PARÁFRASIS: INVESTIGACIÓN DE LA ETIOLOGÍA EN LA FIEBRE PUERPERAL.

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Para eliminar este efecto se convenció al sacerdote de que usara otra ruta en su camino hacia la sala de la Primera División, además de que se le pidió que no usara su campana, de este modo, el sacerdote llegaba en silencio y sin ser visto. Sin embargo, las muertes no disminuyeron.

Se intentó una explicación más, al observarse que en la Primera División las pacientes reposaban de espaldas, y en la Segunda de lado, por lo que se estableció el uso de la postura lateral en la Primera, pero una vez más el número de muertes se mantuvo sin variación.

Finalmente, la suerte, que siempre acompaña a las mentes trabajadoras, dio la clave para resolver este problema médico. En los inicios del año de 1847, un compañero de Semmelweis, llamado Kolletschka, se cortó accidentalmente en un dedo con el bisturí de un estudiante. Poco tiempo después de que esto pasara, Kolletschka murió, presentando durante su agonía los mismos síntomas de la fiebre puerperal.

A partir de esto, Semmelweis supuso que la materia cadavérica; materia en descomposición o muerta que quedaba en instrumentos quirúrgicos (Yahoo! , 2016), introducida al organismo de su compañero por el bisturí del estudiante había sido el origen o causa de su padecimiento y muerte. Siguiendo este argumento, fue posible pensar que las pacientes parturientas que murieron de fiebre puerperal fueron víctimas de una contaminación sanguínea semejante.

Esta hipótesis se ve confirmada por el hecho de que el personal médico, incluyendo a los instructores y a los estudiantes, asistían a realizar el examen de las pacientes después de haber estado realizando disecciones; división en partes de una planta, un animal o un ser humano muertos para examinarlos y estudiar sus órganos (Wikipedia, 2016) en la sala de autopsias. Y de haberse lavado las manos de manera muy superficial, hacía que todos ellos portaran el material infeccioso.

Para poner a prueba esta hipótesis se estableció que si la materia cadavérica era la causante de la enfermedad, entonces la destrucción de los residuos de ella de las manos de los médicos o estudiantes debería impedir la aparición de la fiebre puerperal, por lo que se pidió al personal que se lavara perfectamente las manos, desinfectándoselas con una solución de cloruro de cal; compuesto químico, inorgánico, mineral utilizado como medicamento (Wikipedia, 2016), antes de realizar cualquier examen. Las muertes debidas a esta fiebre mostraron pronto un decaimiento y, para 1848, fue de sólo 1.27% en la Primera División y 1.33% en la Segunda.

Por último, otras experiencias clínicas apoyaron esta explicación, por ejemplo, las mujeres que daban a luz en la calle pocas veces eran impuestas a la examinación previa y, por tanto, los riesgos de que presentaran la enfermedad eran menores; asimismo, las parteras de la Segunda División no llevaban durante su entrenamiento prácticas de disección, lo cual explica por qué no portaban el material infeccioso. De esta manera, obviamente, las muertes debidas a la fiebre puerperal eran menos en la Segunda División.

Siguientes experiencias clínicas llevaron pronto a Semmelweis a ampliar su hipótesis. En una ocasión, por ejemplo, él y sus colaboradores, después de haberse desinfectado cuidadosamente las manos, examinaron primero a una parturienta afectada de cáncer cervical ulcerado; masa anormal de tejido maligna que se desarrolla en la porción fibromuscular inferior del útero que se proyecta dentro de la vagina (Wikipedia, 2016), siguieron luego a examinar a otras doce mujeres de la misma sala, después de un lavado de rutina, sin desinfectarse de nuevo. Once de las doce pacientes murieron de fiebre puerperal. Semmelweis concluyó que la fiebre puerperal podía ser ocasionada no sólo por materia cadavérica, sino también por materia pútrida; proceso mediante el cual se descomponen los cuerpos orgánicos proteico que ya no tienen vida, en condiciones aeróbicas, produciendo gases fétidos (Quees, 2016), provenientes de organismos vivos.