CIUDADANÍA E IDENTIDAD NACIONAL.
Enviado por Helena • 5 de Abril de 2018 • 1.260 Palabras (6 Páginas) • 507 Visitas
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En el futuro podría quizá decantarse una cultura política común a partir de las diversas culturas nacionales. Un patriotismo constitucional europeo debe adherir en unos mismos principios jurídicos universalistas interpretaciones que están impregnadas de sus respectivas historias nacionales. Para ello es necesario una nueva conciencia del papel que desempeñara Europa en el mundo del siglo XXI.
3. Inmigración y chovinismo del bienestar. Un debate.
Tal como lo vaticinó Hannah Arendt, Europa afronta la existencia masiva de refugiados, de fugitivos y de desposeídos de sus derechos. Es principalmente Europa occidental quien va a tener que asumir este problema que sólo puede resolverse mediante una política común adoptada por los estados europeos afectados. El análisis se centrara en que la disposición para integrar políticamente a los refugiados depende de más bien cómo asuma la población local los problemas sociales y económicos derivados de la inmigración. Están por un lado los de extrema derecha que mediante una ideología de chovinismo del bienestar sostienen que la llegada de inmigrantes será contraproducente. Esta situación pone nuevamente de manifiesto la tensión latente entre el estatuto de ciudadanía y la identidad nacional.
Un ejemplo es lo sucedido con la implementación del estatuto de ciudadanía en los nuevos territorios federales de Alemania, donde los ciudadanos se sentían felices porque ya no serían tratados como alemanes de segunda clase, en lugar de estar alegres porque esto significaba el carácter de salvaguarda de los derechos civiles que se fundamentan en los derechos humanos universales. Además, el componente de los derechos humanos en la ciudadanía se ve fortalecido por otros derechos supranacionales.
La discusión teórico-moral se dio en torno a las obligaciones especiales. Entiéndase por estas a los que un ciudadano tiene en su respectiva comunidad con otros ciudadanos aledaños a él. Sobre esto surgen perspectivas, por un lado están lis utilitaristas que coinciden en que se puede aceptar inmigrantes siempre que estos puedan mantener en equilibrio existente en la sociedad entre los derechos que uno disfruta y las obligaciones que deben ser cumplidas. Por otro lado está el modelo según el cual los deberes especiales se explican a partir de las funciones coordinadas de una división moral del trabajo centralmente instruida. El enfoque moral nos obliga a juzgar este problema sin tomar partido, es decir, ano juzgar unilateralmente.
Frente a estas posiciones individualistas están los comunitaristas que sugieren que los límites sociales regulan la pertenencia a una comunidad histórica de destino y una forma de vida política que es constitutiva de la propia identidad del ciudadano.
M. Walzer sostiene que el derecho a la inmigración tiene sus límites en el derecho de una comunidad política a preservar la identidad de su forma de vida. Por lo cual, la identidad de la comunidad política, que no debe verse afectada por la inmigración, depende principalmente de los principios jurídicos arraigados en la cultura política y no de una determinada forma de vida. Por eso se espera de los nuevos ciudadanos la disposición de amoldarse a la cultura política de su nuevo hogar sin tener por ello que abandonar sus formas de vida cultural original.
De lo discutido se concluye que los estados europeos deben acoger a los inmigrantes y respetar sus formas de vidas culturales, bajo la premisa de que estos nuevos ciudadanos se adaptaran a la cultura política común. Pues, sólo una ciudadanía democrática puede ser cosmopolita, y este tipo de ciudanía es la que corresponde al mundo actual en el que vivimos, un mundo en el que todos estamos conectados.
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