La adultez mayor es una etapa del desarrollo del ser humano que inicia a los 60 años
Enviado por tolero • 14 de Febrero de 2018 • 2.241 Palabras (9 Páginas) • 552 Visitas
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A lo anterior se une la preocupación de los teóricos por implementar programas de intervención que no solo impliquen al adulto mayor sino también a su contexto. Por tanto, el diseño de programas de intervención debe considerar no solo los factores relacionados con el adulto mayor, tales como es su historia personal, sino también las fuentes de apoyo y las necesidades propias de la población, resaltando que la calidad de vida del mismo puede beneficiarse de la intervención sobre la redes de apoyo, es decir, del entorno social próximo, familiares, profesionales encargados del cuidado del adulto mayor, instituciones, vecindarios, voluntariados, entre otros (Fernández, 1992).
En este sentido es importante, en primer lugar, hacer una distinción entre las debilidades- fortalezas, oportunidades y amenazas de los programas de intervención en adultos mayores. Entre las debilidades se pueden mencionar que los programas solo cubren algunas áreas del adulto mayor, lo cual genera una visión fragmentada del mismo, así como también el hecho de que no existan programas en salud mental en los diferentes centros del adulto. Por su parte, entre las fortalezas se encuentran que dichos programas, en la mayoría de los casos, son apoyados por personal médico, asistencia sanitaria, terapia ocupacional, entre otras, además de contribuir efectivamente al mejoramiento de la calidad de vida del adulto.
En relación con las oportunidades, se puede citar en el primer caso que los programas de intervención permiten generar diferentes espacios de capacitación, contribuyen al desarrollo de estrategias de afrontamiento para los cambios de esta etapa de vida, y se convierten en un factor de protección para esta población. Entre las amenazas está la poca formación profesional y técnica sobre la atención del adulto mayor y la sobrecarga del mismo (cuidado de familiares), lo cual se relaciona con lo mencionado por el Colegio Oficial de Psicólogos (2002), al señalar que es por esta razón que los psicólogos deben dotar tanto a cuidadores como a otros profesionales de herramientas necesarias que les permitan el trabajo con el adulto mayor y sus familias, “humanizando la asistencia e incorporando los principios éticos subyacentes en la intervención y prevenir el síndrome de Burnout en los cuidadores y profesionales” (Molina-Linde, Sánchez Hernandez & Uribe Rodríguez, 2006).
Por tanto, se debe tener en cuenta que las intervenciones tenderán a ser más efectivas en la medida en que se abarque al adulto mayor desde su integralidad, trabajando junto con otras disciplinas y teniendo un amplio conocimiento y contextulización sobre estas personas; un programa de intervención debe estar basado en indicadores biológicos, económicos, psicológicos y sociales ya que las inconsistencias se deben a miradas subjetivas del adulto mayor. (OMS, 2006; Uribe-Rodríguez, Molina & González, 2006).
Teniendo en cuenta lo anterior, a continuación se expone el modelo de intervención psicológica que, según los autores de este artículo, abarca la integralidad del adulto mayor, tanto institucionalizados como los no institucionalizados, lo que se justifica en el hecho de que el lugar en donde resida el adulto mayor puede interferir no solo en las necesidades que tenga el mismo, sino también en el nivel de funcionamiento y de bienestar, lo que hace necesario que las intervención se orienten a dichas necesidades (Uribe & Buela-Casal, 2004).
OBJETIVO
El objetivo de la promoción de la actividad física y ejercicio físicos es lograr que la persona mayor mantenga la independencia por más tiempo con mejor capacidad funcional. Es decir mantener la destreza en la movilidad, lo que involucra varios sistemas, como el corazón y los vasos sanguíneos, el sistema respiratorio, sistema nervioso, el sistema músculo esquelético y el sistema endocrinológico.
PLAN DE INTERVENCION
Las personas adultas mayores presentan una serie de cambios biológicos, psicológicos y sociales. Comprender estos cambios es fundamental para la comprensión de la declinación de su capacidad funcional y la disminución de la resistencia al estrés y a las enfermedades. El gran desafío de la salud pública referida a este grupo etareo es promover el mantenimiento de la funcionalidad. Como lo definió la OMS en el año 1959, en el documento “Aspectos de la salud publica en los ancianos y en la población”, la mejor forma de medir la salud en los ancianos es en términos de la función. Es por ello que promover la actividad física, el ejercicio físico y prevenir el sedentarismo son claves para el mantenimiento de la salud en el adulto mayor, como componente fundamental de un estilo de vida saludable. Es un hecho conocido que tanto la vida sedentaria como la falta de actividad física y la baja practica de ejercicios son factores determinantes en la aparición de ciertas patologías ( hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, osteoporosis, artrosis, debilidad muscular, caídas, depresión, cáncer de colon) o de agravamiento de las mismas una vez presentes. Cada vez resulta mas evidente que una parte importante del deterioro físico se debe a las complejas interacciones entre los determinantes genéticos del envejecimiento, las enfermedades, a menudo subclínicas, las condiciones sociales adversas y a la perdida prematura de aptitudes funcionales por desuso. Actualmente existen estudios con datos que demuestran que el entrenamiento físico continuado en atletas ancianos, mantiene niveles adecuados de masa corporal magra, densidad ósea y potencia muscular. Además de ayudar a controlar algunos factores de riesgo cardiovascular como la hiperglicemia o la hipercolesterolemia. Incluso personas que superan los 90 años, responden al entrenamiento con un aumento del volumen de sus músculos y de la fuerza, a la vez que incrementan su masa ósea, como lo demostró Fiatrone. Se ha demostrado además que los individuos que realizan ejercicios, tienen un 50% menos de probabilidad de fallecer por muerte prematura, que aquellos que son sedentarios, reduciéndose tanto el sufrimiento de la persona como largas hospitalizaciones como los gastos Según Shephard, el entrenamiento físico adecuado a a la edad, sexo y capacidad físico-fisiológicas, puede inducir una marcada mejoría de las funciones esenciales retrasando el deterioro físico y la dependencia unos 10 a 15 años. Además, el ejercicio físico constituye el medio mas seguro para mantener la autonomía, asegurar las capacidades motrices y cognitivas, ayudar a una mejor adaptación al entorno familiar y social, además de potenciar la sociabilidad y educar para el buen uso del tiempo libre, evitando el sedentarismo y dependencia en un ambiente
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