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ACUERDO DE PAZ “PARTICIPACIÓN POLÍTICA: APERTURA DEMOCRÁTICA PARA CONSTRUIR LA PAZ” COMO PROMOTOR DEL DESARROLLO DE CONDICIONES PARA LA DEMOCRACIA

Enviado por   •  26 de Abril de 2018  •  2.057 Palabras (9 Páginas)  •  454 Visitas

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8. Fortalecimiento de los medios de comunicación comunitarios, institucionales y regionales y creación de un Consejo Nacional para la Reconciliación y la Convivencia.

9. Rompimiento del vínculo entre política y armas. Busca que nadie pueda utilizar las armas para promover o silenciar una causa política y que quienes las hayan dejado para transitar a la política tengan todas las garantías de que no serán objeto de violencia.

10. Creación de un Sistema Integral de Seguridad para el ejercicio de la política y garantías de seguridad para líderes de organizaciones y movimientos sociales y defensores de derechos humanos.

Vemos así que, en el compromiso por desalojar el conflicto armado que lleva más de 50 años en el país, se estableció una mesa de negociación en la que aparentemente se contemplaron aspectos políticos, sociales y económicos que promuevan y consagren la apertura democrática, modificando o subsanando las desigualdades que en buena medida fueron el origen de dicho conflicto.

Está búsqueda del cambio, debe contemplar el desarrollo de acciones que susciten la democracia, integrando los territorios, los pensamientos; fomentando la inclusión social y poniendo fin a las vías de hecho con las que se pretende dar solución a los conflictos sociales; dando paso así, a la institucionalidad para resolverlos y a la representación de los intereses y pensamientos de la sociedad y de quienes constituyen el conflicto en el escenario político y, reforzando el pluralismo y la inclusión política y por ende la democracia.

Es necesario, para que haya una real democracia que tal y como lo dispone la Carta Magna de nuestro país; todas las regiones estén representadas. No podemos hablar de una democracia donde regiones del país se encuentren excluidas y muchas veces abandonadas, donde no se de valor a las decisiones de las mayorías, donde solo se presta atención a las opiniones de unos, o mejor de quienes están inmersos en el tema, no porque el pueblo los haya ubicado allí, sino porque la conveniencia de algunos les dio tal lugar.

Desafortunadamente, en nuestro país, no hay consciencia de lo que significa vivir en una democracia. Los ciudadanos no reconocen el valor de participar, individual o colectivamente en las decisiones que afectan a todos. De igual forma, no entienden la importancia del voto; es decir, la acción de elegir y de controlar a la persona que eligieron para que cumpla los objetivos y metas propuestos (voto programático), que los hicieron destacar entre las otras opciones y por eso, supuestamente, mereció ser escogido. Entonces, la información confusa y contradictoria que señala el capítulo II del Acuerdo de la Habana en nada construye democracia porque la democracia nace de la conciencia de un pueblo y de las instituciones que lo representan. La democracia no se impone.

Por otro lado, es necesario recordar que el gobierno es transitorio y lo que perdura es el Estado, el cual, temporalmente se pone al servicio del gobierno; entonces, porque el acuerdo delega en el gobierno la conformación de entidades que vayan a garantizar lo que ya existe por ser un país democrático: participación, seguridad, libertad de opinión y otras tantas garantías que tienen las personas en el país. Esas instituciones, como el Sistema Integral de Seguridad para el Ejercicio de la Política y Consejo Nacional para la Reconciliación y la Convivencia las debe crear en consenso el pueblo y no como imposición para garantizar la protección, principalmente, del nuevo partido político que surja tras la desmovilización de los guerrilleros.

El artículo 103 de la Constitución Política, consagra los mecanismos de participación ciudadana con los cuales la población puede hacer uso de su derecho a opinar, preguntar o pedir cuentas al gobierno; resulta entonces es ilógico que se requiera la creación espacios para participar cuando ya están establecidos, lo que hay que hacer es valerlos, educar al pueblo para que se aprenda como se ejerce una democracia. El escenario en el cual se inscribe el acuerdo, hace ver como si Colombia estuviera sometida por un gobierno extranjero o por dictadura, cuando en nuestro país, existen todas las oportunidades para que la población se exprese libremente, y por el contrario no son utilizadas ni tenidas en cuenta para la convivencia ciudadana y mucho menos para el ejercicio de la política.

Este Acuerdo propone que la construcción y consolidación de la paz debe darse en un escenario de ampliación democrática, que acceda a la representación de nuevos grupos en el escenario político, para enriquecer el debate sobre los grandes problemas a nivel nacional, fortalecer el pluralismo y la representación de las diferentes opiniones e intereses de la sociedad, con las debidas garantías para la participación y la inclusión política. Sin embargo, nuestra participación en política se sustenta, en la mayoría de ciudades y municipios de nuestro, en la capacidad de pago del candidato y en la necesidad de turno de la persona; entonces, si no hay consciencia de que es vivir en democracia ¿cómo, a través de los que escriben en ese acuerdo se va a gestar, reactivar y generar la democracia?

El problema es la falta de identidad nacional y no, de la existencia de instituciones que hagan lo que ya está hecho. La negociación del proceso de la paz se configuro como un proceso tradicional entre dos partes que en principio se reunieron a puertas cerradas, discutieron y tomaron decisiones que afectan y que tienen que ver con toda la sociedad en su conjunto. Por esta razón, se observó la reacción de diversos grupos que según sus ideologías, creyeron que quedaron rezagados al no ser parte activa de dicho proceso, ovándolo como un Acuerdo carente de legitimidad, lo que hace que su aplicación sea un gran desafío.

De esta manera, y como proceso democratizador, las partes activas que firmaron el acuerdo, colocaron a votación su aprobación, buscando una legitimidad y la inclusión de todos los sectores del país; pero sobre el contexto general, es decir, como aquel pacto que busca la construcción de la paz y no se consideró el consenso del pueblo para establecer que puntos avalaba y cuáles no, restringiendo desde allí el ejercicio de la democracia, pues con un título tan añorado como la PAZ, se pretendía avalar un todo, que en su mayoría se desconocía

En conclusión, podemos afirmar que como promotor de acciones de democracia, el punto 2 del Acuerdo, más que crear herramientas para la participación, debe buscar es que los mecanismos existentes sean empleados, como en todo proceso de opinión, siempre vamos a encontrar voces a favor y en contra, lo más importante es que en desarrollo de la

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