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NOMBRAR EL MUNDO EN LA POESÍA DE VICENTE ALEIXANDRE

Enviado por   •  10 de Diciembre de 2022  •  Trabajo  •  9.985 Palabras (40 Páginas)  •  279 Visitas

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NOMBRAR EL MUNDO EN LA POESÍA DE VICENTE ALEIXANDRE

NOMENCLATURA

PC                            POESÍAS COMPLETAS

Á                                                        ÁMBITO 

PdlT                       PASIÓN DE LA TIERRA

EcL                     ESPADAS COMO LABIOS

DoA          LA DESTRUCCIÓN O EL AMOR

MaS                                  MUNDO A SOLAS

SdP                        SOMBRA DEL PARAÍSO

UN                           NACIMIENTO ÚLTIMO

HdC                   HISTORIA DEL CORAZÓN

VD                        EN UN VASTO DOMINIO

P                                                        PICASSO

RcN                   RETRATOS CON NOMBRE

PdlC      POEMAS DE LA CONSUMACIÓN

DdC     DIÁLOGOS DEL CONOCIMIENTO

GN                                    EN GRAN NOCHE

  1. Introducción

La palabra poética en un autor de la talla de Vicente Aleixandre pretende, ante todo, mostrar su capacidad de representación del mundo. Mundo en mayor o menor medida ordenado o caótico pero cognoscible en último término, ya sea mediante la plena adecuación de la palabra a éste o gracias a la sustitución metafórica de signo irracionalista las más de las veces. “La trayectoria total de Vicente Aleixandre en su poesía puede ser vista como una aventura progresivamente dirigida, cada vez con mayor voluntariedad y conciencia, hacia el conocimiento”[1]. Pero antes de iniciar nuestro análisis adentrémonos en la figura y en la creación poética de Vicente Aleixandre.

  1. El autor

Poco cabe decir de la personalidad del autor que no se haya dicho ya. Sevillano de nacimiento y malagueño de adopción, su vocación es ligeramente tardía. De niño había conocido a otro grande del 27, aunque relegado a un segundo plano, el poeta Emilio Prados, cuando la niñez protegía al creador escondido en ambos poetas; ninguno supo reconocer en el otro su incipiente grandeza artística aunque lograran trabar una ingenua amistad con la facilidad de los niños. En Aleixandre no sería hasta la adolescencia que, gracias a un pequeño regalo de su reciente amigo Dámaso Alonso, conociera su propio talento. El regalo era un pequeño libro de versos, del Rubén Darío más intelectual de los últimos años. Tras las numerosas lecturas, su vocación de poeta fue creciendo casi al par que disminuía su salud. Durante muchos años tendría que permanecer en reposo por una enfermedad (tuberculosis nefrítica). Esto no le impidió escribir junto con Dámaso un primer libro al alimón, que hoy pocas veces entra en las antologías, titulado Álbum por el propio soporte que lo sustentaba[2], ni participar en algunas de las actividades del grupo del 27 como el homenaje a Góngora, aunque el autor cordobés nunca supuso una influencia notoria en Aleixandre.

Tras el homenaje a Góngora del 27 el otro gran avatar que marcó al grupo fue el inicio de la Guerra Civil. Si aquél sirvió para unirles, éste les separaría. Lorca sería la primera víctima de la contienda, y Alberti, Cernuda, Guillén y Salinas, entre otros muchos artistas, los exiliados tras la derrota del bando republicano. Gerardo Diego se adheriría al Régimen, Dámaso permanecería en España en una posición apolítica, en consonancia con su carácter pacífico y ensimismado, y nuestro poeta se vería obligado por motivos de salud a quedarse. De haber tenido que elegir no sabemos si su opción habría estado más cercana a la de su amigo Dámaso o a la de los exiliados. Pero sí conocemos la opinión que a posteriori le supuso a Aleixandre su permanencia: “Ahora (...) me alegro de no haber podido ir al exilio: yo quise vivir y he vivido la suerte de mi pueblo”[3].

Y en verdad ningún poeta del 27 ha marcado con tanta intensidad la vida de las generaciones posteriores. La calle Velintonia, número 3 (hoy calle Vicente Aleixandre) fue el centro neurálgico de la poesía española durante los duros años de la posguerra y durante todo el régimen franquista. Tres generaciones la contemplan; la del 27, la del 50 (con amigos como Claudio Rodríguez o Valente) y la de los novísimos de los años 70. ningún poeta de esta época tendrá una sola palabra negativa contra el hombre que hizo de la poesía un auténtico ejercicio de comunicación. Normalmente se señala a Hernández, Alberti o Neruda como los antecesores de la poesía social de los años 50, pero se olvidan de que las bases éticas de las propuestas de este período estaban en el sentimiento de solidaridad que recorre toda la obra aleixandrina y que se acentúa en la etapa final o ciclo histórico (ver unas líneas más abajo). La concesión del Nobel en 1977 supuso una sorpresa para muchos no por la falta de calidad de nuestro autor, sino por la poca fortuna que los premios suelen tener a la hora de acertar con los autores indicados. Años después (1984) el poeta del 27, de una longevidad excepcional como muchos de su generación, nos dejaría en su último viaje tras una vida de éxitos y galardones que sirvieron de reconocimiento de su dilatada carrera artística.

  1. Itinerario de su poesía

La obra de Aleixandre es dilatada pero de una sorprendente cohesión temática. Tras los poemas de Álbum, de influencias varias (hay hasta un caligrama) nos encontramos con la primera obra Aleixandrina de coherencia plena, Ámbito (1928), primera aproximación al conocimiento a través de la palabra poética. Pasión de la Tierra es una obra muy distinta, con pocos años de diferencia (está escrito en los años 1928-1927, pero publicado en 1935), cuando las técnicas surrealistas aún no habían cuajado en la poesía española, aunque las lecturas de nuestro autor (Rimbaud, Lautréamont, Baudelaire) ya le habían acercado a la tradición francesa, fuente de todas las innovaciones del período. Espadas como labios es una de las mejores obras del autor, aunque su nombre haya quedado ocultado por composiciones posteriores. Aquí el poeta consigue un equilibrio sorprendente entre dicción poética clásica y fórmulas vanguardistas; sin perder de vista el endecasílabo y el ritmo clásico, pero a través de innovaciones sintácticas, metáforas audaces e imágenes novedosas. La destrucción o el amor (1935) es el primer hito en su poesía; una poesía totalmente desatada de las fórmulas métricas tradicionales, en donde la palabra más audaz del autor nos describe un mundo rico en imágenes por las cuales el yo aparece fundido con la naturaleza, diluido en ella. Destrucción y amor, como veremos, son sinónimos en el imaginario aleixandrino por significar el amor una pérdida de la noción de identidad, una destrucción del sujeto lírico que prorrumpe en la naturaleza caótica y en donde los sentimientos del autor y el devenir del mundo caminan en consonancia.

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