Relaciones Internacionales Disparo a la verdad

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Antes de ser presidente, Díaz Ordaz, ya tenía bien implantadas las ideas de gobernar, su arduo entrenamiento tenía que rendir frutos para poder gobernar con mano firme el país cuando llegara la hora. Sabía muy bien que aquello que estuviera fuera de la ley tenía que ser eliminado; no debía existir nada que se opusiera o intentará pasar por encima de ella. Su trabajo consistía en hacer a los ricos aún más ricos, y escuchar, prometer y olvidar las quejas de los necesitados que acudían a él.

Había sido testigo de cómo se hacía la paz rápida y eficiente: fue en un cañaveral en donde los campesinos protestaban y exigían el reparto equitativo de las tierras, la respuesta fue una horda de balazos que atravesaron sus cuerpos, los cuales, junto con sus peticiones, quedaron enterrados en lo profundo de la tierra por la que luchaban. La paz vuelve a surgir.

Para hacer inexistentes los asesinatos que se cometían en nombre de la paz y el orden, Gustavo “…ponía una firma y un sello en un papel que eliminaba para siempre todo, a todos, transfigurando lo existente en inexistente, lo real en ficción, la masacre en algo que jamás sucedió.” (Mejía, 2004: 95).

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El Dedazo

“En el sistema, la sucesión lo es todo, renovar sin cambia, sustituir sin transformar, continuar sin estancarse” (Semo, 1989: 31) La elección se da antes de la votación, el voto sólo es el instrumento que utiliza el gobierno para denominarse como “democrático”. La campaña de los políticos tiene el objetivo de ir preparando a la gente a lo que serán seis largos años de mandato.

Los ideales de la Revolución Mexicana de tener un sistema democrático rápidamente fueron borrados, el movimiento no generó un cambio total, fue una fase que no se completó. El poder estaba en manos de un solo partido, la sucesión y el futuro de México, se basaba en la absoluta e inapelable decisión de una sola persona: el actual presidente.

El método que utiliza el gobierno, el Dedazo, consistía en arrancar la democracia del país; el presidente de la República es el único que tiene el poder de elegir a su sucesor, decisión tomaba con base en sus intereses, intereses que podía o no explicar. Algunos dejan la decisión a la suerte: “yo creo que éste será el bueno”, piensan; Otros los eligen cuidadosamente con el objetivo de asegurarse de que este nuevo personaje electo esté dispuesto a seguir sus estrategias y, de esta manera, se siga el camino ya trazado.

La votación sólo existe para cumplir con dos objetivos: 1) Ponerle la máscara de la democracia a México, dándole el adjetivo “democrático” al sistema. Hacer al pueblo que vote para hacer valer su más grande poder: la soberanía. Fingir que la sociedad elige a sus gobernantes y, así, crear una falsa democracia. 2) Jugar a la lotería. Los resultados de la votación sí tienen un impacto: el presidente que eligió previamente al sucesor espera, y tiene la fe, de que aquel que haya ganado la mayoría de votos concuerda con su candidato electo. Los gobernantes apostaban por el candidato que ellos calificaran como el más apto: analizaban sus discursos, sus gestos, deducían sus intenciones, tomaban en cuenta cada detalle que les proporcionara bases para elegir a aquel que fuera apto para reproducir sus intereses: mantener al pueblo en silencio, tener mano dura ante los actos fuera de la ley, seguir enriqueciendo a los que poseían y empobreciendo a los desposeídos.

La práctica de este mecanismo de elección gira en torno del interés individual, tiene el objetivo de asegurar, garantizar y continuar las estrategias del partido hegemónico. Sus inicios nos remontan a la Revolución, a partir de esta etapa, las elecciones presidenciales tuvieron un cambio radical. Los gobernantes hacían uso absoluto de su poder para elegir a su conveniencia a su sucesor: Cárdenas eligió a Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés designo a Adolfo Ruíz Cortines; fue una cadena de intereses que se reprodujo cada sexenio.

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http://www1.rfi.fr/actues/articles/106/article_9487.asp

http://www.laotrarevista.com/2011/01/fabrizio-mejia-salidas-de-emergencia/