Ensayo Charlie y la fábrica de chocolate

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hemos planeado, ya que cuan mayor sea la humildad, mayor es el logro.

De igual forma, otro valor que marcó esta historia fue el de la esperanza, aquella que por más acabado que nos encontremos nunca la debemos perder, siempre debe estar allí aunque sea en una diminuta cantidad, porque es esa la cual nos va a dar fuerzas para esperar y obtener lo que tanto anhelamos y lo que más queremos con todas las fuerzas de nuestro corazón, y que va junto a la mano de la fe. Sí, la fe, porque de ella es quien aprendemos a creer en que sí se puede; en que todo, absolutamente todo se puede lograr. La fe es esa poderosa palabra que tiene el poder de mover montañas, siempre y cuando se sienta de verdad, grande y fuerte, pues sin ella quedaremos a la deriva, pensando en qué creer y en qué poner una esperanza firme. Por ejemplo: si nosotros como personas, como ser que se quiere a sí mismo, que se ama y se valora, no creemos en la esencia que podemos emanar, y en todo aquello que podríamos llegar a hacer, ¿quien más lo haría? Más nadie. Todo comienza en creer en uno mismo y en sus capacidades, en que es capaz de alcanzar una meta, un objetivo y salir victorioso de ello. Y si no tenemos las fuerzas suficientes para pensar en que podemos, en que no seremos lo suficientemente buenos, allí estará siempre alguien para darnos una mano amiga, levantarnos de ese vacío psicológico en el que nos encontramos y ayudarnos a volver a creer en uno mismo y a creer en que sí se puede.

Basándose en lo siguiente: «--Nunca se sabe, cariño --le animó la abuela Georgina--. La semana que viene es tu cumpleaños. Tú tienes tantas posibilidades como cualquier otro.» (Roald Dahl, 1964, p.36), este es un ejemplo claro de aquellas personas que nos animan y que velan para que nuestras esperanzas no decaigan y tengamos siempre firme nuestro deseo de creer.

Y en un tercer plano, encontramos la felicidad en la que vivía la familia Bucket, que a pesar de todos los contratiempos por los que pasaron, siempre estaba presente esa chispa que los mantenía unidos; por más frío, hambre y entre otras necesidades que tuvieran, la alegría era una de las cosas que prevalecían y permanecían allí, porque eso es lo que representa la familia unida; felicidad.

Este libro nos enseña lo duro y difícil que es la pobreza, y nos lo muestra al principio de la lectura, y que, triste y lamentablemente también hace parte de la realidad que muchas personas viven, y que muchas de ellas la pasan solos, sin más nadie que los acompañe, ni siquiera sus familias, pues muchos no la tienen consigo.

Finalmente, se concluye que a pesar de los obstáculos que tengamos en nuestro camino; al inicio, a lo largo de él e inclusive al final, podemos tener la certeza de que el destino nos va a premiar por tan forzoso e incesante trabajo que se hizo para llegar a la meta, y que esa ardua labor que tanto nos costó hacer, pasar y labrar en ella las veces que fueron suficientes, al final tiene su recompensa y que así mismo, las buenas acciones nos llevan a buenos resultados, y que los buenos valores son más que permitidos, porque una persona de excelentes virtudes siempre será premiada por aquellos hechos y pensamientos virtuosos que lleve en el corazón y en la