EL ENSAYO Y EL TEATRO.
Enviado por poland6525 • 7 de Septiembre de 2017 • 7.987 Palabras (32 Páginas) • 596 Visitas
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Por último, hay que mencionar a las dos altas cimas del movimiento, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Bécquer, autor de delicadas leyendas (“El monte de las ánimas”), es reconocido por sus “Rimas”, colección de poemas que describen algo parecido a un episodio amoroso, desde su fase más ilusionante hasta el rechazo y la desesperación. Son de altísima intensidad, sutileza y sinceridad, lo que le han hecho erigirse como prototipo de la poesía lírica amorosa. Rosalía, autora de dos primeros libros en gallego (“Cantares galegos” y “Follas novas”) y de uno en castellano (“A orillas del Sar”), cultiva también con maestría la poesía intensa, doliente, de rimas suaves y formas originales, con sentimientos de nostalgia y unión con la naturaleza.
En resumen, el Romanticismo transformó la forma de entender el arte en lo que entendemos que es hoy: el territorio de la libertad, de lo original, de la inspiración genial.
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LA NOVELA REALISTA Y NATURALISTA.
El Realismo llegó a España en la II mitad del siglo XIX en un contexto en el que triunfa el positivismo, se va imponiendo teoría darwinista y el movimiento obrero sufre un desarrollo enorme. En España triunfa la Gloriosa que da lugar al Sexenio Democrático (1868-1874) y a la I República. En cuanto a la literatura, sucede al Romanticismo y surge en Francia de la mano de autores como Honore de Balzac.
Entre las características del realismo podemos nombrar un afán por observar la realidad y trasponerla a las novelas, llevando sucesos del momento que a menudo intervienen en la resolución de los conflictos. La novela pretende ser un estudio de la sociedad, hay muchos personajes que representan a las clases sociales, aunque suele ser la clase media quien las protagoniza. Triunfa definitivamente la novela con unas características particulares: narrador omnisciente en 3ª persona, relatos ambientados en lugares conocidos y tiempo presente, estructura sencilla y lineal que no deja espacio a la imaginación del lector, descripciones con gran profusión de detalles. Ese afán de realismo les lleva a imitar los diálogos, lo que da lugar a novelas muy verosímiles. El protagonista de la novela es una persona que no se adapta a las convenciones sociales y tiene dos finales posibles, o la sociedad le destruye o se reintegra en ella.
Por otro lado, en Francia surge el naturalismo a partir de la obra de Émile Zola. Pretende llevar los postulados del realismo a sus últimas consecuencias. Sus novelas tienen como protagonista las clases bajas de la sociedad (mendigos, prostitutas, etc.), donde el narrador desaparece, muy críticas y objetivas. No entienden al ser humano como un ser libre, sino determinado por su herencia genética y su entorno social. En España no hubo autores plenamente naturalistas, sólo se dejó sentir en unas escasas obras.
Los primeros autores estuvieron muy influidos por el Romanticismo como Fernán Caballero (pseudónimo de Cecilia Böhl de Faben), su obra más importante es la novela de tesis “La Gaviota”. La primera generación de autores realistas viene en 1868 con nombres como Juan Valera (“Pepita Jiménez”) o José María Pereda (“Peñas Arriba”). Pero el gran autor del realismo español es Benito Pérez Galdós, que empezó cultivando la novela histórica con “Episodios Nacionales”, después tiene novelas de tesis como “Doña Perfecta”, pero lo más importante de su obra son sus novelas contemporáneas, típicamente realistas, como “Miau” y “Fortunata y Jacinta”, en esta se ve muy bien como los hechos históricos influyen en la historia de los personajes. En su última etapa profundizó más en los personajes en novelas como “Misericordia”. Además tiene alguna novela con rasgos naturalistas como “La Desheredada”. También hay que hablar de otros autores como Emilia Pardo Bazán con “Los Pazos de Ulloa” o artículos como “La cuestión palpitante”, en los que podemos encontrar algunos rasgos naturalistas; Leopoldo Alas, “Clarín”, que destaca por “La Regenta”; y más adelante Blasco Ibáñez, el autor que probablemente más se ajusta a la estética naturalista en obras como “Cañas y Barros” o “La Barraca”, donde se centra en la vida terrible de los campesinos valencianos.
En conclusión, el movimiento realista colocó a la novela como género en lo más alto de las preferencias de los lectores, algo que ha quedado invariable hasta nuestros días.
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MODERNISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98.
El Modernismo es un movimiento artístico que se desarrolló entre 1885 y 1915, y supone una reacción contra la estética realista que se venía imponiendo. Durante esta época (“Fin de siglo”) parecía haber triunfado la filosofía positivista vinculada al capitalismo y al progreso tecnológico.
Influido por el Simbolismo y Parnasianismo y conectado con la esencia del Romanticismo, se observan en él unos rasgos característicos. Hay un gusto por un lenguaje lujoso, exótico, con palabras extranjeras, las obras se pueblan de cisnes, góndolas y princesas orientales. Otro rasgo es el escapismo que lleva sus relatos a refinadas cortes de Venecia, Samarkanda o la Grecia clásica. Son autores cosmopolitas, que han viajado y conocen (sobre todo literariamente) otras culturas. La libertad les empuja a realizar renovaciones en la métrica (eneasílabo, decasílabo), en las figuras retóricas (sinestesia, aliteración) y en el léxico (arcaísmos, cultismos). Por último, hay que señalar cómo el espíritu transgresor se deja ver en el gusto por temas paganos y sensuales.
El Modernismo en castellano nace en Hispanoamérica con autores como José Martí o José Asunción Silva. Su mejor exponente, Rubén Darío, lo introducirá en España, y obras como “Azul” o “Prosas profanas” sedujeron a escritores españoles como Manuel Machado (“Alma”). También produjo memorables libros modernistas Juan Ramón Jiménez (“Arias tristes”, “La soledad sonora”). Ineludibles nombres como Antonio Machado o Valle-Inclán los trataremos con la Generación del 98.
Así se conoce a un grupo de autores españoles nacidos entre 1860 y 1875 que cultivaron una literatura con algunos rasgos comunes y que hoy la crítica ve como la aportación española al Modernismo. Algunos de estos rasgos son un gusto por la prosa fluida, natural y antirretórica,
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