José de la Cruz Porfirio Díaz Mori1
Enviado por Jerry • 6 de Noviembre de 2018 • 5.679 Palabras (23 Páginas) • 299 Visitas
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María Petrona Mori, madre de Porfirio Díaz, en una fotografía realizada hacia 1854 en Oaxaca.
En 1820, los Díaz se establecieron en el centro de la ciudad de Oaxaca, donde compraron un mesón frente al templo de la Virgen de la Soledad, que alojaba a los viajeros que llegaban a la ciudad a comerciar. En este tiempo, José Faustino Díaz montó un negocio dedicado a la herrería, lo que le produjo ganancias que hicieron que su familia tuviera una situación económica holgada durante algunos años.
Durante el verano de 1833, se desarrolló una epidemia de cólera morbus, en la ciudad de Oaxaca. A principios de agosto, José Faustino Díaz se vio infectado, y el 29 de agosto dictó su testamento, dejando todos sus bienes a su esposa, Petrona Mori. Poco tiempo después, el mesón ya no fue rentable y la familia adquirió el Solar del Toronjo. Así es como describe Porfirio Díaz en sus Memorias, la situación familiar tras la muerte de su padre: «Su buen juicio y sus deberes de madre le proporcionaron la manera de prolongar por mucho tiempo aquellos escasos recursos».3 Las jovencitas Díaz: Manuela, Desideria y Nicolasa se dedicaron a tejer, costurar, y a hacer buenos postres y alimentos para vender y mantener un sustento económico en la familia; Petrona Mori, sembró nopales para la producción y venta de la «Grana Cochinilla». En uno de los patios del Solar del Toronjo, la familia criaba cerdos.
En 1835, Porfirio ingresó a la Escuela Amiga, institución educativa controlada por la parroquia de Oaxaca donde aprendió a leer y escribir. Pasaba sus días, jugando con amigos y vecinos del Solar del Toronjo. Se cuenta que en una ocasión, enojado con su hermano Félix por algún hecho trivial, le puso pólvora en la nariz mientras dormía y le prendió fuego. Desde entonces se le llama a Felix El Chato" Díaz.6 7
El padrino de Porfirio, José Agustín Domínguez y Díaz, quien era sacerdote y llegaría a ser Obispo de Antequera, recomendó a su madre apresurar el ingreso de su hijo al Seminario Tridentino de Oaxaca. En 1843, Porfirio ingresó al seminario, comenzando con un bachillerato en artes. Durante tres años, hasta 1846, Porfirio estudió física, matemáticas, lógica, gramática, retórica y latín. En esta última asignatura logró altas calificaciones, por lo que ante la necesidad de conseguir dinero para su familia, empezó a darle clases de latín a Guadalupe Pérez, hijo del Lic. Marcos Pérez.8
Al producirse la Intervención estadounidense en México, en el seminario de Oaxaca surgió la inquietud de luchar contra los invasores, idea que fue respaldada y alentada por los sacerdotes y maestros. En octubre de ese año, varios alumnos se dirigieron a ver al gobernador del Estado y solicitarle su ingreso al ejército nacional. Porfirio Díaz estaba en ese grupo, y los cadetes fueron asignados al Batallón de San Clemente. Sin embargo, poco después, la guerra terminó y los estudiantes no pudieron ir a pelear.
Al acabar el curso me inclinaba yo a la teología. Y aunque mi madre deseaba ardientemente, no ejercía presión sobre mí, pues yo me sentía muy inclinado a ese género de estudios, pues los niños se aficionan a lo que ven.
Una noche, al salir de la casa de don Marcos Pérez, después de dar clases a su hijo don Guadalupe Pérez, fui invitado yo a la solemne ceremonia de distribución de premios que iba a tener verificativo esa misma noche en el colegio del estado. Acepté la invitación y en ese momento me presentó con el señor gobernador del estado, don Benito Juárez.
Entusiasmado entonces por lo que había visto y oído, tomé la resolución de no seguir la carrera eclesiástica. Luché conmigo toda la noche, y no pudiendo soportar el estado en que me encontraba, comuniqué a mi madre mi decisión al día siguiente.3
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Marcos Pérez, mentor liberal de Porfirio Díaz, quien insistió en su adhesión a la carrera de leyes.
Porfirio Díaz daba clases de latín a Guadalupe Pérez, hijo del licenciado serrano destacado Marcos Pérez, quien tenía una fuerte y cercana relación con Benito Juárez. Un día al finalizar una de sus clases, el licenciado Marcos Pérez invito al joven Porfirio a asistir a una entrega de premios en el Colegio Liberal. Porfirio Díaz aceptó, y fue al evento en donde conoció al entonces gobernador del estado de Oaxaca, Benito Juárez. Al observar el trato abierto y respetuoso de Marcos Pérez y Benito Juárez, y al escuchar discursos que hablaban de los jóvenes como amigos, y los derechos del hombre, (cosa que no sucedía y tomaba en cuenta en el seminario) Porfirio decidió abandonar el seminario e ingresar en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, entonces considerado herético. Su padrino José Agustín, ya para entonces nombrado obispo de la diócesis, le retiró su apoyo económico y moral. A pesar de haber sido un alumno regular durante toda su carrera escolar, Díaz logró salir adelante en los estudios de derecho, y a fines de 1850, se convirtió en maestro en ese mismo instituto. Poco tiempo después, y ante la situación económica que pasaba su familia, Porfirio se convirtió en bolero, más tarde trabajó en una armería ensamblando y arreglando rifles, al tiempo que consiguió trabajo como carpintero. En 1854, sustituyó a Rafael Urquiza como bibliotecario del Instituto. Cuando Manuel Iturribarría, profesor de la cátedra de derecho natural, abandonó el puesto por enfermedad, Díaz se convirtió en profesor interino. Esto mejoró en parte su situación económica y la de su familia. Díaz estudió derecho romano, materia que aprobó con la mejor calificación de su generación.3 En el instituto, tuvo como compañeros a Matías Romero y José Justo Benítez. De 1852 a 1853 fue alumno de Benito Juárez en derecho civil.
Tras la muerte de su padre, su hermana Desideria se casó con un comerciante de Michoacán, Antonio Tapia, con quien tuvo varios hijos de los que solamente sobrevivieron dos. Vivió en Michoacán hasta su muerte. Su hermana Nicolasa casó prematuramente y quedó viuda (no dejó descendencia). Manuela, su otra hermana, tuvo una relación extramarital con el médico Manuel Ortega Reyes, de quien nació su hija Delfina Ortega Díaz, quien con el tiempo se convertiría en esposa de su tío Porfirio, quien describe así sus primeros años:
Mis condiciones especiales eran: buena talla, notable desarrollo físico, grande agilidad y mucha inclinación, aptitud y gusto por los ejercicios atléticos. Llegó a mis manos un libro de gimnasia, el primero probablemente que hubo en Oaxaca, y esto me permitió improvisar
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