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Etapa 3 Actividad Integradora Ensayo de: Rojo Amanecer

Enviado por   •  2 de Febrero de 2018  •  2.616 Palabras (11 Páginas)  •  930 Visitas

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1.-Libertad a los presos políticos

2.-Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal. (Instituían el delito de disolución social y sirvieron de instrumento jurídico para la agresión sufrida por los estudiantes)

3.- Extinción del cuerpo de granaderos, quienes eran el instrumento directo de la represión y, además que no hubiera la creación de cuerpos semejantes;

4.- Destitución del general Luis Cueto Ramírez, así como del teniente coronel Armando Frías;

5.- Indemnización a las familias de los muertos y a los heridos que fueron víctimas de la agresión del 26 de julio mientras se conmemoraban el día de la Revolución Cubana

6.-Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.

Los estudiantes emprendieron una batalla cívica desde sus escuelas. La Universidad se llenó de carteles que criticaban la represión que se vivían en México y junto a imágenes del Che Guevara se vociferaban los seis puntos del pliego petitorio.

La marcha en silencio del 13 de septiembre dejó ver la solidaridad del pueblo mexicano y la naturaleza pacífica de los estudiantes. Sin embargo, la represión iba creciendo, cada vez eran más los estudiantes desaparecidos o detenidos por policías. El 18 de septiembre el ejército ocupa la Universidad, el gobierno se justificó su actuación declarando que el movimiento estudiantil era parte de una conspiración “comunista” y extranjera.

Los estudiantes estaban convencidos de que no había otro camino de solución que el diálogo público, pero el gobierno quería una plática de recámara, que el movimiento nunca aceptó para no permitir que se comprara o se corrompiera al movimiento.

El 2 de octubre se convoca a un mitin en la Plaza de las Tres culturas. Apenas termina el primer orador, aparecen las luces de bengala en el cielo, autorizando el asesinato de estudiantes en pro del “orden público”. Militares y policías, éstos últimos vestidos de civiles con pañuelo blanco en la mano, accionaron sus armas de fuego en contra de los diez mil estudiantes, amas de casa, ferrocarrileros y niños que acudieron al mitin estudiantil para seguir exigiendo la libertad de los presos políticos y el cese a la ocupación militar de la Universidad. En la película los policías vestidos de civil hacen varias apariciones en el edificio donde la familia vivía, ahí muestra que ello buscaba un buen lugar con buena vista a la plaza de las tres culturas, para que los francotiradores no tuvieran inconvenientes a la hora de la masacre.

Los estudiantes eran la nota disidente, la mancha que estropeaba las olimpiadas. El gobierno acabó con el movimiento estudiantil dejando miles de heridos, la muerte de más de 300 inocentes, de estudiantes, de obreros, de niños, de pueblo.

Pero nada de esto consta en actas, los familiares fueron obligados a certificar otras causas de defunción para poder recuperar los cuerpos.

Los sobrevivientes poblaron las cárceles de Lecumberri y Santa Marta Acatitla, torturados para que aceptaran haber iniciado el fuego. Al día siguiente de la matanza los empleados municipales lavaron la sangre en la Plaza de los Sacrificios.El gobierno intentó ocultar el número de víctimas, la censura se volvió férrea. Se dedicaron a crear confusión como estrategia de desinformación en los días que siguieron a la masacre.

La cobertura periodística del 2 de octubre de 1968 y los días posteriores fue muy limitada en los medios. Los comentaristas fueron voces tolerantes contra los excesos del poder. Los medios no investigaron las causas de la masacre, no les interesó decir el número real de muertos en la Plaza de las Tres Culturas. Los editores callaron.

Tal y como en el sentido poema “el memorial de Tlatelolco” de Rosario Castellanos: La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo. Y en la televisión, en la radio, en el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete.

El 3 de octubre fueron pocos los espacios para el luto. La prensa maquilló la noticia, dejando como evidencia en El Universal: “Tlatelolco, campo de batalla”, El Heraldo de México: “Sangriento encuentro en Tlatelolco”, Novedades: “Balacera entre francotiradores y el ejército, en Ciudad Tlatelolco”, El Día: “Muertos y heridos en grave choque con el ejército en Tlatelolco”, El Sol de México: “Responden con violencia al cordial llamado del Estado. El gobierno abrió las puertas del diálogo” y por último Excélsior: “Recio combate al dispersar el ejército un mitin de huelguistas. 20 Muertos, 75 Heridos, 400 Presos”. El dirigente de la operación, general José Hernández Toledo, quien recibió un balazo en el tórax fue presentado como prueba de la agresión estudiantil: “Creo que si se quería derramamiento de sangre ya es más que suficiente con la que yo ya he derramado”, declara el general.

El periodismo de México en el 68 recibió desde las calles una sanción clara e inequívoca: “¡Prensa vendida!”. Además, que la mayor parte de los dueños de los medios se volcaron en aplaudir la “mano dura” y la “respuesta ejemplar” del presidente.

Para que el autoritarismo de Díaz Ordaz y de otros mandatarios priistas funcionara por más siete décadas, requirió de la complicidad y la obediencia de los dueños de los medios de comunicación. El gobierno cultivó la corrupción de periodistas. Si estos no aceptaban la corrupción, se recurría a la intimidación, a la amenaza, a la censura, o la asfixia económica, se hacían presentes. Es por eso que los periódicos fueron generosos con las múltiples voces del conservadurismo, pero la voz del pueblo ha sido más fuerte y se ha encargado de aclarar y señalar los culpables por eso el ¡2 de octubre, no se olvida!

A pesar de ello, cconocimos la verdad con algunas fotografías clandestinas y los testimonios de estudiantes, de maestros, de los encarcelados en Lecumberri, de los empleados municipales que lavaron la sangre en la plaza de los sacrificios, de Octavio Paz quien renunció a la Embajada de México en la India porque no podía representar a un gobierno que asesina a su pueblo, los de las familias de los desaparecidos y de los hijos a quienes el gobierno les arrebató su futuro. Es así como hemos logrado reconstruir aquella noche triste, para poder oír la otra parte: el movimiento estudiantil, la que no se televisó, para que no olvidemos el porqué de la represión, ni

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