BIOGRAFIA DE ENRIQUE PICHON RIVIERE
Enviado por tolero • 9 de Abril de 2018 • 5.645 Palabras (23 Páginas) • 510 Visitas
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E. Pichon Rivière funda el club de fútbol “Benjamín Matienzo”. Caloi es el primer Presidente del Club. También en 1924 funda con otros compañeros el Parido Socialista. Las reuniones para constituir dicho partido se llevan a cabo en el quilombo de Goya. E. Pichón Rivière es candidato a Diputado. En la primera elección sacan ocho votos. El Partido Socialista se funda en el Prostíbulo del pueblo. La madama era la caudilla del partido Conservador, pero los dejaba “Son cosas de muchachos…” decía.
En 1925 escribe su primer poema “Connaisance de la mort” (Conocimiento de la muerte) Lee a Rimbaud y a Bauleraire. Se recibe de bachiller (en el Colegio que funda su madre) y viaja a Rosario para estudiar medicina. En la pensión donde está E. Pichon Rivière un profesor de francés que comparte la pensión tiene que viajar y le pide que tome su trabajo y lo reemplace. E. Pichon Rivière comienza así a dar clases de francés y modales a las prostitutas del lujoso prostíbulo de madame Safo. Vive solo seis meses en Rosario. Enferma de neumonía producto de una vida “muy agitada, tremenda. Una bohemia dolorosa, sin concesiones…”. Vuelve a Goya a curarse.
En 1926 viaja a Buenos Aires. Cuando la madre va al puerto de Goya a despedirlo en su viaje a Buenos Aires, aparece la madama, del prostíbulo, toda vestida de rojo y lo saluda muy efusivamente. La madre no entiende muy bien lo que pasa.
E. Pichon Rivière viene a Buenos Aires con 19 años y se aloja en la Pensión del Francés. Está en el mismo edificio que hoy ocupa la Asociación del Fútbol Argentino. Allí conoce al poeta Conrado Nale Roxlo, a los hermanos Irazusta (caudillos entrerrianos) y a quien será su maestro de vida y gran amigo: el escritor Roberto Arlt.
Ingresa a la Facultad de Medicina. Siendo estudiante de Medicina tiene un compañero Aberasturi que va a ser a través de quien conoce a Arminda Aberasturi, la “Negra” de quien se enamorará
Podríamos preguntarnos cuáles fueron las condiciones históricas, socioculturales, que encontró E. Pichón Rivière en Buenos Aires en plena adolescencia. Es indudable que fue un intelectual y un hombre de la cultura de su época.
Buenos Aires en esa época (década del 20 y el 30) es una ciudad que se convierte rápidamente en una metrópoli: crece vertiginosamente, se tecnifica (luz, tranvías, teléfonos, cines, etc.), acepta la velocidad de las comunicaciones y los cambios propios de la modernidad.
E. Pichón-Rivière aparece así encarnando ideales de los intelectuales de su época: la avidez por saberes y conocimientos producidos en cualquier latitud pero para amalgamarla con las necesidades de la nuestra. Como dice Beatriz Sarlo respecto de la cultura de los intelectuales de esa época: “se mezclan modernidad europea y diferencia rioplatense, aceleración y angustia, tradicionalismo y espíritu renovador, criollismo y vanguardia. Buenos Aires es el gran escenario lati-noamericano de una cultura de mezcla”.
No hay que olvidar que E. Pichón-Rivière comparte la “pensión del francés” con Roberto Arlt, a quien considera su maestro, y con Conrado Nalé Roxlo. Esto significa al mismo tiempo compartir la tradición literaria universal (especialmente la novela rusa en ese momento) y los personajes marginales de la gran ciudad porteña. La experiencia de los escritores recién llegados al campo intelectual (la gran mayoría inmigrantes o hijos de inmigrantes) los ubica en los mismos escenarios urbanos donde circulan prostitutas, drogadictos y pasadores, escruchantes y desocupados. El famoso “Puchero Misterioso”, la fonda evocada interminablemente por los dos hermanos Tuñón, Nalé Roxlo y Pinetta, parece haber sido un espacio donde se encontraban los recién llegados al campo cultural, generalmente periodistas, con los habitantes del bajo fondo porteño. Experiencias, anécdotas, discursos, relaciones afectivas pasaron de allí a la literatura e hicieron posible que el marginal, el delincuente o el loco pudieran ser pensados como articuladores de la representación de Buenos Aires. El margen se vuelve socialmente visible en la literatura argentina.
E. Pichón-Rivière comparte con Roberto Arlt una clara afición por los marginales, y apuestan a que es posible que emerjan de su condición de under-grounds y puedan ambicionar otros destinos como los personajes de Los siete locos de Arlt. Esto es, la posibilidad de que “el margen devenga centro”. En el caso de Enrique Pichón-Rivière implica colocar al marginado por la sociedad, al segregado por la familia, en el centro de la problemática terapéutica y en el centro de la responsabilidad social.
Su avidez por las vanguardias llevará a Pichón-Rivière a querer ensanchar los límites de su campo de conocimiento. Se sitúa en los bordes de los saberes psi-quiátricos, psicoanalíticos, filosóficos, pero para llevar a ese campo más allá de sus límites disciplinares. Esto corresponde a su “vocación articular”, verdadera pasión por entrelazar campos de diversas disciplinas, la psiquiatría con el psicoanálisis, el psicoanálisis con la literatura o la plástica, la psicología social con la vida cotidiana.
En el Buenos Aires de las primeras décadas de este siglo eran innegablemente necesarios espacios continentes para una necesidad colectiva de elaboración de contradicciones entre lo nuevo (la tecnificación, la velocidad, la inmigración y migración, nuevas relaciones con el cuerpo y entre los sexos) y lo criollo, el pasado, lo tradicional. Algunos de los espacios ciudadanos que permitían la articulación y la elaboración de estas contradicciones eran la calle Corrientes, los cafés, los tangos, los periódicos como Crítica, por ejemplo, y el arte.
En 1930 E. Pichon Rivière debuta como Periodista del famoso diario Crítica de Botana. Hace notas de arte, deportes y también humor. En una de ellas de burla de los periodistas del diario “La Prensa” a los que llama “Sombrerudos”. Le cuesta el puesto.
También escribe críticas de arte que publica en la revista Nervio.
1932: E. Pichon Rivière aun antes de recibirse se inicia en la práctica psiquiátrica en un asilo de oligofrénicos cercano a Luján: el Asilo de Torres. Ahí realiza una de sus investigaciones fundamentales: logra establecer que contrariamente a lo aceptado hasta entonces, un gran porcentaje de estos enfermos tenían un retardo especial que no estaba relacionado con lesiones orgánicas, sino que era producto de retardos afectivos. A estos retardos los denomina “oligotímias”, en contraposición a las oligofrenias”. E. Pichon Rivière para la reeducación, crea las primeras terapias de aprendizaje y comunicación utilizando, entre otras cosas, el deporte y especialmente
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