“EL ESTILO DE HORACIO QUIROGA EN EL CUENTO EL SOLITARIO”
Enviado por monto2435 • 26 de Marzo de 2018 • 3.096 Palabras (13 Páginas) • 3.506 Visitas
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El titulo del cuento: “El solitario”, es de índole emblemática, pero también simbólica, puesto que el solitario hace referencia a un objeto: al brillante más valioso que pasó por las manos de Kassim. Y es simbólico porque se hace un juego con ese sustantivo, con esto, decimos que es el brillante el protagonista, el causante de la tragedia desembocada en la muerte de María, realizada por su esposo Kassim.
Quiroga nos va contando la historia intercalando diálogos entre los protagonistas:
“-¡Y eres un hombre, tú!- murmuraba
Kassim, sobre sus engarces, no cesaba de mover los dedos
-No eres feliz con migo, María- expresaba al rato”. A través de esos diálogos podemos detectar el nivel cultural y situación social de los personajes, pues emplean un lenguaje culto, guardando la compostura incluso cuando María le recrimina Kassim su desdicha.
Utiliza un lenguaje directo, que se entiende con cierta facilidad, no exento de palabras cultas y precisas. Al ser un autor uruguayo emplea ciertos americanismo, por ejemplo: “suéltame, dejáme” consiguiendo de esta manera mayor realismo en la construcción del relato.
También. Como hemos expuesto anteriormente, en cuanto al lenguaje que Horacio utiliza, predomina la narración, fundamentalmente la descripción breve de los personajes y sus acciones, empleando recursos literarios pero sin abusar de ellos. Utiliza metáforas: “…seguía con ardor las intimas delicadezas del engarce”, que afírma la idea de intimidad entre las joyas y Kassim.
Utiliza además, la prosopopeya: “la joya, sacudida por la convulsión del ganglio herido tembló un instante desequilibrado”. Hipérboles: “El rostro de Kassim adquirió de pronto una dureza de piedra…”, denotando una exageración: diciendo que se transformó en joya. También: “…rugió su mujer enloquecida…”, “¿Quién puede ser feliz contigo?... ¡ni la ultima de las mujeres!
Proporciona una etopeya, que es una descripción de los rasgos de la personalidad del personaje: “Era un hombre indeciso, irresoluto y callado…”, estas tres características se revierten cuando decide matar a María, su esposa. La hace parte de su arte, comparte con ella su intimidad. En ese momento, María llegaría a estar más cerca de la pasión de Kassim de lo que nunca estuvo antes.
Quiroga, como parte de su estilo. Cultivó los más variados tonos: el dramático, el patético y el amoroso. “El solitario” no es una excepción de implementación de tal estilo. Los protagonistas comparten la locura, de manera diferente, la soledad son cónyuges pero su relación se encuentra en decadencia.
Las características que ofrece el cuento, permitió darnos cuenta de quién es él, por ejemplo, el empleo de su abundante tono fúnebre en su modo de escritura, es una característica que adopta un lugar protagónico en el relato, así como también de su vida personal.
Quiroga narró con estilo preciso, el horror y la tragedia de una vida, mal vivida entre conyugues. Lo que condujo a Horacio a emplear este argumento, es que para sus cuentos retoma su vida y de cómo esta influye en la producción artística. Las muertes de cercanos y familiares que soportó en el transcurso de su vida, le sirvieron para que su intención con esas características sea el provocar en el lector una conmoción.
El solitario” es un cuento de estructura limpia y sencilla, su técnica es más narrativa que diálogo, o descriptivo. No hay profundidad en los personajes y hechos. Es un cuento realista.
Conservando elementos muy característicos del cuento norteamericano, Quiroga nos ofrece un relato dinámico, nos presenta de una manera evolutiva la trama desenvolviéndose hasta su finalización. En el comienzo, considera el exabrupto, lo que proporciona vigor al cuento. El cuento debe incitar al espíritu adivinatorio del lector según Quiroga, llevarlo a un final impredecible, aunque cabe la posibilidad.
Quiroga, desde el título, comienza de manera sugestiva por el final. Para crear todo esto en el lector, él recurre al uso de recursos estilísticos extras. Desde su capacidad narrativa, el modo descriptivo, el uso de figuras retóricas (sin abuso ni exageración), el lenguaje y el tono empleado, finalmente, Quiroga nos presenta un relato influenciado por su propia vida y afinado con recursos propios de su estilo.
“No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino”
-Horacio Quiroga- .
Cuento: El Solitario de Horacio Quiroga.
Kassim era un hombre enfermizo, joyero de profesión, bien que no tuviera tienda establecida. Trabajaba para las grandes casas, siendo su especialidad el montaje de las piedras preciosas. Pocas manos como las suyas para los engarces delicados. Con más arranque y habilidad comercial, hubiera sido rico. Pero a los treinta y cinco años proseguía en su pieza, aderezada en taller bajo la ventana.
Kassim, de cuerpo mezquino, rostro exangüe sombreado por rala barba negra, tenía una mujer hermosa y fuertemente apasionada. La joven, de origen callejero, había aspirado con su hermosura a un más alto enlace. Esperó hasta los veinte años, provocando a los hombres y a sus vecinas con su cuerpo. Temerosa al fin, aceptó nerviosamente a Kassim.
No más sueños de lujo, sin embargo. Su marido, hábil artista aún, carecía completamente de carácter para hacer una fortuna. Por lo cual, mientras el joyero trabajaba doblado sobre sus pinzas, ella, de codos, sostenía sobre su marido una lenta y pesada mirada, para arrancarse luego bruscamente y seguir con la vista tras los vidrios al transeúnte de posición que podía haber sido su marido.
Cuanto ganaba Kassim, no obstante, era para ella. Los domingos trabajaba también a fin de poderle ofrecer un suplemento. Cuando María deseaba una joya -¡y con cuánta pasión deseaba ella!- trabajaba de noche. Después había tos y puntadas al costado; pero María tenía sus chispas de brillante.
Poco a poco el trato diario con las gemas llegó a hacerle amar las tareas del artífice, y seguía con ardor las íntimas delicadezas del engarce. Pero cuando la joya estaba concluida -debía partir, no era para ella- caía más hondamente en la decepción de su matrimonio. Se probaba la alhaja, deteniéndose ante el espejo. Al fin la dejaba por ahí, y se iba a su cuarto. Kassim se levantaba al oír sus sollozos, y la hallaba
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