Sangre colombiana en la arena francesa.

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Era el mismo hombre delgado que hizo emocionar al país montado en su bicicleta en las grandes vueltas del mundo, el mismo que admiraban desde sus inicios los grandes capos de grandes escuadras de este siglo, que hoy ya no son aficionados y que se han profesionalizado en el arte de las bielas y quienes revivieron el mundo ciclístico para Colombia y a Colombia para el mundo ciclístico, algunos de ellos lo vieron triunfar y se permitían soñar con llegar a ser como él, otros los más jóvenes, lo tienen como un referente lejano en el tiempo, pero muy cercano en ilusiones.

¿Cómo hubiera gozado el padre de las narraciones ciclísticas en Colombia, Carlos Arturo Rueda C., narrando las nuevas grandes hazañas?

Algunos de ellos se han acercado a sus triunfos y han conseguido unos diferentes como Víctor Hugo Peña, que fue el primer colombiano en vestirse de amarillo en Francia, Mauricio Soler, quien siguió sus pasos en el Tour de Francia y a quien un repecho en Suiza le quito el sueño de alcanzarlo y mejorarlo, Nairo Quintana, quien haciendo gala de la misma habilidad para subir, gano el Giro de Italia y con otro prototipo de colombiano, Santiago Botero que le mostro al mundo que aquí también hay buenos contrarelojeros al igual que Rigoberto Uran quien hace reir y llorar cuando por cosas del destino a lo largo de dos años se le ha escapado El Giro, pero le ha alcanzado para llegar de segundo al podio y de primero al corazón de los colombianos, y todos los que hasta ahora empiezan y para quienes ese día no solo se elevo la bicicleta sino su nombre entre los GRANDES, GRANDES del Tour de Francia y de la montaña mundial: LUCHO HERRERA …