Principios Transcendentales del Hombre.

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Aristóteles (384 – 322 a.C.) Consideraba que el conocimiento se obtenía por medio de la percepción y no de las ideas. De esta forma, confrontó la observación empírica al idealismo Platónico. Para Aristóteles la prudencia es la virtud que permite al hombre escoger los mejores medios para lograr la felicidad.

El modelo de hombre concebido por la filosofía griega, es el del hombre sabio y libre que razona para elegir los medios que le permitan ser feliz y aunque Aristóteles confrontó el idealismo Platónico, ambos consideraban el hombre virtuoso es el que busca el conocimiento.

Durante el Medioevo, la Teología Católica convirtió en principio de todas las cosas a Dios, tanto del mundo divino como del terrenal. El principio de la dignidad de la persona humana se remonta a la época en que aparece el Antiguo Testamento “el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios”, por lo que todos somos dignos de ser igualmente considerados hijos de Dios y cumplir con los deberes morales en el mundo terrenal.

Obedecer la ley moral independientemente de las preferencias individuales. De este modo decir la verdad es preferible a cualquier otra cosa, principio fundamental de Kant (1724 - 1804), En la filosofía Kantiana, está contenida la idea de que es más loable cumplir la ley cuando ésta desagrada a las personas.

Con el triunfo de la Revolución Francesa (1789), el Liberalismo replantea los principios fundamentales como filosofía jurídica y política moderna, mediante el Constitucionalismo Clásico y la implantación de la Democracia Liberal. Se fundamenta en que los derechos naturales y fundamentales del hombre están por encima que los del Estado.

Durante la II Guerra Mundial (1938-1945), se dio una de las mayores violaciones de los derechos inherentes a la persona humana. Esto propició la creación de las Naciones Unidas y a la Declaración Universal de Los Derechos del Hombre (1948), base de todo un sistema internacional de protección de los Derechos Humanos.

Como conclusión se puede decir que en un Estado democrático, respetuoso de los derechos humanos, sus normas jurídicas deben fundamentarse en los principios de la igualdad, la libertad y la dignidad de la persona humana.