Muertos y sus mundos

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Al lado de los Campos Elíseos estaban las Islas Afortunadas, aunque de estas hay varias versiones. En ellas habitaban los que habían nacido tres veces y regresaban al mundo de abajo.

En todo el mundo inferior reinaba Hades. Éste rara vez subía al mundo de los mortales. Se cuentan de él varias leyendas:

Iba un día en su carretela de oro tirada por cuatro corceles negros y encontró a la ninfa Minta. Sintió deseo de poseerla y se lanzó hacia ella. Pero su mujer Persefone a pareció al instante y transformó a Minta en la planta que hoy días llamamos Menta. Quedó frustrado Hades. La leyenda está relacionada con dos hechos: tenía el dios infernal un templo en el Monte Minta, en Elis. Y en los funerales era usada la menta en ramos, juntamente con el romero y el mirto. Rito que tal vez tuvo origen en la tendencia a neutralizar el hedor que a veces despedía el cadáver.

En otra ocasión trató de violar a la ninfa Leuque. La diosa del Averno la transformó en álamo blanco y la hizo arraigar junto a la fuente de la Memoria, de que se habló arriba.

Hades ignoraba totalmente lo que en el mundo terreno o en el Olimpo acontecía. Vagas noticias le llegaban por los golpes que daban con los puños en tierra los dolientes y los desesperados. Era como un rudimentario telégrafo para él.

Era el dueño de todos los tesoros enterrados, sea por la naturaleza, como son los metales preciosos o las piedras finas, sea los que hubieran enterrado los hombres.

Tenía como una de sus insignias un yelmo de obra de Cíclopes, se lo dieron en gratitud por haberlos dejado regresar a la tierra, por mandato de Zeus. Este yelmo hacía invisible al dios infernal.

Persefone, su mujer, le era fiel pero no tenía hijos suyos. Él se asociaba mejor con Hécate, la reina de las brujas y magas. Ya se dijo en su lugar que tenía esta diosa tres cabezas: una de leona, otra de perra y la tercera de yegua.

GARIBAY K Ángel Ma. (1986), Mitologías griega, Porrúa, México, pp 170-171.