Utilizacion de campos magneticos con fines terapeuticos, biomagnetismo

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Gracias a la implementación de esta técnica no invasiva los científicos se dieron cuenta de la importancia del tipo de campo magnético, ya que no todos tenían la misma eficacia sobre los potenciales eléctricos. Esto produjo que se realizaran numerosos estudios para definir cuáles eran los mejores tipos de campo magnético y así poder optimizar su uso, estos ensayos comparativos eran realizados en números pacientes que se sometían al biomagnetismo.

El progreso en estos estudios hizo entender a los investigadores que la clave para la optimización era la interacción entre el campo magnético y el tejido vivo, esto a su vez llevó a que lo que al principio parecía una investigación médica se convirtiera en una investigación más físico-biológica, ya que la base de los estudios posteriores se centraron en conseguir el mejor modelo de campo magnético que pudiera optimizar la interacción de este con el tejido vivo.

Los estudios que se realizaron luego, generaron tres teorías o modelos de campo magnético que explicaban el efecto de estos en el organismo. El primer modelo propuesto fue el de la interacción por actuación del campo magnético sobre la membrana, el cual señalaba que el campo magnético actuaba sobre los iones y macromoléculas relacionados con la membrana celular, dando entender los cambios que este producía en el mecanismo de transporte de la membrana.

Seguido de este, se planteó el modelo ciclotrónico, que se basa en el hecho de que una partícula cargada, en el seno de un campo magnético adquiere una trayectoria circular, lo que aumenta el nivel de energía de las reacciones en el organismo.

Los modelos antes mencionados fueron los primeros intentos de establecer la relación entre el campo magnético y el organismo, pero las pruebas experimentales no dieron una explicación convincente de esto. Por tal razón los investigadores siguieron en busca de respuestas concluyentes y se generó una pregunta que ayudaría a desarrollar un nuevo modelo. ¿Dónde radicaba la terapia?

Los investigadores entendieron que lo primero que tenían que tener en cuenta era definir si la terapia era producto del campo magnético o de la corriente eléctrica que este generaba. Esta gran pregunta fue resuelta gracias a un modelo llamada IPR (Resonancia Paramagnética iónica), que explica el efecto de los campos alternos y pulsados. Este modelo permitió entender el valor que tiene hacer coincidir la frecuencia del campo que se aplica, con la frecuencia de resonancia del tejido expuesto. De esta manera, se obtiene un fenómeno de resonancia en el cual se logra el máximo de energía, el máximo de estimulación de la función efectiva, y por tanto, los mejores resultados.

Este modelo ha seguido evolucionando, dejando claro que el campo magnético es la causa y la bioelectricidad es el efecto, permitiendo usar los campos magnéticos en más de una forma terapéutica.

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