APORTACIONES A LA EPISTEMOLOGIA DE LAKATOS, FEYERABEND, POPPER, CARNAP
Enviado por Rebecca • 11 de Diciembre de 2018 • 5.162 Palabras (21 Páginas) • 494 Visitas
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Obviamente, al extender el criterio falsacionista a un segundo nivel metafalsacionista (que ahora se requiere para poder someter a falsación al falsacionismo) se necesitan acuerdos de la comunidad científica que van más allá de la elemental legitimación de los enunciados básicos (cuyo referente es empírico) y que confrontarían a las teorías en calidad de potenciales falseadores; ahora, es menester un acuerdo más complejo relacionado con la forma de discernir la legitimidad de las evaluaciones en uso respecto del progreso de la ciencia. En dicha metaevaluación la epistemología se ocupará de someter a escrutinio la racionalidad de los criterios de la demarcación y de progreso científico, para lo cual debe operar en un segundo nivel de contrastación fáctica que –como llevamos dicho- ya no es directamente empírico sino sólo cuasi-empírico, esto es: su base observacional se configura a partir de las evaluaciones de primer grado de la comunidad científica, estimando por tales los acuerdos que ésta ha adoptado frente a las teorías que presentaban anomalías.
De tal modo las instancias de falsación ya no serán los enunciados básicos (propios del primer nivel empírico) sino que ahora son reemplazados por la instancia cuasi empírica de la evaluación básica, según, históricamente, ha sido ejecutada por la comunidad científica. Luego, el metacriterio que postula Lakatos se enunciará así: “...sí un criterio de demarcación es inconsistente con las evaluaciones básicas de la elite científica, debe ser rechazado”.
En consecuencia, la metódica de la metafalsación será historiográfica, porque lo que ahora corresponde hacer es revisar cómo han funcionado de hecho las evaluaciones de la comunidad científica con relación a las teorías que reunían méritos para ser falseadas y, por tanto, debían ser repudiadas por la comunidad científica; en definitiva, en eso consistirá la prueba básica cuasi-empírica que usará Lakatos en la evaluación metafalsacionista del racionalismo crítico.
Ahora bien, si la evidencia histórica muestra que la manifiesta insuficiencia de una teoría condujo a la comunidad científica a declararla falseada y consiguientemente resultó excluida del corpus del conocimiento científico, entonces –sobre la base de esa evidencia- debe estimarse que el postulado falsacionista de Popper ha sido corroborado. Pero, si resulta que las teorías que reunían méritos para rechazarse continúan vigentes (con el beneplácito de la comunidad científica) y, algunas de ellas con el transcurso del tiempo, han llegado –incluso- a ser valoradas como auténtico progreso; entonces, de acuerdo a la confrontación con la evidencia cuasi-empírica todo indica que debe decretarse la falsación del falsacionismo y, paralelamente, su marginación de la racionalidad científica.
Lakatos sostiene que el resultado del examen historiográfico permite confirmar que muchas evaluaciones efectuadas por la comunidad científica valoraron como importantes progresos del conocimiento y la investigación a programas científicos que presentaban severas anomalías en sus fundamentos. Popper creía, ingenuamente, que los grandes científicos están dispuestos a abandonar sus teorías si estas son refutadas, pero esa creencia se debe a una concepción de la ciencia fundada en un antihistoricismo militante que no corresponde al desarrollo de la ciencia real y le impide –a Popper- aceptar la peculiar racionalidad de muchos de los aspectos más impresionantes del crecimiento de la ciencia: “Popper desea reconstruir como racional (según sus términos) la aceptación provisional de teorías, se ve obligado a ignorar el hecho histórico de que las teorías más importantes nacen refutadas y que algunas leyes son reelaboradas y no rechazadas a pesar de los conocidos contra-ejemplos. Tiende a cerrar los ojos ante todas las anomalías conocidas con anterioridad a aquella que posteriormente es entronizada como experimento crucial”.
A juicio de Lakatos, en toda investigación científica se encuentran anomalías que bajo el prisma falsacionista ingenuo serían consideradas refutaciones incontrarrestables, pero la actitud del científico, normalmente, es pasarlas por alto concentrándose en las posibilidades que le ofrece la heurística positiva de su investigación, confiando en que más adelante, a la luz de nuevos descubrimientos, las incongruencias se aclararan.
Juzgada desde el falsacionismo popperiano esta manera de actuar es una estrategia censurable, pero, no obstante, es la actitud que la mayoría de los científicos adoptan frente a las dificultades que les presenta la investigación y, además, es una práctica tácitamente aceptada por la comunidad científica. Así, ha ocurrido que programas de investigación que han llegado a ser exitosos progresaron a través de un océano de anomalías y sobrevivieron recurriendo a hipótesis ad hoc, hasta que –finalmente- lograron encontrarse con la esquiva fertilidad heurística.
Por eso, aceptando la evidencia histórica, tenemos que reconocer: a) en sus evaluaciones la comunidad científica no se ciñe a las instrucciones metodológicas falsacionista y, en consecuencia, el progreso de la ciencia no es fiduciario de la lógica falsacionista; b) la presencia de anomalías (potenciales instancias refutadoras) no es argumento suficiente para excluir una teoría declarándola pseudocientífica; c) la heurística positiva de una teoría puede tardar en tomar fuerza y producir anticipaciones cruciales, d) la corroboración empírica de las anticipaciones teóricas puede demorarse en presentarse y, además, nunca es concluyente.
El epistemólogo ilustra sus afirmaciones con abundantes estudios de casos, además de los ejemplos aportados por Khun y Feyerabend en este mismo sentido, con quienes sostuvo permanente diálogo y debate. A raíz de estas comprobaciones -concluye Lakatos- que es menester construir un modelo de evaluación de la ciencia que sea compatible con la ciencia real, en tanto:” ... los criterios científicos utópicos, o bien crean exposiciones falsas e hipócritas de la perfección científica o alimentan el punto de vista de que las teorías científicas no son sino meras creencias enraizadas en intereses inconfesables”.
A la par, se desprende de esta constatación que debe elaborarse un modelo de ciencia que: a) sea congruente con la práctica real de los científicos reales; b) ofrezca una solución -racionalmente coherente- al problema de discernir las cláusulas exigibles a una teoría científica y cuando le es imputable la condición de pseudociencia; c) determinar –al menos aproximadamente- de qué modo se puede establecer, al interior de la ciencia, que una teoría es mejor que otra.
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