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Comunidad Apostólica Hosanna Redes de Crecimiento

Enviado por   •  21 de Diciembre de 2017  •  2.080 Palabras (9 Páginas)  •  447 Visitas

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Jesús dijo que el árbol bueno da buenos frutos, y el árbol malo, frutos malos. Jesús dijo, también, que debemos producir frutos dignos de arrepentimiento, ya que el árbol que no da buen fruto será cortado y echado en el fuego. El fruto que producimos nos identifica. “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”. (Mateo 7:16-20)

2.2 6 Juan el Bautista anuncia que ya el hacha está puesta a la raíz del árbol infructífero. “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego”. (Mateo 3:8-10)

El principio de la bendición para dar fruto se aprecia en la higuera de Betania. “Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos”. (Marcos 11:12-14) “Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad. Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado”. (19-21)

Jesús maldijo a la higuera porque no dio fruto. La maldición ni lo maldito pueden producir nada bueno.

El Señor nos insta a dar fruto a través de la parábola de la higuera de la viña. “Dijo también esta parábola: “Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”. (Lucas 13:6-9) La supervivencia de la higuera dependía de su capacidad, habilidad y voluntad de dar frutos.

2.3 7 El Señor fue determinante al proclamarse a sí mismo como la vid verdadera y al llamarnos los pámpanos. “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. (Juan 15:1-2) La bendición de producir frutos nos coloca bajo el cuidado del viñador, quien nos limpia más y más, a fin de hacernos más fructíferos.

Toda la Biblia asocia la bendición con los frutos. Observemos la conexión bendición-frutos en los siguientes textos.

Deuteronomio 28:4-6 “Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir”.

Salmo 1:1-3 “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”.

Jeremías 17:5-8 “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”.

El vientre fructífero produce vidas bendecidas. (Deuteronomio 28:4) El varón bienaventurado es fructífero porque recibe la bendición de la palabra de Dios. (Salmo 1) El hombre de fe, el que “confía en Jehová”, es fructífero y da su fruto en su tiempo y su hoja no cae. (Jeremías 17:7)

Las Escrituras citadas arrojan suficiente luz para entender y fortalecer la fe e instarnos a buscar la bendición de Dios, esencial para que seamos fructíferos.

2.4 8 La bendición establece el medio propicio para la fructificación. Este principio operó en Noé y sus hijos. El diluvio destruyó la capacidad de la tierra de fructificar. Esta fue la razón por la cual Dios le ordenó a Noé que construyera el arca e introdujera en ella una pareja de cada especie animal. Por más de un año la tierra estuvo inhabitable. Cuando Dios “se acordó de Noé”, decidió restablecer las condiciones para la fructificación y la multiplicación. El primer acto de Noé y su familia, luego de la salida del arca, fue edificar altar a Jehová. El Señor respondió con promesas, bendiciones y mandatos. Moisés nos dice que, acto seguido: “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra”. (Génesis 9:1)

2.5 9 El reflector de la revelación se proyecta sobre la “Ley de la Bendición”. Noé recibió la bendición de Dios con lo cual fue revestido de la capacidad de fructificar. Noé y sus hijos volvieron a poblar el planeta, y también fueron los constructores de las nuevas facilidades para la vida, los agrónomos y pecuarios de una nueva economía, los edificadores de un nuevo mundo, los inventores de nuevas técnicas y herramientas de producción y los establecedores de un nuevo orden social, administrativo y financiero.

La bendición nos da la capacidad de “llamar las cosas que no son como si fuesen”. (Romanos 4:17)

La Ley de la Bendición abre las puertas para las otras leyes de la fructificación, las cuales son:

- La Ley de la Productividad

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