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Personaliad del delincuente reincidente

Enviado por   •  21 de Marzo de 2018  •  8.448 Palabras (34 Páginas)  •  323 Visitas

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La muerte uno de los padres es uno de los factores importantes que actúan en la dinámica de la partida.[3]

Otros son la separación de los padres, el abandono del hogar por parte de la madre, la presencia de los padrastros y madrastras, las exigencias de la madre sola hacia el niño que trabaja, cuando el niño trabaja y no puede responder a las exigencias de rendimiento que le exigen los padres, la falta de espacio y privacidad, sobre todo en la noche cuando los miembros de la familia se encuentran en una vivienda reducida y precaria.[4]

Los niños son expulsados generalmente durante la noche por los padrastros, expulsión que a veces se prolonga con el abandono del hogar. [5]

Los niños que abandonan el hogar tienen un rasgo común, proceden de familias pobres. En estas familias muchos niños trabajan, se desenvuelven en el sector informal de la economía, sobre todo en la calle, ya sea en compañía de un adulto o solos. Su contacto continuo con la calle, la ley del menos esfuerzo, su natural instinto de aventura, el flujo del medio circundante, su capacidad de imitación, la falta de control de los padres por sus nuevas condiciones laborales y la disminución de posibilidades de interacción en el seno de la familia, donde el mal ejemplo de los padres, su rechazo, abuso, abandono o negligencia y la carencia de un guía para ir conformando un ambiente que, reforzado por la inasistencia a la escuela, puede contribuir a que los niños se liguen más a la calle.[6]

En la calle aprenden a mentir sobre su pasado, a ocultar su procedencia, a usar apodos para guardar el anonimato, aprovechar los recursos de las instituciones y de aquellos que hacen voluntariado y se ocupan de ellos, sin comprometer su voluntad de movimiento de acción. En la calle los más pequeños suscitan compasión, pero mientras mayores sean los niños, infunden miedo y repulsión y el rechazo social también es mayor.[7]

NIÑOS EN LA CALLE

Son aquellos menores que realizan actividades de subempleo para contribuir al gasto familiar; aunque viven en sus casas, las abandonan por días, por tiempo completo o por medio tiempo para ganar dinero; no han roto los lazos familiares y manifiestan irregularidad en su asistencia a la escuela o han desertado de ella. Estos niños que trabajan en la calle son los más visibles, pero hay otros que no son tan visibles, como los que trabajan en el campo, en el servicio doméstico, en las fábricas y el comercio. Estos menores comparten con los anteriores algunos problemas, riesgos y necesidades.[8]

No es sencillo diferenciarlos, y es posible que tanto a unos como a otros se les conozca como “niños callejeros”. Son especialmente visibles en las ciudades, en las que utilizan los espacios públicos donde se centran las personas y las actividades como cruceros, plazas, mercados, estaciones del metro, centrales de autobuses, áreas turísticas, etc. Donde aparecen como parte del paisaje urbano desempeñando actividades como payasitos, vendedores de chicles, dulces, globos, flores, estampitas, frutas, pan, mapas de la ciudad, refrescos y cervezas; como boleros, traga fuegos, malabaristas, magos, limpia parabrisas, lavadores de autos y cuida carros.

Recolectando desechos como pedazos de fierro, botellas de vidrio, latas de aluminio, papel, cartón, o simplemente sin hacer nada y dedicándose a la vagancia, la mendicidad o desarrollando actividades antisociales como el robo, la prostitución, la drogadicción, el tráfico de drogas, etc. [9]

Variable Y2 ante los abusos y abandono de la sociedad, al realizar actividades.

Familia y delincuencia

Entre las características de la familia del delincuente podemos señalar la clasificación clásica de familias desintegradas e integradas.

Familia desintegrada por múltiples causas: muerte de uno de los padres, separaciones, abandono del hogar, encarcelamiento del padre, hogar nunca establecido, etc. El niño crece en un ambiente contradictorio que lo conduce a la marginación, a la desconfianza y a la violencia.

Familia integrada Están todos los miembros importantes del núcleo familiar pero el niño crece en un ambiente con carecías afectivas, la familia se siente indiferente ante el niño o por el contrario lo sobreprotege de tal manera que se produce una simbiosis en la que el niño es manipulado para ser el portador de agresiones y tenciones del intragrupo familiar. Teniendo consideración del delito podremos referirnos a diferentes tipos de familias.[10]

La terapia familiar impide la división de los miembros en fracciones combatientes y provee una defensa contra los efectos destructivos de la búsqueda de víctimas propiciatorias (o la inculpación de un solo individuo como es dable observar ante el delincuente). Disminuye la explotación del beneficio secundario de la enfermedad (en este caso el delito) y abre caminos para nuevos tipos de sentimientos, acciones y reacciones. Asimismo la terapia familia establece los principios de adaptación dinámica al cambio y restructura las relaciones familiares.[11]

El terapeuta debe tener presente la historia familiar, el desarrollo y las dificultades de cada familia pero especialmente que la familia, como cada individuo que la integra, está en una permanente evolución y desarrollo.[12]

La terapia familiar debe estar enfocada principalmente al tema de la violencia y como controlarla dentro del grupo familiar, vista como un elemento de autodestrucción, especialmente en los casos en que el delito se haya cometido en el grupo familiar.[13]

La miseria va más honda: anula la reflexión del que la padece. En su círculo solo hay un imperativo: alimentarse. Decía José Saramago que la pobreza reduce el lenguaje hasta limitarlo a lugares comunes, albures, interjecciones. Si olvida la palabra amor, llegara el día en que no se sabrá su significado.[14]

Juan Luis González Alcántara y Raúl Carranca y Rivas, reconocidos penalistas, afirman que el código Penal ya abarca espacios propios de las normas civiles. En estas no caben muchos de los delitos cometidos por los menores. Prematuramente avezados en el delito, matan con saña y acuchillan hasta adormecerse. Tanto a González A. como a Carranca y Rivas les resulta imposible olvidar a Edgar Jiménez Lugo, El Ponchis.

El menor fue detenido a los 14 años de edad, y al cumplir 18, podría recobrar la libertad en los términos vigentes. Creció en la calle desde una edad muy temprana. No tuvo otra orientación más que la proporcionada por amigos

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