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La ética de Aristóteles de José Ramón Ayllón ¿Quién es Aristóteles?

Enviado por   •  28 de Diciembre de 2018  •  3.600 Palabras (15 Páginas)  •  265 Visitas

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Es necesaria la obligación legal que es protección y pedagogía. Los hombres viven a merced de sus pasiones, huyen de los dolores y no tienen idea de lo que es lo verdaderamente hermoso, pues no lo han probado nunca.

La cultura es muy exigente y el animal humano es muy perezoso (George Steiner). No es nada fácil desarraigar con razones lo que está arraigado con hábitos en el carácter. El razonamiento y la instrucción mejoran a los hombres para querer lo que se debe querer y rechazar lo que se debe rechazar porque quien sigue a sus pasiones no sigue a su razón.

La vida templada y firma no es agradable al vulgo, y menos a los jóvenes. Por eso es preciso que la educación y las costumbres estén reguladas por leyes, pues lo que se hace habitual deja de ser penoso. Es preciso mantener esto en la madurez donde necesitamos de leyes y por toda la vida porque los hombres obedecen mejor a órdenes y castigos que a razones y bondad.

El que se nos pueda rendir cuenta sobre nuestros actos es una gran ayuda a la hora de obrar éticamente, de no abusar de nuestra libertad

Un particular no puede obligar a los demás, y se hace odioso si lo intenta. La ley es buena porque puede obligar, y porque refleja cierta prudencia e inteligencia. Por eso es evidente que la sociedad necesita leyes.

La mejor educación se logra en la familia gracias a la familia, la palabra y las costumbres del padre porque los hijos aman a sus padres y les obedecen por naturaleza. La especie humana no es viable sin la familia concebida como célula de la sociedad no solo en lo biológico, también en lo social, político, cultural y moral. La familia es insustituible, su estabilidad por encima de los conflictos. La convivencia familiar es superior a cualquier razonamiento abstracto sobre la tolerancia o la paz social.

La familia educa mejor que el Estado porque conoce personalmente a sus miembros. Si los seres humanos quieren alcanzar la madurez personal, deben estar bajo la protección de personas responsables durante largos años de crecimiento intelectual y moral.

Capítulo 6: Libertad y responsabilidad

Cada hombre es responsable de sus acciones voluntarias. La virtud y el vicio están entre las cosas las cosas voluntarias, pues no hay ninguna necesidad de cometer acciones malas. Son involuntarias las cosas que se hacen por fuerza o ignorancia como pagar un rescate. En ocasiones se mezcla lo voluntario y lo involuntario porque nadie haría eso si no forzado a eso. Los juicios de Nuremberg.

Es ridículo considerar como involuntario hechos como dejarse llevar por la ira, los deseos y placeres propios del hombre.

La ignorancia puede darse de muchas maneras, pero el que se equivoca involuntariamente por esta clase de ignorancia, tiene que sentir pesar y arrepentimiento por su acción.

Toda acción razonable debe ir precedida por la deliberación, pero no deliberamos sobre los fines, sino sobre los medios. Nadie elige estar sano, se hace ejercicio o descansa para estar sano, o nadie elige ser feliz, sino ganar dinero o correr algún riesgo para ser feliz.

El objeto de la voluntad debe ser el bien. El hombre malo toma como bueno cualquier cosa, el bueno juzga correctamente y toma como bien lo que verdaderamente es. El error es elegir el placer como bien y el dolor como mal.

Después de deliberar la virtud y el vicio, lo bueno y lo malo dependerán de nosotros. El hombre es el ser que siempre decide lo que es, (Viktor Frankl). Los hombres injustos, depravados o echados a perder son responsables de sus actos. Estos podían no haber llegado a lo que son, y por eso lo son voluntariamente.

Capítulo 7: El placer y la templanza

Apetito y razón nos acompañan desde el nacimiento, y son los dos caracteres por los que definimos lo que es natural. Todos reconocen que el dolor es un mal, y lo que se le opone al dolor es el placer. Aunque puede haber placeres malos, todos incluyen el placer en la trama de la felicidad.

Los placeres y los dolores influyen mucho en los hábitos, pues somos capaces de hacer cosas malas si son placenteras, y nos apartamos del bien cuando nos causa dolor. Lo importante es distinguir qué placeres y dolores conviene aceptar o rechazar. Esta es la verdadera educación

Los 3 objetos de preferencia: lo bello, lo conveniente y lo agradable. Y 3 los de aversión: lo vergonzoso, lo perjudicial y lo penoso. El hombre bueno acierta al elegir.

Los placeres son malos cuando hacen al hombre brutal o vicioso. Muchas de las cosas por las que merece la pena luchar no son placenteras. Por tanto, ni el placer se identifica con el bien, ni todo placer se debe apetecer.

Cada actividad es intensificada por el placer correspondiente. Mejores científicos los que disfrutan con la ciencia, igual los artistas, arquitectos, etc. No se ha de pensar que lo mejor es lo que yo considero como bueno si nunca lo he probado.

La templanza es el término medio respecto a los placeres, pero solo a los corporales. En concreto al tacto y al gusto respecto a la comida, la bebida y los placeres sexuales.

La educación auténtica exige idealismo y generosidad, y solo es posible por el cultivo del conocimiento, de la mirada sobre la realidad de la vida y de los hombres. La televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece de interés.

La falta de templanza consiste en buscar el placer donde no se debe, o como no se debe. Es evidente que el exceso en los placeres conduce al desenfreno y es censurable.

No existen personas que no estimen los placeres, porque tal insensibilidad no es humana. Lo que existe es el hombre moderado quien no busca lo que no debe, y no hece nada en exceso, el término medio entre ambos extremos. Si faltan los placeres no se aflige y se guia por la recta razón.

Entre los apetitos humanos y la razón no hay igualdad, sino jerarquía, y la razón lleva la batuta.

Capítulo 8: Valentía y generosidad

Valentía, término medio entre cobardía y temeridad. El cobarde, el valiente y el temerario se enfrentan a las mismas cosas, pero se comportan de distinto modo ante ellas.

Valiente quien soporta cosas penosas y le alabamos pues es más difícil aguantar el dolor que apartarse del placer. Se refieren a cosas que merecen la pena, todo lo que deb ser poseído, defendido y conservado: la vida, la salud, la buena fama. El valiente está

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