EXPERIMENTACIÓN EN SERES HUMANOS.

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8. T.Mifsud en su obra “El respeto por la vida humana” señala: “Es necesario que el biólogo (sobre todo el genetista) se haga más modesto y prudente que nunca, sabiendo que puede desquiciar la misma especie humana. Pero conviene también qué los teólogos no piensen que se encuentran más iluminados que los demás a la hora de resolver complejas cuestiones que plantea hoy la ciencia” (p.231). Por ello, ante la responsabilidad de científicos y teólogos es necesario tener presente tres principios básicos: a) respeto profundo a la dignidad y a la libertad de la persona. Ésta es el metro de todo lo que haga la ciencia y la pregunta será: ¿estamos humanizando o deshumanizando?; b) distinción entre lo que es mejorar (en sentido terapéutico y no eugenésico) y lo que es alterar la especie humana; c) mantención de un elevado sentido ético individual y colectivo. Es responsabilidad de cada persona y también del mundo político y del mundo científico.

9. Entendemos por experimentación humana la auténtica investigación clínica que tiende a verificar o constatar determinadas hipótesis o intuiciones, relativas a la aplicación al ser humano de nuevos fármacos y de nuevas terapias aún no probadas en él.

10. Es necesario, de inmediato, hacer una distinción fundamental: A) la experimentación cuya finalidad inmediata es terapéutica: sanar a una persona enferma…lo que no excluye que progrese la ciencia. B) la experimentación cuya finalidad inmediata es científica: busca el progreso de la ciencia en sí, aunque a la larga tenga un beneficio terapéutico en la comunidad. Esta última experimentación se hace en personas sanas voluntarias, sobre el propio experimentador, sobre encarcelados, sobre condenados a muerte (¡)

11. Aspecto moral: el hecho que se hayan elaborado distintos códigos para la ética de la experimentación humana demuestra que la bondad moral de esta experimentación no es algo automático. En 1946 se establece el Código de Nüremberg sobre experimentos médicos permisibles en seres humanos. Surge en un contexto de una rigurosa exigencia ética profesional porque se quería evitar las transgresiones de los experimentos nazis. Fue un Código muy estricto. Los vigentes son más realistas y tienen su base en las Asambleas Médicas Mundiales de 1964 (Helsinki) y de 1975 (Tokio). Son criterios de ética secular y la Declaración de Tokio ya recibe la influencia de los inicios de la bioética con sus principios de beneficencia, no maleficencia y autonomía.

12. Principios éticos de estas Declaraciones (sin entrar en la distinción de experimentación terapéutica o científica): a) la investigación clínica debe ajustarse a principios morales y científicos lo que implica que debe experimentarse antes en laboratorio con animales o en otra forma científica establecida; b) la investigación clínica debe ser dirigida por personal cualificado científicamente; c) la investigación clínica no puede realizarse si la importancia del objetivo no está en proporción con el riesgo inherente para la persona sujeta al experimento (se trata de ponderar riesgos y beneficios); d) es necesario tener especial cuidado en investigaciones clínicas en que la personalidad del sujeto con el que se experimenta se expondrá a alteración es a causa de drogas o del procedimiento experimental.

13. Principios de experimentación terapéutica: a) si es con el fin de sanar al paciente, el médico puede usar una medida terapéutica nueva si, a su juicio, esa medida ofrece esperanza de salvar la vida, restablecer la salud o aliviar al paciente; b) si es posible, según la situación del paciente, es necesario obtener el consentimiento libremente dado por el enfermo, después de proporcionada una explicación adecuada y comprensible. Si es incapaz legal o físicamente, el consentimiento lo da el tutor o la familia; c) el investigador (médico) puede combinar investigación clínica con el cuidado profesional, siendo el objetivo la adquisición de un nuevo conocimiento médico [experimentación científica], sólo en la medida que la investigación clínica sea justificada por su valor terapéutico para el paciente.

14. Principios de experimentación científica: a) el investigador (médico) permanece protector de la vida y la salud de la persona con la cual se experimenta; b) la naturaleza, fin y riesgo del experimento debe ser explicado al sujeto que se somete a él, por parte del investigador principal, de manera comprensible a aquel; c) el consentimiento del sujeto que se somete al experimento debe ser libre e informado. Por lo general debe ser dado por escrito; d) el sujeto de esta experimentación debe estar en un estado mental, físico y legal que sea hábil para ejercer su poder de decisión. (Hay un debate moral sobre el consentimiento que pueden dar los presos o condenados a muerte); e) Aunque se haya dado un consentimiento por escrito, la responsabilidad sigue en manos del investigador y no del sometido al experimento; f) el investigador debe respetar el derecho de toda persona a su integridad personal, especialmente si el sujeto con el que se investiga es subordinado del investigador; g) siempre se mantiene el derecho a detener la investigación por parte del sometido a ella o retirarse de ella.

15. En el campo de la reflexión católica se han elaborado diversos principios que se aplican a la experimentación en seres humanos. Ellos se establecieron especialmente a partir de Pio XII (conoció de las aberraciones nazis) y han culminado con los últimos pontífices. Se pueden resumir en los siguientes: a) La ciencia no es un valor absoluto. La personas lo es; b) el paciente o la persona sometida a un experimento siempre debe dar su consentimiento informado; c) la persona, aunque otorgue su consentimiento, no tiene un dominio absoluto sobre su integridad física o psíquica; d) es necesario buscar un equilibrio entre el bien personal y el bien de la comunidad. En caso de conflicto prima aquel.

16. Premisas de ética humana y cristiana elaboradas por Giácomo Perico (experto italiano, profesor de moral en este campo):

* El paciente o el sujeto sano que se presta a un experimento es siempre persona. Nunca, por tanto, puede ser tratado como una cosa u objeto. Esta posición de primacía no permite que el ser humano pueda ser empleado como un puro instrumento para cualquier fin. Forma parte de esta primacía todo lo que hay en el ser humano: inteligencia, afectividad, psicología, estructuras, funciones.

* La propia persona es la que autoriza lo que va a hacerse con ella. Nadie puede entrometerse en su propia esfera, sin recibir de ella una específica autorización. Sólo en caso que sus capacidades arbitrales perdieren su eficiencia, será