RESUMEN CAPITULO LA FORMULA PREFERIDA DEL PROFESOR
Enviado por Rebecca • 28 de Noviembre de 2018 • 1.704 Palabras (7 Páginas) • 2.563 Visitas
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Poco tiempo después me avisaron de la agencia para que volviera a trabajar en la casa del profesor. El motivo no estaba claro: si era porque la viuda había cambiado de idea tras el intercambio de opiniones que mantuvimos, o simplemente porque la nueva asistenta no había podido acostumbrarse y tal vez la agencia no supo apañárselas de otra manera. Sea como fuera, aquello significó que el profesor cosechó la undécima estrella azul. Yo no tenía manera de saber si aquel absurdo malentendido que me concernía se había disipado o no. Por más vueltas que le daba, el motivo de queja de la viuda seguía siendo extraño. Era incomprensible que me hubiera despedido delatándome a la agencia y que hubiera mostrado una reacción tan exagerada con la visita de Root. A veces me preguntaba si lo del dinero no habría sido un simple pretexto, y que en realidad la viuda había tenido celos de mí. Tal vez ella, a su manera, sintiera gran cariño por el profesor, y precisamente por eso yo era un estorbo; y la razón por la que me había prohibido acceder a la casa principal fuera para poder guardar en secreto la relación con su cuñado sin que yo les molestara. El primer día de mi vuelta al trabajo fue el 7 de julio, día de la fiesta de Tanabata. En cualquier circunstancia, pasara lo que pasase, el profesor siempre procuraba proteger a Root. Por más que él mismo se viera en una situación delicada, siempre pensaba que Root necesitaba más ayuda y consideraba que tenía la obligación de dársela. Y sentía un gran placer en poder cumplir con su obligación. Los deseos del profesor no siempre se manifestaban a través de acciones, sino que muchas veces se expresaban también de una forma invisible. Root se percataba de todo ello, sin dejar escapar ningún detalle. Nunca recibía la afabilidad del profesor como si fuera algo normal o debido, pero tampoco la dejaba pasar inadvertidamente. Entendía perfectamente que lo que recibía del profesor era venerable y muy estimable. Me sorprendía que Root poseyera una capacidad como aquélla. Si en el plato del profesor había más cantidad que en el de Root, se le ensombrecía la cara y me regañaba. Tenía la convicción de que la mejor parte, ya fuera filete de pescado, bistec o sandía, debía ser para la persona más joven. El profesor, por otro lado, era asimismo un prodigio observando el cuerpo de Root. Le descubrió antes que yo una pestaña que le salía al revés y un bultito en la base de la oreja. Con sólo echarle una ojeada al niño, sin necesidad de examinarlo de arriba abajo ni tocarlo, en un instante detectaba todo con lo que se debía tener cuidado. De igual manera que los números primos son primordiales para formar todos los números naturales, él pensaba que los niños eran los átomos necesarios e imprescindibles para nosotros, los adultos. Creía que su existencia, aquí y ahora, se debía también a los niños. De vez en cuando, saco la nota y la contemplo; en las noches en que no puedo dormir, cuando me quedo sola al caer la tarde, cuando se me saltan las lágrimas recordando a las personas a las que echo de menos. Inclino la cabeza ante la grandeza de la línea que hay escrita ante mí.
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