Martes con mi viejo profesor.Fue un libro muy interesante de leer

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…Hay que aprender a creer y vivir, disfrutar cada día como si fuese el último, “todo el mundo sabe que se va a morir pero nadie se lo cree, si lo creyéramos haríamos las cosas de otra manera…”.

¿cuántas veces hemos decido hacer algo diferente de nuestra vida rutinaria? y después de mucho pensar decimos, “¡mañana lo hago!”, pero ese mañana nunca llega, y todos decimos, “¡la vida es una y hay que vivirla!”, “no sabemos si el mañana llegue”, “si yo estaré vivo para entonces”, pero son sólo palabras, realmente nunca hemos estado totalmente conscientes de que el día menos pensado podemos morir y ese mañana desaparecer, tal vez tenemos miedo de creerlo y preferimos pensar que el tiempo esperará por nosotros, pero no es así, y posponemos cosas que son importantes como convivir y hacer algo fuera de la rutina, olvidamos lo valiosos que son los seres que viven con nosotros, nos olvidamos de lo impórtate que son estas personas en nuestras vidas y no prestamos atención a los pequeños detalles que hacen la diferencia, como el dedicar quince minutos completos únicamente para la persona que queremos, haciéndole sentir lo importante que es para nosotros y lo feliz que estamos por tenerla a nuestro lado, sin embargo; esas cosas se dejan pasar y cuando ya no tenemos a esas personas con nosotros quisiéramos poder regresar el tiempo y hacer todas esas cosas que no hicimos por ellos, pero el tiempo no camina hacia atrás y nos llenamos de arrepentimientos y vivimos con ellos de manera que nos nos permiten continuar.

“aprende a perdonar a los demás y perdónate a ti mismo”, le decía Morrie a Mitch

En conclusión: hay que tener siempre en cuenta que cada quien tiene una perspectiva diferente de la vida, no mejor, ni peor, sólo diferente y que en medida en que nosotros estemos dispuestos a reconocerlo y a respetarlo encontraremos la paz interior y la felicidad que tanto buscamos, esa libertad que increíblemente esperamos encontrar en donde sea menos en nuestro interior. Y así como Morrie Schwartz, “el viejo profesor” de Mitch, en medio de su sufrimiento encuentra la paz y la felicidad, y la transmite a Mitch, también nosotros podemos hacer lo mismo.