El bosque encantado

EL BOSQUE ENCANTADO

Cuentan los que cuentan cuentos que en un bosque muy lejano ocurrían cosas muy extrañas tan extrañas que nadie las entendía, empezando porque nada tenia color todo alrededor hasta las personas eran de color negro, blanco y gris, y lo peor sucedía cuando llegaba el atardecer y el anochecer todo se ponía tan oscuro que nada se veía alrededor, todas las personas se atemorizaban tanto que se encerraban en sus casas y temblaban de miedo. Y es que las personas, estaban convencidas, de que allí afuera habitaban  monstruos espeluznantes, que solo aguardaba la oportunidad de que la gente  salieran  para comérselos. 

Ellos podían escucharlos rasguñando las puertas  con sus enormes  garras que seguramente eran  tan largas como las de un oso salvaje, oían un gruñidos bastantes tenebrosos, que susurraban muchas  veces sus nombres o se quejaban de hambre, se escuchaba golpear el fuerte viento con las ramas de los árboles y los truenos en las noches de largas lluvias.

Casilda era una niña que vivía en ese lejano bosque junto a sus padres ella era una niña muy especial porque la gente que la conocía decían que tenia una belleza tan admirable que cualquiera accedía a sus peticiones, pero esta niña especial cuando llegaba la noche se asustaba tanto que se envolvía debajo de las cobijas y temblaba tanto hasta quedarse dormida, ella se la pasaba rogando porque la puerta de su casa nunca se abriera.

Lo peor de todo es que nadie les creía a los habitantes de ese bosque porque decían que los monstruos no existían y todos se ponían era a reír.

Las demás personas pensaban que los habitantes de ese bosque tenían una  imaginación demasiado grande,  —les decían que aquí no hay nada más que un hermoso bosque con indos paisajes y que los monstruos no existen.

Pero era obvio que ellos pensaran eso porque solo iban de día  y los monstruos solo trataban de meterse a las casas  por las noches, cuando las sombras los ocultaban de la vista de los demás. Si todo era de día, las criaturas espeluznantes  nunca se atreverían a salir de sus escondites.

Pero esa misma noche Casilda estaba dispuesta a enfrentar a estos temibles monstruos se metió debajo de sus cobijas como siempre pero con una linterna en sus manos dejo la ventana de su cuarto entre abierta- Oyó unos  golpes en la puerta de su cuarto y asomó su cabeza, con miedo.

Dijo –hola ¿hay alguien hay?

Pero como era de suponerse nadie respondió.

Se armo de muchísimo  de valor, se puso sus babuchas y anduvo hasta la ventana, se cogió de  una de las  manijas y abrió la ventana. Se escondió por un momento entre sus cobijas y camino hasta que se dio cuenta que su ropa se transformó en las  hojas de los  árboles del bosque. Se dio cuenta de que no todo estaba tan oscuro que estaba la luna y  las estrellas iluminaban aquel lugar lleno de casas diminutas donde habitaban todas las personas y animales que vivían en ese hermoso lugar.