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CALAMIDADES GEMELAS: LA GUERRA DE LOS MIL DíAS Y LA PÉRDIDA DE PANAMÁ

Enviado por   •  29 de Marzo de 2018  •  2.788 Palabras (12 Páginas)  •  735 Visitas

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Sin duda, nadie pudo escapar al efecto de la incontrolable inflación que resultó del uso cada vez más frecuente de la imprenta por parte del gobiemo para cubrir sus gastos militares y de otro tipo. En una ocasión en que se acabó el papel apropiado en las imprentas oficiales, se echó mano de un papel preparado para envoltura de 208 chocolates, y en los billetes recién impresos se podía incluso distinguir el logotipo de la fábrica6. El valor del dólar en moneda colombiana, que al inicio de la guerra era aproximadamente de cuatro pesos, subió hasta cien pesos al finalizar el conflicto, en noviembre de 19027• Pero aun con el recurso de un papel moneda sin respaldo, el gobierno era objeto de tantas presiones, que, para citar un solo ejemplo. ya no podía mantener las tres colonias de leprosos del país, cuyos pacientes quedaron en las calles y carreteras, abandonados a su suerte.

Otro incentivo para la paz fue el estado crítico de las negociaciones con los Estados Unidos en tomo a la concesión para construir un canal que cruzara el istmo de Panamá. El hecho de que ese departamento fuera uno de los escenarios principales de la etapa final de la guerra era algo más que inconveniente, aunque no arectó en realidad el tránsito; el gobiemo de Bogotá no pudo sino estar de acuerdo con que las fuerzas estadounidenses entraran a resguardar la ruta, y de hecho su presencia protegió las ciudades de Panamá y Colón, puntos extremos del trayecto, de suerte que éstas no cayeron en manos de los revolucionarios. La incapacidad del gobierno para prestar cuidadosa atención a las negociaciones del canal mientras el país era desgarrado por la guerra civil fue aún más grave, y esto sin mencionar el debilitamiento de la capacidad negociadora de Colombia con respecto a los atractivos de la posible construcción del canal en Nicaragua. Oportunamente, el acuerdo que puso fin a la guerra fue el llamado Tratado del Wisconsin, firmado en noviembre de 1902 a bordo del navío estadounidense de ese nombre estacionado frente a la costa panamefta. Al igual que el tratado de paz preliminar suscrito un mes antes por las fuerzas liberales en la región de la costa caribeña, este tratado ofrecía garantías de protección personal para los ex revolucionarios, pero ninguna promesa explícita de reformas polfticas. El recurso liberal a la violencia para lograr sus objetivos había resultado, una vez más, contraproducente.

El desastroso desenlace del asunto del canal llegó un año más tarde, con la exitosa separación de Panamá, aunque las rafces hist6ricas de la secesión se extienden hasta el momento en que Panamá entró a formar parte de Colombia, o más precisamente de la Nueva Granada colonial. Como ya se anotó en un capítulo precedente, las 209 relaciones se iniciaron pobremente porque las autoridades españolas pasaron a Panamá de la jurisdicción peruana a la neogranadina en el preciso instante en que el istmo iniciaba un período de difícil reajuste económico. Después de la Independencia, los líderes panameños consideraban que las normas aduaneras y los disturbios civiles de Colombia eran factores que inhibían lo que ellos consideraban la función natural del istmo: servir como emporio mundial del comercio libre. Más de una vez Panamá declaró, al menos temporalmente, su independencia de Bogotá. Siempre volvió al rebaño. pero políticamente favorecía el federalismo como medio para maximizar su autonomía regional; y en este sentido el ultracentralismo del período de la Regeneración fue un violento revés para las aspiraciones panameñas.

Entre las quejas de los panameños, era importante la que resaltaba que, a través de los impuestos generados por el tránsito. las cuotas pagadas por la Compañía del Ferrocarril de Panamá y otras fuentes especiales de ingresos, Panamá producía para el tesoro de Bogotá mucho más de lo que recibía en forma de servicios gubernamentales. Sin duda. los panameños habrían tolerado ese tipo de discriminación y su status de subordinados. si al menos hubiesen podido continuar disfrutando del negocio del tránsito; y fue precisamente en tomo a este asunto que la relación de Panamá con el resto de Colombia se rompió finalmente. El fracaso de los franceses en la construcción de un canal al nivel del mar había dejado a Panamá por lo menos con el tráfico de carga y los pasajeros que utilizaban el ferrocarril existente, incluso mientras continuaban las negociaciones sobre la posible construcción de un nuevo canal por los Estados Unidos. Desde el punto de vista panameño, había que evitar a toda costa que el canal se construyera en otra región. Por esta razón, la sola posibilidad de que los norteamericanos decidieran construir un canal en Nicaragua si las negociaciones con Colombia fracasaban. determinó que los comerciantes y políticos panameños prosiguieran las negociaciones aun en medio de la Guerra de los Mil Días, con un sentido de la urgencia que rara vez mostraban los demás colombianos.

En septiembre de 1902, cuando la guerra estaba por terminar. el emisario colombiano en Washington, Tomás Herrán, finalmente firmó un tratado con el secretario de Estado norteamericano, John Hay, 210 para la construcción del canal a través delistmo. El tratado cedía a los Estados Unidos el control permanente de una estrecha franja de tierra en la cual sería construido el canal; en este respecto, y en otros puntos, se reflejaba claramente la débil capacidad de negociación de Colombia. Mas para las familias prominentes de Panamá y para la variada gama de promotores internacionales interesados en la ruta panameña los términos precisos eran menos importantes que el simple hecho del tratado. Aunque en algunos sectores bogotanos se creía firmemente que los voceros de los Estados Unidos fanfarroneaban cuando sugerían que, de no ratificar Colombia los términos del tratado, su país se volvería hacia Nicaragua para negociar el canal, los panameflos no estaban dispuestos a correr el riesgo de que las advertencias se hicieran realidad. El peligro de que Panamá se separara si el tratado no se ratificaba era evidente incluso antes de que el Senado colombiano iniciara deliberaciones al respecto.

También en el resto del país había quienes pensaban que sería mucho mejor tener un canal en términos poco favorables para Colombia que no tener ningún canal--o,'mejor dicho, ningún canal en el que hubiera participación colombiana. Estas voces se acallaron, sin embargo, en el debate que sobrevino. Guiados por el ex presidente Miguel Antonio Caro, cuya incapacidad de compromiso en asuntos domésticos había influido en la iniciación de la Guerra de los Mil Días, los opositores del tratado señalaron acertadamente que ceder a los Estados Unidos el permanente y directo control sobre la zona del canal era incompatible

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