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Enviado por Stella • 10 de Septiembre de 2018 • 7.481 Palabras (30 Páginas) • 480 Visitas
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XXII Y ahora los abonos. Otro producto de la industria petrolera. Los abonos proporcionan una fertilidad inesperada a cualquier parcela abandonada por el hombre. Las especies adaptadas a determinadas regiones y climas son reemplazadas por las variedades más productivas. Las más fáciles de transportar. Es así como en el último siglo tres cuartos de las variedades que el hombre había seleccionado durante milenos han desaparecido. En extensiones que se pierden en el horizonte, abono disuelto debajo, plástico encima, los viveros del desierto de Almería, son el huerto de Europa. Una ciudad de verduras bien calibradas espera cada día los cientos de camiones que van a transportarlas a los supermercados. XXIII Cuanto más se desarrolla un país, más carne consumen sus habitantes. ¿Cómo satisfacer una demanda creciente en el mundo sin concebir criaderos de bovinos casi concentracionarios. Todo se acelera. Fabricar carne cada vez más rápido que el animal se ha convertido en una rutina cotidiana. En la inmensidad de estos corrales son pisoteados por millones de bestias no crece ni una hierba. Un río de camiones provenientes de todos los rincones del país traen toneladas de cereales, soja y gránulos híper-concentrados que se transforman en toneladas de carne. (29:46) Balance: Se requieren 100 litros de agua para producir un kilo de pasta, 4.000 para un kilo de arroz, 13.000 para un kilo de carne de res, sin contar el petróleo para la producción y el transporte. Nuestra agricultura se ha convertido en una agricultura petrolera. Nos ha permitido alimentar a un número dos veces mayor de seres humanos en el planeta, pero ha reemplazado la diversidad por la estandarización. XXIII A muchos de nosotros nos ha permitido disfrutar de un confort inesperado, pero hace que nuestro modelo de vida sea completamente dependiente del petróleo. Así tenemos la nueva medida de nuestro tiempo. El reloj de nuestro mundo ahora late al ritmo de estas máquinas infatigables puestas sobre la bolsa de sol. El planeta entero escucha este murmullo que arrulla nuestras esperanzas y nuestras ilusiones. Proliferan con nuestras necesidades, con nuestros deseos siempre insaciables y con nuestros desperdicios. Sabemos que el fin de este petróleo barato se acerca, pero nos negamos a creerlo. (31:17) XXIV Para muchos de nosotros el sueño estadounidense está plasmado en el nombre de una ciudad emblemática: Los Ángeles. En esta ciudad que se extiende sobre más de 100 kilómetros, el número de automóviles es casi igual al número de habitantes. Aquí cada noche tiene lugar el fantástico desfile de la energía. Los días sólo parecen un pálido reflejo de estas noches que convierten a la ciudad en un cielo estrellado. Todo se acelera. Las distancias ya no se cuentan en millas sino en minutos. El automóvil vuelve a dibujar las nuevas periferias de cada cual en su casa, donde las casas, como debe ser, están ordenadas como candelabros, de calles sin salida. Este modelo del país “feliz” se ha convertido en un sueño universal que propagan todos los televisores del mundo. Incluso si en Pekín lo clonan, hacen réplicas, lo reproducen en las casas estandarizadas que han reemplazado a las pagodas. XXV El automóvil se ha convertido en el símbolo de las sociedades del bienestar y del progreso. Si todos siguieran este modelo, en el planeta ya no habría más de 900 millones de vehículos como hoy, sino 5.000 millones. Todo se acelera. Cuánto más se desarrolla el mundo, más aumenta la sed de energía. En todas partes hay máquinas que excavan, remueven, arrancan a la tierra pedazos de estrellas que han estado enterrados en sus profundidades desde su creación. XXVI Privilegio de los poderosos. El 80% de esta riqueza subterránea lo consume el 20% de la población del planeta. Antes del final del siglo, esta explotación desmesurada habrá agotado casi la totalidad de las reservas del planeta. Todo se acelera. Los astilleros fabrican en serie petroleros porta contenedores, metaneros para responder a la demanda de la producción industrial globalizada. La mayoría de los bienes de consumo recorren miles de kilómetros entre los países que los producen y los que los consumen. Desde 1950 los intercambios internacionales se han multiplicado por 20. El 90% de los intercambios transita por la vía marítima. Se transportan 500 millones de contenedores anualmente. Su destino son los grandes centros de consumo del mundo como Dubái. (35:13)
XXVII Dubái, una de las más grandes obras de construcción del mundo, es el país dónde incluso lo imposible es posible, como crear islas artificiales en el mar. Dubái tiene pocos recursos naturales. Pero con el dinero del petróleo pueden importar millones de toneladas de materiales del mundo entero y también hombres para construir bosques de rascacielos cada vez más altos. Dubái no tiene campos, pero puede importar su comida. Dubái no tiene agua, pero puede desalar el agua del mar a un precio energético considerable y edificar los rascacielos más altos del mundo. Dubái tiene sol a mares, pero ignora las placas solares. El mundo entero no para de asombrarse ante este tótem de una modernidad absoluta. Dubái es como el nuevo faro del todo el dinero del mundo. Nada parece más alejado de la naturaleza que Dubái, y a la vez nada depende más de la naturaleza que Dubái. Esta ciudad no ha hecho más que adoptar el modelo de los países ricos. No hemos tomado conciencia de que estamos agotando lo que la naturaleza nos ofrece. XXVIII Desde 1950, el volumen de pesca ha pasado de 18 a 100 millones de toneladas por año, o sea, cinco veces más. Miles de barcos fábrica vacían los océanos. Tres cuartas de las zonas de pesca están agotadas, en declive, o al borde de estarlo. Casi todos los peces de gran tamaño han desaparecido, porque no han tenido tiempo para reproducirse. Estamos rompiendo el ciclo de una vida que nos había ofrecido XXIX En Dakar, la pesca tradicional se había beneficiado de la abundancia. Pero hoy día los peces escasean. El pescado es el alimento de base de uno de cada 5 hombres en este planeta. Los recursos son escasos, lo hemos olvidado. XXX 500 millones de hombres viven en las regiones desérticas del mundo. Son muchos más que toda la población de Europa reunida. Ellos conocen el valor del agua. También saben utilizarla economizándola. Aquí, ellos dependen de pozos alimentados por agua fósil. Un agua que se acumuló en el suelo cuando la lluvia aún caía en estos desiertos. Esta agua tiene 25.000 años. En los desiertos, esta agua fósil también ha permitido extender los cultivos para alimentar mejor a las poblaciones. Las formas redondeadas de estos cultivos ha sido dibujada por los regueros que los irrigan. Pero el precio que hay que pagar es alto. Esta agua fósil no se renueva o muy poco. XXXI En Arabia Saudita, el sueño de una agricultura industrial en el
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