Edipo Rey, análisis reflexivo.

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El personaje de Edipo muestra la inevitabilidad del destino, el edicto de los dioses y la contradicción de las intenciones de los hombres con las consecuencias de sus actos. Edipo es el héroe caído, es el hombre destruido por su honor mancillado, es el sacrificio para remendar los daños, es la desesperación y es la desgracia misma. La figura de Edipo recalca la idea de que todo lo que sube tiene que bajar: él en un momento es rey amado y respetado por todos mientras que al otro no es más que la fuente de todos los males; pasa en un instante de un marido honroso a ser un amante odioso; pasa de ser padre a ser hermano y de ser esposo a ser hijo. El horror está imprimado en la existencia de este incestuoso rey.

En la tragedia de Edipo nos ponemos pensar en nuestros actos, la manera en que la situación se va de nuestras manos causando el efecto contrario al que pretendíamos. Cómo con nuestras precipitadas decisiones podemos estar maldiciéndonos a nosotros mismos y hasta puede que en nuestra arrogancia al tratar de manejarlo todo.

La incredulidad de Edipo hacia Tiresias es una muestra más de nuestro deseo de controlar la realidad, de negar lo que no queremos escuchar y hacernos más daño escarbando en la desgracia hasta toparnos de lleno con el dolor. Parecemos no querer saber sino lo que más nos conviene a toda costa, aunque eso implique destruirnos.

La trascendencia del criado y el pastor nos muestran la manera en la que el entorno marca nuestra vida, de cómo todas las personas son capaces de trastocar nuestra historia con un simple acto.

Nos muestra también que nadie está exento a la desdicha, que es algo capaz de atacar a los héroes más nobles, que a pesar de todas las cosas buenas que hagamos éstas no se vuelven un escudo contra la tragedia que puede llegar en el momento y en la forma menos esperada.

Edipo rey da también pie a pensar sobre la desesperación, al momento en que Yocasta se suicida y Edipo se arranca los ojos no podemos sino analizar nuestra propia estabilidad mental y preguntarnos “¿qué habría hecho yo?” Muy probablemente volvernos tan locos como los desgraciados en la tragedia, pues nuestros valores juegan un papel muy importante en nuestra manera de reaccionar y ante tan horripilante situación no podemos creernos que actuaremos con tranquilidad pues el remordimiento y el asco nos carcomerían por dentro tal como sucedió en la obra.

Esta tragedia es grande, hermosa y basta, pues en la telarañas de intrigas hemos encontrado un nivel de dolor ―ajeno por supuesto― que es tristemente poético, una historia conmovedora y lamentable; unos personajes que no inspiran sino más que lástima y un maravilloso relato digno de recordar que nos insta a pensar sobre nuestra existencia y actos.