El laberinto de la soledad. Resumen
Enviado por Ensa05 • 11 de Octubre de 2018 • 1.652 Palabras (7 Páginas) • 489 Visitas
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Que de malo puede tener una fiesta si por definición está es para celebrar, hacernos sentir felices, reír con nuestros amigos algunas ocasiones con nuestros enemigos, hasta aquí todo bien, el problema de lo anterior radica en lo que origina ese festejo, como se materializa y lo peor es los fines para los que se lleva a cabo. Iniciaré por mencionar la causa que es precisamente la religión la cual, en vez de perseguir hacer el bien a la gente, busca ofuscarla en su actuar frente a los demás así sea para defenderse. El segundo cuestionamiento es lo que se debe hacer para llevar a cabo los interminables festejos, a nuestro país de manera general podemos describirlo económicamente como pobre y entre otras muchas razones una de ellas es el despilfarro que se hace para llevar a efecto cada una de las fiestas con motivos religiosos que en ocasiones tienen una duración de semanas, alguien podría decir que lo que señalo es exagerado pero baste con decir que en algunos pueblos o barrios la gente no tiene ni para comer pero a la hora de la fiesta del pueblo o del barrio para celebrar al santito de la comunidad, las habitantes del lugar son capaces de privarse de necesidades básicas incluso de endeudarse con tal de cumplir con lo que la iglesia de su localidad dicta con la advertencia de que si no le festejamos, dicho santo nos castigará y no intercederá por nosotros ante “el padre celestial”.
Mención aparte merece la finalidad de las fiestas que por sí mismas ya causan un daño inmediato a la economía del lugar donde se realice y peor aún, como ya se dijo, a la economía de cada familia, dicha finalidad es mantener a los fieles bajo el yugo católico en el que nos han tenido desde hace ya varios siglos y lo harán mientras sea posible, así quedó de manifiesto en aquella frase que pronunciada paradójicamente por el “santo padre” pero que en sí misma propone, a mi parecer, una maldición, “México siempre fiel” y esto en vez de alegrarnos debería atemorizarnos pues hemos comprobado con mucho sufrimiento que gracias a esa fe imperdible seguimos empantanados en una desigualdad social cada vez más amplia.
No es mi propósito desentrañar el término “malinchista” solo le daré el sentido que todo mexicano tiene por cierto, tal expresión está bastante vigente y tristemente lo digo, parece que nos acompañará por siempre, me refiero a su vigencia porque por alguna razón parece que los mexicanos lo traemos en las venas. Como lo he expresado más arriba somos un pueblo que parece que nos molesta que sobresalgamos como individuos pertenecientes a una misma nación y por eso estamos dispuestos a llevar a cabo antivalores sea aquí en México, sea en cualquier otro lugar del mundo y me refiero concretamente a los Estados Unidos, sostengo esto porque no le encuentro otra explicación al hecho de que haya habido mexicanos que votaron por un antiinmigrante recientemente en ese país.
El laberinto de la soledad trata de retratar la identidad del mexicano, cosa que por cierto aún no se ha conseguido, pero lo importante del libro es que en general no ha perdido vigencia y seguramente no la perderá en mucho tiempo porque las conductas que llevamos a cabo como individuos en tanto pertenecientes a un pueblo, son precisamente nuestra esencia como mexicanos, nuestras costumbres, formas de ser, nuestra cultura en general, si consideremos lo anterior podemos advertir que lo único que nos queda por hacer es aprovechar lo mejor de nosotros mismos e ir purgando aquello negativo que nos ha caracterizado en el exterior ,me refiero específicamente a la idea de que el mexicano es machista, fiestero borracho, por otro lado alguien sin mayores aspiraciones como lo muestra ese cuadro del mexicano sentado, durmiendo a la sombra de un nopal, que si analizamos detenidamente esa representación, aunque nos duela parece que no está muy lejos de la realidad conformista a la que nos hemos acercado durante mucho tiempo y aún lo seguimos haciendo, tal vez por esa inercia que nos han heredado nuestros antecesores y que no nos ha dejado pasar de la adolescencia social que atinadamente nos refirió nuestro premio nobel de literatura.
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