LOS SIN NOMBRE

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Pero claro, no voy a mentirles, la lucha de los sin nombre no fue nada fácil, tuvieron que pasar varios años para que la gente entendiera que no podían seguir así, que era necesario un cambio, que siempre es posible una nueva y mejor realidad, tuvieron que morir grandes líderes a quienes no les importo nunca morir porque sabían que no estaban solo soñando, sino luchando por ver sus sueños hechos realidad. Y qué mejor que en vez de observar la belleza del horizonte, ir a caminar en busca de las cosas bellas que hay rumbo hacia él y maravillándose con cosas nuevas sin importar lo largo del camino, y todo lo que haya que recorrer, sin importar el no llegar a un destino, porque en el horizonte no existe destino, siempre hay algo más allá, y más allá siempre se van a descubrir cosas nuevas que maravillaran a quien camina.

Con el paso del tiempo y de la lucha, los más chicos, y los más soñadores empezaban a escuchar esas historias de lo que era antes el mundo y como era el mundo de quienes soñaban quienes luchaban, e interesándose así también ellos en luchar por hacer esos sueños realidad, y sumándose así mas soñadores a esta revolución por el sueño hacia el futuro, no el futuro que nos tocó vivir, sino el futuro que nosotros mismos quisimos forjar, no un mejor futuro en ese mismo momento, pero si un futuro de lucha que nos conduciría a un mejor futuro para nuestros hijos, un futuro de luchadores y de sueños para los hijos de los sin nombre, de los sin voz que se hicieron escuchar, de los sin cuerpo, de los sin alma, que con su lucha se hicieron sentir, demostrando así que si tenían voz, que si tenían cuerpo, que si tenían alma, y que si tenían nombre, pues su voz era la lucha, su cuerpo eran las masas, su alma eran los sueños y su nombre era Pueblo.

Pasaron años en la lucha de los sin nombre contra el capital y sus gobiernos, murieron así miles y sufrieron millones, pero nada importa cuando no solo se sueña, sino se lucha por esos sueños. No importa el tener que caminar, mientras se logre llegar a un mejor destino, y no quedarnos perdidos en un desierto padeciendo su inclemencia y luchando por sobrevivir por ese miedo a caminar en busaca de algo nuevo, en busca de un destino. Fueron los sin nombre quienes después de la inconciencia que los conllevo al sufriendo decidieron lucrar mediante la revolución para cambiar su mundo de dolor, tristeza, pesadez y zozobra. Pero también fueron los sin nombre quienes sufrieron, fueron los sin nombre que en algún momento perdieron la esperanza, fueron los sin nombre quienes perdieron en algún momento su libertad para volver a conseguirla, fueron los sin nombre quienes lucharon tarde y aprendieron de las consecuencias de dejar al tiempo su rumbo y decidir caminar cuando solo queda un desvanecido aliento. El comienzo de la lucha no es cuando todo se ve perdido, no es cuando se está en las peores condiciones y no queda de otra, es momento de la lucha siempre, porque siempre se puede luchar por algo mejor, y es momento de la revolución, porque evolución es un proceso de cambio, y revolución solo es otro proceso de cambio, pero de un cambio acelerado que lo produce la lucha del pueblo en busca de algo mejor.

Los sin nombre, los sin voz, los que estuvieron hay pero nunca existieron, el pueblo, un pueblo que grita en silencio, que habla con voz muda, que se mueve sin cuerpo, que vive sin alma, que vuela sin viento, que sueña sin rumbo, y que vive pero no vive en realidad. Pero también ese pueblo que un día decidió lucra y cambiar su mundo, cambiar su realidad, revolucionando las mentes para hacer de la revolución el camino hacia sus sueños, hacia una nueva y mejor realidad, moviendo así conciencias antes de mover masas, soñando con un nuevo y mejor mundo, y naciendo ideas antes de forjar sus ideales.

Autor: Daniel Johany Zubieta Ramos

Tunja Boyaca Colombia, 3 de junio de 2017

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