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Informe Lengua y Literatura: Los Juegos Del Hambre

Enviado por   •  25 de Marzo de 2018  •  1.763 Palabras (8 Páginas)  •  913 Visitas

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No hay forma de que estos personajes resuelvan los dilemas que provocan los Juegos. Es algo con lo que tendrán que lidiar por el resto de sus vidas; el ser testigo a asesinatos brutales, algunos a mano propia, o el llorar de las familias de los caídos, las pesadillas y las aclamaciones desagradables de la gente que todo lo tiene, gente que finalmente no tiene nada.

Más allá, nos encontramos en el cuento de Manuel Laines Mujica. Un universo verídico y cruel, en el que no se haya un gramo para comer. Se nota desde el principio el aire crudo y realista del ambiente, y el personaje principal es Baitos, un ballestero que muere de hambre.

“El Hambre” tiene muchos puntos interesantes, entre ellos que demuestra a lo que está dispuesto a ir el hombre para saciar el instinto de supervivencia.

“[…] El hambre lo tortura de forma tal que comprende que si no lo apacigua en seguida enloquecerá. Se muerde un brazo hasta que siente, sobre la lengua, la tibieza de la sangre. Se devoraría a sí mismo, si pudiera. Se troncharía ese brazo.”

(Manuel Mujica Lainez, “El Hambre”)

Entre otros, lo escalofriante y perturbador de que tan lejos ese instinto pueda llegar.

En la situación desesperada, Baitos no piensa dos veces ante la oportunidad del canibalismo. Entonces planea con su hermano el robo de los cadáveres para hacerse un festín. Y nótese cómo la cordura tiene poca prioridad en la situación; de ser descubiertos podrían haber castigos peores que la muerte. Pero cuando se llegan a niveles tan altos de desesperación, el sentido común es opacado por el impulso salvaje de sobrevivir.

Sin hesitación, Baitos va esa noche a el lugar donde se encuentran los cadáveres, y allá ve, interponiéndose entre él y su comida, a Bernardo Centurión; sólo, de espaldas y cubierto en pieles de nutria. Tanta es la ira que le causa su egocéntrica vestimenta, que considera eliminarlo de una vez por todas.

“[…] ¿Y por qué no, en verdad, en su más terrible verdad, de una vez por todas? ¿Por qué no aprovechar la ocasión que se le brinda y suprimirle para siempre? Ninguno lo sabrá. Un salto y el cuchillo de caza se hundirá en la espalda del italiano.”

(Manuel Mujica Lainez, “El Hambre”)

No puedo evitar pensar que, si tan sólo restara un poco de cordura en la mente de Baitos (o, más bien, un poco de comida en su estómago), hubiera sido posible que se pregunte de nuevo lo que hacía. Aprovechó la locura causada por el hambre para asesinar a un hombre que detestaba, y así comer los cadáveres pendientes de la orca. Con lo que no contaría, sería que tras perforar la espalda y abrigo de el hombre, se encontraría cara a cara con su hermano, a quien arrebató la vida.

En ese momento, algo se prende dentro de Baitos. Su mente deja de girar en torno a el potencial comestible de este cuerpo, si no que activa la culpa y arrepentimiento, sumado a la realización de lo que estaba haciendo. Acababa de asesinar a alguien quien resultó ser su querido hermano, con quien había despedido a su madre en su tierra natal, a su compañero. Y es que si Baitos hubiera terminado asesinando a Centurión, lo hubiera hecho gustoso. No es lo que lo aterra el haber asesinado a otro ser humano, si no el hecho de que ese ser humano era su preciado hermano.

Ahora no había motivo de seguir viviendo, no había recompensa, no había con quien comer tan preciado festín. Invadido por la tristeza y la culpa, decide que es mejor terminarlo todo, y corre hacia los campos donde los indios esperan en guardia. Sabe que es suicidio, y también sabe que no hay otra forma de cobrar por sus pecados.

Conclusión

Tanto Los Juegos del Hambre como El Hambre son representaciones de la voluntad y los extremos a los que llegaría alguien para sobrevivir en un futuro apocalíptico. Si bien diferentes y con distintos públicos en mente, poseen similitudes en ciertas cosas que tiene la clásica distopía.

Más allá de ser atrapante, sus personajes son interesantes de analizar y uno no puede evitar esperar con ansías que es lo peor que podría suceder luego.

Ponerse en los zapatos de ellos, es incluso más escalofriante.

Bibliografía

- Collins, Suzzanne (2011) Los Juegos del Hambre. Buenos Aires; Del Nuevo Extremo. Molino

- Mujica Laines, Manuel (1950) “El Hambre” en Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires; Sudamericana

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