HALLOWEEN ¡ME GUSTA!

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Sin duda, un análisis similar puede hacerse respecto de la celebración de Halloween.

Su dimensión manifiesta, conciente, es la de la diversión, el disfraz, la estética, las golosinas. Pero subyace también una dimensión profunda o latente en que ciertas fantasías amenazantes o conflictos inconcientes, en relación a la muerte, lo sobrenatural, lo horroroso, lo siniestro, hallan su canal de elaboración y expresión.

Entonces, así como no son perjudiciales para los niños los cuentos de hadas que contienen elementos de violencia y terror, ya que por el contrario contribuyen a su equilibrio emocional, festejos como el de Halloween cumplen también una función catártica y liberadora de impulsos y de angustias.

La escritora chilena Marta Brunet afirmaba lo siguiente hace ya varias décadas: “Ciertas formas falsamente humanitaristas tratan de privar a los cuentos infantiles de sus aspectos crueles, lo que a mi entender es el peor de los errores, puesto que en el mundo del niño existen, nos guste o no, tendencias perversas y es infinitamente preferible encontrarles un derivativo estético y liberarlos de ellas en forma de seres que hacen odiar el mal, antes que tratar de recluirlas en las zonas de lo inconsciente, donde su obscura labor sería mucho más perniciosa. Aún admitiendo que fueran pedagógicamente convenientes los cuentos "blancos", sin seres malvados: ¿Sería posible edificar una historia dramática, en un mundo sin contrastes, todo hecho de purísimo bien? En esos cuentos asépticos todo podría ser perfecto, salvo el interés infantil, que es en definitiva lo único que debe importarnos.”

Entonces, tal vez con Halloween, no se trate tanto de colocar el eje de las criticas en la supuesta deformación de la psiquis infantil o en la extranjerización de las costumbres, desde el sentido común y la desinformación. Tal vez sea interesante, como decíamos al principio, hacer otras interpretaciones de esta celebración, y tener en cuenta la opinión de los directamente interesados, que son los niños, quienes al ocupar las calles y tocar los timbres, invitan a jugar y a pensar… más allá del bien y del mal.

Mónica González