ENSAYO RICHARD ROGERS CIUDADES PARA UN PEQUEÑO PLANETA

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La ciudad compacta contempla todas estas consideraciones. Crece alrededor de centros con actividad social y comercial conectados por transporte público, constituyéndose en focos en torno a los cuales crecen los barrios. La ciudad compacta conforma una red de barrios con sus propios parques y espacios públicos donde se integran toda una variedad de actividades públicas y privadas.

Este modelo de ciudad compacta sostenible podría recuperar la ciudad como hábitat ideal de una sociedad basada en la comunidad. Se trata, además, de un tipo de un tipo de estructura urbana que puede fácilmente responder a una variedad cultural. La ciudad debería responder, ante todo, a la gente que alberga, a la comunicación, condensar el fomento de actividades humanas y generar y expresar su propia cultura. Bien sea en climas templados o extremos, en sociedades ricas o pobres, la meta del desarrollo sostenible consiste en idear una estructura flexible que haga posible una comunidad sólida en el seno de un entorno saludable y sin contaminación. La accesibilidad, la existencia de buenos espacios públicos, la presencia del paisaje natural y la explotación de las nuevas tecnologías urbanas pueden mejorar radicalmente la calidad de vida de la ciudad densa.

Existen otras importantes ventajas medioambientales de las ciudades de forma compacta, con menos carreteras y más zonas verdes. Los parques, jardines, árboles y demás zonas verdes aportan la vegetación que proporciona sombra y refresca las calles, patios y edificios en verano. Las ciudades suelen registrar una temperatura de uno o dos grados más que en sus alrededores; por ello, al incrementar en número y superficie las zonas verdes, reducimos ese calor adicional y racionamos el empleo del aire acondicionado. Las plantas amortiguan también el ruido ambiental, mitigan la contaminación, absorbiendo el dióxido de carbono y produciendo oxígeno. Una ciudad compacta reduce el gasto energético. La generación de energía eléctrica produce agua caliente como subproducto, que en las plantas eléctricas convencionales se desperdicia totalmente, las plantas eléctricas podrían bombearla a los edificios, este hecho doblaría el rendimiento de la planta.

Cuando los residuos humanos que son ricos en nutrientes son liberados en altas concentraciones resultan venenosos para el medio ambiente; en cambio, podrían reciclarse para producir fertilizantes y combustibles. Las aguas grises también pueden filtrarse y reutilizarse para regar los parque o, incluso, para el suministro, algunos sistemas experimentales de alcantarillado que vierten su contenido en plantaciones forestales han demostrado ya su eficiencia en el crecimiento de los mismos, así como en parques y restauración de acuíferos locales. El agua potable aparece como el recurso capital del próximo milenio y debemos desarrollar sistemas que optimicen la eficiencia de su uso.

El concepto de sostenibilidad debería también aplicarse a proyectos de “renovación urbana” y “remodelación”. La mayoría de las ciudades del mundo desarrollado han sufrido una intensa desindustrialización en los pasados veinte años, dejando un patrimonio de enormes solares abandonados, situados a menudo junto a vías de transporte, canales, ríos o frentes marítimos. Otras ciudades como Berlín, Beirut, Saigón, Sarajevo y Grozny, fueron devastadas por la guerra. En el caso de Berlín y Beirut, el muro en una y la “línea verde” en la otra, cortaron en dos dichas ciudades, separándolas en bandos opuestos. Como consecuencia, se produjo un alto grado de destrucción en el corazón de sus centros históricos y culturales. Bien fuera por desindustrialización o por conflictos armados, estos enclaves devastados y susceptibles de remodelación representan una buena oportunidad para mejorar su sostenibilidad.

Otro problema que se presenta en alguna de las ciudades del mundo en vías de desarrollo, donde las ciudades se expanden a una gran velocidad, dando como resultado la aparición de poblados barraquistas. El 50 % de la población de estas ciudades acaba de instalarse en ellas y, para una gran parte de estos habitantes, su primera y única experiencia de vida en la ciudad es el barraquismo. En la mayoría de las ciudades, estos asentamientos (normalmente ilegales) carecen de los más elementales servicios tales como alcantarillado, electricidad, y agua corriente. La inestabilidad política, la persecución, el hambre, la deforestación y otras causas graves siguen desplazando a las comunidades rurales hacia las capitales aunque estas no están preparadas para absorberlas ni asegurar su sostén económico.

Por ello es preciso disponer de apoyo técnico y financiero que habilite las infraestructuras de servicios de estas áreas y crear gabinetes que guíen la mejora de sus condiciones de vida. Es justamente en este tipo de casos donde la participación ciudadana puede alcanzar sus mayores éxitos. Aunque solo una mínima proporción de comunidades en esta situación lo haya intentado, algunos poblados barraquistas han logrado, mediante un ejercicio de cohesión social, transformarse en núcleos habitables, baratos pero dignos, mediante la construcción, por parte de sus habitantes, de sus propios sistemas de drenaje, cableado y suministro de agua, priorizando el orden de las mejoras a realizar. Y, lo que es más importante, esta perspectiva ha permitido a ciertas comunidades crear condiciones de vida específicas que responden a necesidades culturales y económicas particulares. A falta de una más justa distribución de riqueza, la mejor manera de ayudar a los habitantes de estos asentamientos es conseguir que colaboren entre sí, proporcionándoles una formación técnica y cultural, una financiación a bajo coste y apoyo político.