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Ensayo de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”

Enviado por   •  26 de Abril de 2018  •  2.297 Palabras (10 Páginas)  •  819 Visitas

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Volviendo a la novela, aquella noche la pasaron entre unos árboles. Sancho, durmiendo plácidamente. Don Quijote, después de haberse hecho de una nueva lanza, pues la suya había sido destruida por el asta del molino, pasa la suya pensando en Dulcinea. Aquí se hace presente una vez más el idealismo, la tendencia de considerar al mundo y a sus ideas de acuerdo con modelos de armonía y perfección ideal que no se corresponden con la realidad. Imagina a su bella dama que, según sus creencias, lo espera al final de todas sus aventuras. Demuestra don Quijote que es también un ser humano, tiene deseos carnales y disfruta de las pasiones humanas como cualquier otra persona.

A la mañana siguiente no quiso desayunar, pues se alimentaba, tal y como en sus libros de caballería, con los recuerdos de su amada, de Dulcinea. Le pidió a Sancho que si tenía que entrar en una nueva aventura, solamente le ayudase si se trataba de canalla y gente baja”; no, si eran caballeros andantes. Como siempre, fiel a su código de caballería.

Estando en esta conversación aparecieron a lo lejos dos frailes subidos en sus mulas. Detrás de ellos venía un coche con cuatro o cinco hombres a caballo y dos mozos a pie. En el coche iba una señora vizcaína que se dirigía a Sevilla. Don Quijote de inmediato crea en su cabeza una historia completamente disparatada, en la que cambia a los frailes por encantadores que llevaban secuestrada una princesa. Siguiendo su propósito de defender a los débiles y de rescatar a las damiselas en peligro, se dispone a entrar en batalla. Sancho, el cabo que mantiene a don Quijote con un pie en el mundo real, intenta convencerlo de lo que sucede en realidad. Aunque como es de esperarse, don Quijote no hace caso de los consejos de Sancho y tomando carrera ataca a los frailes. Uno, al verlo venir, salió corriendo; el otro cayó al suelo. Sancho se dirigió al que yacía en el suelo y quiso despojarlo del hábito y de sus pertenencias porque según don Quijote le había dicho, tras haber librado batalla y salir victorioso, las pertenencias del contrario pasaban a ser suyas. Los mozos al ver lo que Sancho hacía, se dirigieron a él, aprovechando que don Quijote se había ido hacia el coche. Golpearon sin compasión a Sancho. El fraile cuando pudo se levantó, se subió en su mula y rápidamente huyó, dejando a Sancho malherido y a don Quijote manteniendo una disparatada conversación con la señora que iba dentro del coche.

Hasta este punto, me parece muy cómico el enredo en el que don Quijote se mete sólo por sus locos impulsos e ideas. Lo cómico está presente en todo el capítulo, pero a mi parecer, sobre todo en este fragmento. También se hacen presentes una vez más las pasiones humanas de don Quijote, como su deseo por tener a su mujer. Se muestra en la parte en la que éste le pide a la señora vizcaína que vaya hasta el Toboso y le diga a su Dulcinea la épica hazaña que acaba de presenciar. La codicia de Sancho vence a su sentido común, lo que le acarreará que le muelan a palos. En este suceso, su personalidad se irá amoldando a la locura de su amo hasta tal punto que su percepción de las cosas se acabará pareciendo a la de su señor, con el único matiz de que uno está loco y el otro es un pobre inocente que quiere mejorar su vida. Don Quijote siempre tiene su mente en las aventuras y acción, mientras que Sancho tiene su mente en el ocio y vagancia. Con estas dos actitudes se puede saber la gran diferencia que hay entre las dos personalidades. Sancho es pacífico y precavido, Don Quijote es tiene una sed insaciable por aventura.

Tras haber conversado de una forma sumamente rara con la señora, aparece un vizcaíno, descrito como un desastre de pies a cabeza. Un hombre sin educación y que jamás aprendió a hablar bien el castellano, y mucho menos la lengua vizcaína. Este personaje intenta apartar a don Quijote del camino pues les impide el paso, y al sentirse ofendido por su atrevimiento, éste lo desafía en batalla blandiendo su espada.

Es muy cómica esta escena, pues lo primero que el vizcaíno toma como escudo es una almohada, y así, chocando de cuando en cuando sus espadas, y éste cubriéndose con su almohada se libra la primera parte de la batalla, que es más verbal que física. Se comprende que ambos personajes, don Quijote y el vizcaíno, en su papel heroico, se sienten ofendidos el uno por el otro. Sin embargo, los argumentos de ambos se ven interrumpidos, pues el narrador cuenta al lector como el autor de la obra no encontró más escritos sobre la batalla del ingenioso don Quijote con el vizcaíno hasta después de un largo tiempo, cortando de forma abrupta el hilo de la historia, y continuando con el desenlace del enfrentamiento en el capítulo siguiente, dejando al lector con ganas de más. Comenta que en la segunda parte habrá otro autor que lo complete, y así deja al lector en shock, con un estilo caballeresco que Cervantes emplea.

Este capítulo da pie a plantear algunas de las interpretaciones más importantes que se han dado del Quijote. En concreto, la advertencia de Sancho a don Quijote, diciéndole que “aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento”. Con este “parecer” se inicia la doble perspectiva con la que don Quijote y Sancho ven la realidad. Vicente Ríos, en 1870 realizó una tesis para el prólogo de la Real Academia sobre el doble punto de vista con el que Cervantes realiza su obra. Para empezar, las visiones que don Quijote tiene de las cosas, que están constituidas por lo que su fantasía le dicta, moldeada por los libros de caballería. En este capítulo, más específicamente, se halla en la confusión de molinos con gigantes y en la de los frailes de la orden de San Benito con encantadores. Y en segundo lugar, la que nosotros, lectores, tenemos al ver la realidad como es, la de percibir el modo de captar don Quijote las cosas que le ocurren: “El lector siente un secreto placer en ver primero estos objetos como son en sí, y contemplar después el extraordinario modo con que los aprende”, afirma Ríos. Anthony Close, en “Las interpretaciones del Quijote”, definió el punto de vista anterior diciendo que “Lo que Vicente de los Ríos realizó es un penetrante análisis de la dicotomía entre ilusión y realidad en que se funda la novela”, y es precisamente en torno a lo que gira todo el capítulo, en términos más simples: la lucha de la percepción de la realidad contra la locura.

Para Cervantes, no hay una forma única de ver las cosas. La realidad es cambiante y los juicios de valor son relativos. Sin embargo hay unas realidades morales cuya existencia es absoluta. Este es el caso de la libertad amorosa. Cuando esta verdad absoluta se rompe porque se ha producido

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