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SERVICIOS (MINISTERIOS) EN LA ASAMBLEA LITÚRGICA

Enviado por   •  6 de Diciembre de 2018  •  1.405 Palabras (6 Páginas)  •  214 Visitas

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- "propone a los fieles explicaciones y moniciones.

- trata de introducirlos en la celebración.

- y los dispone a entenderla mejor".

"Monición" es una palabra que difícilmente encontraremos en el diccionario, pero su sentido es el siguiente: es una invitación a la oración, al canto, a la participación; no es un comentario. No sirve para explicar, sino para motivar, para provocar la participación de la asamblea. (Tal vez por eso el término "animador/a" sea más adecuado.)

1. Los lectores o lectoras y la proclamación de la palabra de Dios

La Biblia es para nosotros, cristianos, el punto de referencia de nuestra fe, luz en el camino de nuestra vida. Cuando se leen las Sagradas Escrituras en la comunidad reunida, es el mismo Cristo el que habla (SC 7).

Y, sin embargo, prestamos muy poca atención a las lecturas bíblicas; nos dedicamos muy poco a la formación y a la preparación de los lectores; nos importa muy poco si el pueblo escuchó y entendió la palabra de salvación.

El lector o la lectora deben ser personas con un mínimo de preparación bíblica, para que puedan comunicar (y no sólo leer) la palabra de Dios; y para eventualmente poder introducir previamente la lectura, situándola en el contexto.

Debe tener un mínimo de preparación para la lectura en público. Es necesario pronunciar bien todas las palabras, sin prisa, marcando las pausas necesarias, para que una palabra no se confunda con otra. Entrenar la entonación de la voz, de manera que se expresen adecuadamente no solamente las ideas, sino también los sentimientos contenidos en el texto.

Es necesario que el lector o lectora crea en lo que está leyendo y sepa por medio de él (o ella) Jesucristo se comunica con su pueblo y le pide una respuesta. No se trata, pues, de una simple lectura, sino del anuncio de la palabra de salvación.

Nunca se debe comenzar la lectura mientras el pueblo esté inquieto o haciendo ruido. Hay que esperar a que todos estén preparados para escuchar. El lector o la lectora no debe leer para sí, sino para el pueblo: comunicarse, mirar al pueblo, ver si el pueblo está prestando atención, si está escuchando. Leer con calma, observando las pausas necesarias para una buena comprensión de la palabra de Dios, y preocupándose de una verdadera comunicación orante del pueblo con la persona de Jesucristo.

No debemos, pues, elegir a una persona cualquiera para hacer la lectura, ni invitar a un lector improvisado, a menos que se trate de pequeños grupos, donde los participantes generalmente ya tienen una cierta preparación bíblica, donde la comunicación es más fácil y donde es posible pedir que se repita el texto en el caso de que alguien no lo haya entendido.

Antes de leer el texto, el lector debe, como Ezequiel (3, 1-4), "masticar", meditar la palabra; "guardarla en su corazón", como María; recibirla en tierra buena como en la parábola del sembrador.

Corresponde a los lectores o lectoras proclamar todas las lecturas bíblicas, haciendo cada lector una lectura. Donde no haya salmista, el lector o lectora leerá también los versos del salmo responsorial. Podrán incluso decir las intenciones de la oración universal (oración de los fieles), a. menos que otras personas lo hagan, o que las preces se dejen a la libre espontaneidad de los participantes.

El lugar para la proclamación de la palabra de Dios es el ambón, desde donde también se lee o canta el evangelio, el salmo responsorial y, eventualmente, se hace la homilía y la oración de los fieles. Debe ser un lugar tan importante como el altar, pues de la misma manera que el altar es la mesa desde la cual se distribuye el pan eucarístico, el ambón es la mesa desde donde se reparte el pan de la palabra de Dios.

También el libro de las lecturas (la Biblia, el leccionario y, principalmente, el evangeliario) es signo de Cristo-Palabra. Por eso la lectura debe hacerse del libro. La importancia del libro se pone de relieve cuando es llevado en procesión, con velas, flores, incienso, cantos y danzas.

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