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La incidencia de los conflictos mundiales en el habitante común

Enviado por   •  25 de Septiembre de 2018  •  2.374 Palabras (10 Páginas)  •  281 Visitas

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La Argentina en la Primer Guerra Mundial

Mientras tanto, en Argentina, dicha guerra trajo consigo consecuencias tanto económicas como sociales y políticas.

Tras la muerte del presidente Roque Sáenz Peña, asume la presidencia de la Nación Argentina Victorino de la Plaza iniciando su mandato el 9 de agosto de 1914.

Desde un principio la postura frente a la declaración de la guerra del presidente de la Paz fue mantenerse neutral, firmando una alianza, asistencia y amistad con Brasil y Chile llamada ABC.

Los momentos en los que de la Plaza asume su mandato eran de una marcada crisis. “La conflagración europea provocó el cierre de los tradicionales mercados, lo cual redujo considerablemente el comercio exterior disminuyendo marcadamente los ingresos fiscales”[6]. Esta situación, sumada a una pobre cosecha en 1913, el abuso de créditos y a las desmedidas especulaciones llevaron a que el presidente se viera obligado a tomar medidas económicas de emergencia para reducir los gastos de la administración.

A pesar de mantenerse neutral frente a la Primer Guerra Mundial, la Argentina debió afrontar una gran crisis económica como consecuencia de la misma.

“La declaración de la guerra desarticuló progresivamente el comercio internacional, incrementó el costo de los fletes y modificó la demanda en los mercados europeos, todo lo cual se tradujo en una caída apreciable del volumen de las exportaciones argentinas.”[7] También bajaron las importaciones entre un 40% y un 50% debido a que los países europeos comenzaron a utilizar sus recursos para la producción de equipamiento bélico en lugar de exportarlo. Esto favoreció a la producción de las industrias argentinas que utilizaban las materias primas nacionales, pero este aumento fue muy lento debido a la dificultad para importar maquinaria apropiada, a la poca mano de obra, “pues la guerra interrumpió las corrientes migratorias”[8] y a la suba de los precios en el combustible que la Argentina tenía que importar.

La guerra también afectó al comercio de granos ya que, al ser un producto de bajo precio y gran tamaño, era muy difícil encontrar las bodegas apropiadas para transportarlos. Había que sumarle a esto las dificultades en la navegación transatlántica. Si bien esto afectó negativamente al volumen que se vendía anteriormente al exterior, las ganancias aumentaron.

La mayor producción de granos estaba destinada a Gran Bretaña. Esta no solo quería abastecer a su país sino que quería evitar que el grano llegara a Alemania. “Los embarques de granos argentinos a países neutrales, como Holanda, Dinamarca y Suecia, cuya importancia había sido insignificante en los años previos a 1914, creció notablemente durante la guerra debido a que estos países actuaban como intermediarios de Alemania. Este rol de intermediación se vio facilitado por la extensión de líneas de barcos de vapor entre la Argentina y los países escandinavos.”[9] Fue por esto que Gran Bretaña implementa listas negras para excluir a las compañías cerealeras alemanas y se opuso al almacenamiento de granos en el Río de la Plata.

Con respecto al comercio de carnes, también resultó afectada por la guerra. Se produjeron importantes cambios en la composición del comercio de carnes: crecieron las exportaciones de carne congelada y en conserva, y cesaron las exportaciones de carne enfriada.

Esto se debió a dos razones, por un lado Estados Unidos, principal rival de la Argentina en el abastecimiento del Reino Unido se retiró del mercado. Por otro lado la carne congelada y en conserva era mucho menos perecedera que la enfriada y esto facilitaba su transporte en condiciones. Los frigoríficos fueron los que controlaron el comercio de la carne obteniendo grandes beneficio. a consecuencia de esto los consumidores locales debieron soportar precios en alta y escasez del producto en el mercado interno.

La gran diferencia entre el comercio de granos y de carne fue que en el caso de “las carnes no tuvieron un mercado diversificado, ya que el destino fue casi exclusivamente Gran Bretaña. En consecuencia, en el caso de éstas, los británicos no necesitaron utilizar listas negras ni embargos, y los frigoríficos ingleses pudieron extraer la máxima cantidad de carne para las tropas aliadas en detrimento de los consumidores argentinos.”[10]

En 1912, durante el gobierno de Roque Sáenz Peña se había establecido el voto universal, secreto y obligatorio, a causa de las grandes presiones de la clase media sobre los gobernantes conservadores. Victorino de la Plaza, que pertenecía al régimen conservador, al igual que su antecesor, hizo aplicar la conocida Ley Sáenz Peña, aunque advertía que el triunfo para la sucesión al mando le sería conferido a Hipólito Irigoyen, quien asume el 12 de octubre de 1916.

Durante la presidencia de Hipólito Irigoyen ocurre un suceso que marca un cambio en la opinión pública acerca de la guerra. A comienzos de 1917 Alemania implementó un modo sistemático de guerra submarina, atacando a cualquier barco que navegara las costas de Francia, Gran Bretaña e Italia, sin importar que fuera de un país neutral. Esto genera que Estados Unidos se involucre en la disputa.

”El 4 de abril de 1917 un submarino alemán, viola la neutralidad, hundiendo el buque mercante argentino Monte Protegido. Inmediatamente el gobierno de Yrigoyen le exigió explicaciones al gobierno alemán y después de varios intercambios, el gobierno imperial concretó sus disculpas oficiales y aceptó indemnizar a la Argentina.”[11] Frente a esto Estados Unidos presiona a la Argentina para que abandone la neutralidad. Para lograrlo difunde públicamente unos telegramas donde el ministro alemán en la Argentina se refirió acerca de ministro de Relaciones Exteriores argentino como “‘un conocido burro y anglófilo, y recomendó no continuar atacando barcos argentinos o, en su defecto, que fueran hundidos ‘sin dejar rastros’”[12]

Estos sucesos cambiaron tajantemente la opinión de la sociedad acerca de la guerra. “La conjunción de las presiones norteamericanas con los efectos de la acción de los submarinos incidió decisivamente en el quiebre del consenso neutralista que había predominado desde 1914.”[13] El pueblo quedó dividido entre aliadófilos, los partidarios de la ruptura de la neutralidad, y los germanófilos, los partidarios de continuar con la misma. Este último término acabó desvirtuándose e incluyó no solo a los admiradores confesos de Alemania, sino a cualquiera que no fuera partidario de la neutralidad, sin importar las razones. “Se entabló entonces una lucha simbólica

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