos, pero si me he dado la tarea de establecer las vías o los métodos necesarios para su cumplimiento.

Con todo esto, no trato de decir que dejo mis metas a la inercia. Más bien sostengo, que para ganar una extraordinaria batalla, nos tenemos que dejar sorprender por las maniobras de nuestro oponente. Solo así, sabremos lo que hemos aprendido, y que el siempre hecho de establecer resultados, no justificará nuestro avance.

Tengo una vista clara y objetiva de los avances que quiero fundar en el futuro. Mi principal blanco será el de estudiar medicina forense en New York. También, instruirme en el ámbito culinario y en los albores del teatro. Además, de que también tengo establecida mi carrera literaria. Tengo el conocimiento pleno, de que poseo una personalidad rica en habilidades, y sé que estos atributos serán de gran ayuda y sustento para tachar por cumplido mis próximas metas.

¿Qué si me imagino envejecer bajo la aurora cósmica, junto con mi pareja? Desde luego. ¿Qué deseo tener un hogar febril y sofisticado para mis descendientes? En efecto. ¿Qué ansío obtener el afecto absoluto de los míos? Sin lugar a dudas. Pero todos estos objetivos posen una característica en común: que son de carácter sentimental, afectivo, y no terrenales como la obtención del dinero o de la fama.

Más bien la única meta que mantendré vigente hasta el deceso

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