¿Es beneficioso para la economía peruana reuducir el igv?.
Enviado por Mikki • 14 de Febrero de 2018 • 2.943 Palabras (12 Páginas) • 406 Visitas
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Evidentemente, una reducción porcentual del IGV debe realizarse de manera gradual, tal vez un punto por año, evaluando la afectación a la caja fiscal. Además, se debe tomar en cuenta que en diciembre del 2014 el IGV era el impuesto más importante recaudado (52% de los impuestos tributarios).
“En el 2009 los ingresos por recaudación de impuestos también estuvieron por debajo del promedio de la región: mientras que el ingreso promedio de recaudación de impuestos en la región fue de 19% del PBI, en el Perú fue de 16%. En contraste la recaudación por el impuesto general a las ventas (IGV) en la región alcanzó un promedio de 6,4% del PBI, mientas que en el Perú fue de 7,7%”. (Jaramillo, 2013)
Según el Banco Central de Reserva (BCR), el IGV era el 8,2% del producto bruto interno (PBI) en el 2010 y pasó a ser el 8,7% en el 2014. Por ello, si se aplica esta medida, lo más recomendable es hacerlo cuando se inicia un gobierno y con la esperanza de que en el 2016 se haya reducido en gran parte el proceso de la desaceleración económica.
La razón por la que se debería esperar un nuevo presidente es que, en las actuales circunstancias, nos encontramos frente a un escenario internacional conservador en el que no sería conveniente aplicar una reducción del IGV.
Particularmente creo que toda medida de disminución de un tributo no necesariamente puede convertirse en una menor recaudación como algunos alegan. Al contrario, podría contribuir a aumentar los volúmenes de las transacciones. Por eso, creo que la propuesta de PPK lograría atraer a los inversionistas y se concretaría su viabilidad como sucede en los países desarrollados en donde incluso el IGV llega al 12%.
“Bajar la tasa del IGV de 18 a 17% representa una reducción de 1/18 (5.6%). Ello quiere decir que para que la recaudación aumente, la sola reducción de la tasa debería generar una aceleración del PBI de más de 5.6 puntos porcentuales. ¿Alguien seriamente cree que si reducimos la tasa del IGV en un punto nos convertiremos en la economía con el crecimiento más alto del planeta (con un crecimiento de al menos 11% )? Difícilmente, pero ese es el increíble supuesto detrás de la hipótesis que reducir el IGV no sólo dinamizará la economía, sino que contribuirá a una mayor recaudación fiscal.” (Paredes, 2013)
Además, entre las ventajas de la mencionada reducción podrían citarse las siguientes: generaría una favorable expectativa económica que permitiría estimular el crecimiento con un positivo mensaje a los inversionistas privados, locales y extranjeros. Las empresas determinarían sus precios agregando el IGV y en la mayoría de casos bajarían los precios de los productos y servicios, reduciendo la inflación y dinamizando el consumo.
Asimismo, disminuiría el contrabando y permitiría que el sector informal empiece a reducirse. De esta manera, se iniciaría la desaparición de esa gran cantidad de deshonestos que se dedican al mercado de compra y venta de facturas.
Ante propuestas como la del líder de Peruanos Por el Kambio, Pedro Pablo Kuczynski hubo una opinión destacada en contra del economista Pedro Francke, quién basándose en la teoría económica y el popular dicho “no hay lonche gratis” explicó las consecuencias negativas que produciría a la economía peruana una reducción del IGV.
“Yo quisiera que el Impuesto General a las Ventas (IGV) se baje a cero, no solo que se rebaje 3 puntos. También que me dejen de cobrar el Impuesto a la Renta cargado todos los meses a mi boleta de sueldo, eliminen el Impuesto Predial que pago por mi casa y, de pasadita, quiten el impuesto a los carros. Yo quisiera no tener que darle ni un sol al Estado de lo que gano con mi trabajo. El problema es que de algún cuero deben salir las correas. Como dice la frase que popularizó Milton Friedman; no hay lonche gratis”. (Francke, 2015)
Como bien afirma Francke todos quisiéramos no pagar impuestos, pero necesitamos seguridad ciudadana con policías bien pagados, entrenados y equipados, un sistema de salud para todos que realmente asegure educación pública de calidad, cuidado del medio ambiente y calles que no estén llenas de huecos ni atoradas por el tráfico.
A nadie le gusta pagar impuestos, tanto es así que nos los tienen que imponer, de allí su nombre. Los impuestos son la principal fuente de financiamiento del Estado, y a pesar que el aparato estatal provee una serie de bienes públicos y servicios básicos de manera gratuita, a los ciudadanos alrededor del mundo no nos gusta pagarlos. Y cuando la calidad de los servicios y bienes públicos que ofrece el Estado deja tanto que desear como en el caso peruano, el malestar y la reticencia a pagar impuestos puede ser aún mayor.
Es lindo soñar que todo eso puede hacerse con menos impuestos. Pero no se puede. Todos estos servicios públicos cuestan y la rebaja propuesta por Pedro Pablo Kuczynski (PPK) le quitaría al Estado cerca de 10.000 millones de soles anuales: un montonazo de plata. ¿Con menos cuero quiere hacer más correas? Imposible.
Los datos además indican que los niveles de gasto público y de gasto social en el Perú están debajo de los promedios internacionales. Tenemos como ejemplo el sector educación, donde, pese a que nuestra Constitución dice que debiera recibir 6% del producto bruto interno (PBI), apenas llegamos a poco más de la mitad de esa cifra.
La pregunta es, entonces, si PPK ofrece rebajar el IGV, ¿qué va a recortar? ¿El gasto en educación, en salud o en agua? ¿En policías o en carreteras? Salvo que quiera decirnos que sí hay lonche gratis.
“No sería buena idea reducir la tasa del Impuesto General a las Ventas (IGV) como medida para reducir los precios finales al consumidor. En el corto plazo, el grueso de la reducción incrementaría los márgenes de ganancia de las empresas y solo tendría un efecto moderado sobre los precios. En efecto, la reducción de un punto porcentual en el IGV en el 2011 no tuvo un impacto significativo sobre los precios.” (Mendoza, 2014)
Reducir la tasa del IGV tampoco sería la mejor forma de incrementar el grado de formalización de nuestra economía. Todos los impuestos originan una pérdida de eficiencia social, pues reducen la actividad económica. Por ejemplo, una persona trabaja menos horas formalmente si tiene que pagar mayor Impuesto a la Renta y un consumidor compra menos si el impuesto a las ventas es más alto. Así, bajar la tasa de un impuesto aumenta el número de personas que tributan, es decir, la base tributaria.
Sin embargo, diversos estudios durante la última década concluyen que el IGV es el impuesto que causa menores distorsiones en el
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