El príncipe. Teoría y Problemas Sociopolíticos Contemporáneos
Enviado por poland6525 • 3 de Junio de 2018 • 5.085 Palabras (21 Páginas) • 442 Visitas
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Tratando ahora el caso en que un ciudadano, no por crímenes ni por violencia, sino gracias al favor de sus compatriotas se convierte en príncipe, a esto se le puede llamar “principado civil”, al llegar a el depende de una cierta habilidad propiciada por la fortuna, y que necesita o bien del apoyo del pueblo, o bien del de los nobles, en toda ciudad se encuentran estas dos fuerzas contrarias, una lucha por mandar y oprimir a la otra, la cual no quiere ser mandada ni oprimida; del choque de las dos corrientes surge uno de los tres efectos siguientes: principado, libertad o licencia.
El principado pueden implantarlo tanto el pueblo como los nobles, según ya sea la ocasión que se presente a unos o a otros, los nobles por ejemplo cuando prueban que no pueden resistir al pueblo, concentran toda la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe para así poder a su sombra dar rienda suelta a sus apetitos; el pueblo cuando a su vez comprueba que no puede hacer frente a los grandes, cede su autoridad a uno y lo hace príncipe para que lo defienda (Por un lado o por el otro se busca un representante el cual directamente de acuerdo a la necesidad de cada quien busque la manera de llegar a un objetivo, ya sea el de someter por decirlo de cierta manera, o el de defenderse, de cualquier manera opino yo siempre es más sencillo con una persona que directamente este al mando buscando como realizar el objetivo), pero el que llega con la ayuda de los nobles al principado se mantiene con mayor dificultad que el que ha llegado mediante el apoyo del pueblo ya que los que lo rodean se consideran sus iguales y de esta manera se les hace difícil el mandarlos y manejarlos como ellos quisieran; por otro parte el que llega por el favor popular es única autoridad y no tiene a nadie o al menos a casi nadie que no quiera obedecer, lo malo es que no puede honradamente satisfacer a los grandes sin lesionar a los demás, pero sin en cambio puede satisfacer al pueblo, ya que la finalidad del pueblo es más honesta que la de los grandes, porque estos quieren oprimir y los otros no quieren ser oprimidos. (De una u otra manera sin importar el objetivo que se busque sino se tiene de su a lado a la mayoría resultaría demasiado difícil y hasta imposible el lograr lo que se busca), es una necesidad para el príncipe vivir siempre con el mismo pueblo, pero no con los mismos nobles, supuesto que puede crear nuevos o deshacerse de los que tenía y así quitarles o concederle autoridad a capricho.
Para aclarar esta parte en lo que se refiere a los grandes, se deben considerar en dos aspectos principales, ya sea que proceden de tal manera que se unen por completo a su suerte o no, por otro lado a aquellos que se unen y no son rapaces se les debe honrar y amar, a aquellos que no se unen se les tiene que considerar de dos maneras, si hacen esto por pusilanimidad y defecto natural del ánimo, entonces tú debes servirte en especial de aquellos que son de buen criterio, porque en la prosperidad te honraran y en la adversidad no son de temer, pero cuando no se unen sino por calculo y por ambición es señal de que piensan más en si mismos que en ti, de ellos se debe cuidar el príncipe y temerles como si se tratase de enemigos declarados, porque esperaran la adversidad para contribuir a su ruina. (Creo yo que más que el príncipe deba temerles, es buscar la manera de que ellos mismos ni siquiera piensen en una manera de perjudicarlo a el y a su reinado por medio de diferentes maneras de demostrar su poderío).
El que llegue a príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse en conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo solo pide no ser oprimido. Pero el que se convierta en príncipe por el favor de los nobles y contra el pueblo procederá bien si se empeña ante todo en conquistarlo, lo que solo le será fácil si lo toma bajo su protección… un príncipe necesita contar con la amistad del pueblo, pues de lo contrario no tiene remedio en la adversidad.
Al examinar la naturaleza de estos principados considero capaces de poder sostenerse por sí mismos a los que, o por abundancia de hombres o de dinero pueden levantar un ejército respetable y presentar batalla a quienquiera se atreva a atacarlos, un príncipe que gobierne una plaza fuerte y a quien el pueblo no odie no puede ser atacado, y aunque fuese atacado, el atacante debería retirase sin gloria. (De mis partes favoritas ya que se menciona como una de las grandes bases y más fuertes de un Estado es el no ser odiado, ya que al no ser odiado se le da mayor derecho sobre las decisiones y así poder realizar mejor sus planes, aparte si se llegó a ese punto de no ser odiado es por una razón, porque se ganó ese derecho con esfuerzo y acciones).
Nos queda discurrir sobre los principados eclesiásticos, respecto a los cuales todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte, y se conservan sin el uno ni la otra, dado que se apoyan en antiguas instituciones religiosas que son tan potentes y de tal calidad, que mantienen a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo en que estos procedan y vivan; estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden, súbditos, y no los gobiernan, y los Estados a pesar de hallarse indefensos no le son arrebatados, y los súbditos, a pesar de carecer de gobierno, no se preocupan, ni piensan, ni podrían sustraerse a su soberanía, por consiguiente los únicos principados seguros y felices. Como están regidos por leyes superiores, inasequibles a la mente humana, y como han sido inspirados por el Señor, sería oficio de hombre presuntuoso y temerario el pretender hablar de ellos.
Después de haber discurrido detalladamente sobre la naturaleza de los principados, de haber señalado en parte las causas de su prosperidad o ruina y los medios con que muchos quisieron adquirirlos y conservarlos, resta ahora hablar de las formas de ataque y defensa que pueden ser necesarias en cada uno de los Estados a que se refiere, los cimientos indispensables a todos los Estados nuevos, antiguos o mixtos, son las buenas leyes y/ o las buenas tropas, las tropas con que un príncipe defiende sus Estados son propias ya sea mercenarias, auxiliares o mixtas. Las mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas, y el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará jamás seguro, ni tampoco tranquilo, porque están desunidos, son ambicioso, desleales, valientes entre los amigos, pero cobardes cuando se encuentran frente a los enemigos, ya que no tienen disciplina, quieren ser sus soldados mientras el príncipe no hace la guerra, pero en cuanto la guerra sobreviene huyen o piden la baja. Los capitanes mercenarios o son hombres de mérito, o no lo son, no se puede confiar en ellos si lo son porque aspiraran siempre a forjar su propia
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