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Curso sueño y estress.

Enviado por   •  19 de Abril de 2018  •  4.727 Palabras (19 Páginas)  •  208 Visitas

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Figura 1: Fases del sueño[pic 1]

Figura 2: Ciclos del sueño[pic 2]

■ El sueño y la edad

Lo que se ha descrito antes es lo propio de la edad adulta joven. El sueño cambia a lo largo de la vida tanto en lo que se refiere a la duración de los períodos que se duerme, como a su distribución en las 24 horas y a su composición en fases (Bixler y Vela-Bueno 1987; Carskadon y Dement, 2011; Rama et al 2006). Así la duración del sueño es de unas 16 horas al nacer frente a las ocho horas del adulto joven y menos en el anciano.

El recién nacido y el bebé muestran un sueño polifásico, es decir duerme en varios períodos intermitentes a lo largo de las 24 horas. Con la maduración el período principal de sueño se va consolidando de noche y el sueño diurno va disminuyendo. En la edad preescolar el período principal de sueño ya es el nocturno y se duerme aun una siesta. El niño mayor, el adolescente y el adulto duermen de noche y, en condiciones habituales, rara vez duermen siesta. El envejecimiento se asocia con una relativa fragmentación del sueño que aumenta con el paso de los años. Esto se traduce en más despertares nocturnos y una mayor tendencia a dormir siestas.

La proporción de las fases del sueño también cambia con la edad. Así, mientras que los recién nacidos tienen un 50 % de su sueño constituido por fase REM (hasta 80% en el prematuro) este porcentaje disminuye progresivamente hasta el 20-25 % en el adulto y en el anciano. El SOL también disminuye progresivamente a lo largo del ciclo vital desde 20-25 % en el niño hasta estar prácticamente ausente en el anciano.

■ El sueño de la mujer

La comparación de muestras amplias de mujeres y hombres ha permitido demostrar las diferencias del sueño entre ambos sexos mediante estudios poligráficos. Así las mujeres duermen más y mejor, teniendo un mayor porcentaje de sueño calculado sobre el tiempo total en cama (concepto preferible en castellano al de “eficiencia” de sueño), tienen menos fase 1, más SOL y más REM que los hombres. La latencia del sueño es similar en ambos sexos (revisión en Bixler et al., 2003).

1.2 Regulación del sueño y la vigilia

En un apartado previo ya mencionamos que la alternancia sueño-vigilia sigue un ritmo circadiano. Esto se traduce en la tendencia a dormir de noche y a estar despierto de día. Por otra parte el ciclo NREM-REM es la expresión de un ritmo ultradiano. Tanto los ritmos biológicos como los estados de sueño y vigilia tienen sus propios mecanismos reguladores.

En esta sección describiremos sucesivamente las principales características del ritmo sueño-vigilia y de ritmos circadianos con que se asocia, como el de la temperatura corporal y el del cortisol. A continuación describiremos los mecanismos que regulan los ritmos circadianos y los que regulan la alternancia NREM-REM.

■ El ritmo sueño-vigilia

Como se ha dicho, el sueño tiene lugar de noche y la vigilia de día. Pero ni el sueño ni la vigilia son estados homogéneos. Esto se relaciona con la influencia que sobre ambos tienen el ritmo de la temperatura corporal y el del cortisol. El primero de estos tiene un máximo en las últimas horas de la tarde y un mínimo de madrugada, mientras que el del cortisol tiene un mínimo al comienzo del sueño y un máximo en las últimas horas del sueño con una elevación al despertarse (revisión en Czeisler y Buxton, 2011).

El máximo de tendencia a dormir es nocturno, empezando en asociación con el descenso de la temperatura corporal al principio de la noche, acentuándose con el mínimo (o nadir) de este ritmo. También en algunas personas se detecta un aumento de la tendencia a dormirse durante el día, en las primeras horas de la tarde, asociada con una disminución de la temperatura, lo que se manifiesta como tendencia a dormir la siesta.

Hay dos períodos de tendencia máxima a estar despierto (o de tendencia mínima a dormir) que se conocen como zonas de mantenimiento de la vigilia: uno matutino y otro vespertino. El primero tiene lugar unas cuatro horas después del nadir de la temperatura corporal y se asocia con el máximo de la secreción de cortisol. El vespertino, que se conoce también como "zona prohibida para el sueño", dura unas dos o tres horas y se asocia con los valores máximos de la temperatura corporal, unas ocho horas antes del nadir.

■ Regulación de los ritmos circadianos

Los ritmos circadianos, ya sea el de sueño-vigilia, temperatura o cortisol, son la expresión de la actividad de un "sistema temporal circadiano" (STC). La periodicidad de éste, que es de algo más de 24 horas, es endógena, o lo que es lo mismo, independiente de los cambios periódicos del ambiente.

El STC está integrado por "marcapasos" o "relojes biológicos" centrales y periféricos (revisión en Czeisler y Buxton, 2011). El principal reloj central es una estructura bilateral del hipotálamo anterior, que por su topografía se conoce como núcleo supraquiasmático (NSQ). Este sincroniza los múltiples relojes periféricos que se distribuyen por distintos órganos y estructuras. Los ritmos circadianos se integran con las estructuras promotoras del sueño, a través de vías, predominantemente indirectas que conectan el NSQ con las estructuras que regulan el sueño.

Los ritmos están sincronizados por influencias ambientales y comportamentales que se conocen como sincronizadores. El más importante de ellos es la luz, que llega al NSQ a través de las vías retinohipotalámica y retinogeniculohipotalámica (revisión en Czeisler y Buxton, 2011). El ejercicio físico, entre otros, ejerce también un efecto sincronizador.

Otro componente importante del STC es la glándula pineal, que produce la hormona melatonina (revisión Vela-Bueno et al., 2007). Esta se segrega durante la noche con un máximo de madrugada. Esta hormona a su vez regula la actividad del NSQ, que contiene receptores para la misma. La luz tiene un efecto inhibidor sobre la melatonina. La información de aquella llega a la pineal por una vía multisináptica que va desde el ojo al NSQ, de este al núcleo paraventricular (NPV) del hipotálamo y de este a la glándula pineal.

El marcapasos circadiano tiene una marcada influencia sobre una gran variedad de funciones, entre ellas las endocrinas, cognitivas y comportamentales. Las hormonas, tanto centrales como periféricas, tienen ritmos circadianos bien definidos,

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