Reseña - El Proyecto Nacional y la Franja amarilla - Ospina William.
Enviado por Stella • 24 de Febrero de 2018 • 2.067 Palabras (9 Páginas) • 740 Visitas
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La revolución Cubana traería un nuevo mal a Latinoamérica, la “seguridad interna” instigada por EE.UU sugería que el continente no estaba maduro para la democracia y las dictaduras militares antipopulares se tomaban a los países, puso pues el poder bipartidista al Gral. Gustavo Rojas Pinilla, con tal suerte que su camino se desvió y curiosas obras sociales benéficas salieron de manos del dictador, la respuesta del Frente Nacional no fue otra que otorgar parte de las riquezas e inmensos presupuestos y grandes fortunas a los jefes militares para poderlos controlar. Fue inevitable que una parte del pueblo sin oposición legal y política, hijos del resentimiento y de la miseria, se revelara y encontrara en las armas la “respuesta” a la injuria de estos actos y nacían así las guerrillas en Colombia.
“Si el Estado no le brinda garantías al ciudadano, ¿cómo puede reprocharle que recurra a métodos irregulares para garantizar la subsistencia?”
Hace pues el autor una pausa en la historia y da el recuento de los tres males que heredo Colombia del fracasado Frente Nacional: “la prohibición de una oposición legal, la falta de democracia económica, la falta de un verdadero compromiso con las clases más pobres”. Propone soluciones a cada uno de ellos: oposición legal verdadera, acceso a la iniciativa económica, una política encaminada a la capitalización de los pobres, condiciones de dignidad y niveles decorosos de vida, una relación viva con el lenguaje y la cultura.
“El caso de la sociedad colombiana en los últimos 50 años es el caso de un Estado criminal que criminalizó al país.” La respuesta armada y criminal no es más que una consecuencia de ricos amasando riquezas, poder y territorio.
Tras el recuento de la historia busca el autor a través de “estas páginas pensar en el porvenir y atrever reflexiones sobre la Nueva República”. Son importantes para ello los movimientos sindicales, las marchas campesinas, las movilizaciones estudiantiles y se reprocha la opresión a la resistencia y la indignación popular por estas manifestaciones libres que sin duda han conseguido grandes frutos, a pesar de las desapariciones silenciosas y ejecuciones anónimas de manos oscuras, “Los dueños del poder en Colombia parecen dispuestos a sacrificar lo que sea con tal de conservar sus privilegios”
“Ningún país podrá construir jamás un orden social justo y equilibrado si no es capaz de reconocerse a sí mismo y de diseñar su proyecto económico, político y cultural a partir de esa conciencia de sus posibilidades y sus limitaciones”, Ospina argumenta que: el modelo excluyente de Colombia ha fracasado rotundamente. Tres millones de personas viven entre muros imitando opulencias que otros países tienen a puertas abiertas, dos millones se develan luchando por acceder a ese círculo exquisito, mientras 30 millones más solo observan. Es necesario reconocer que esto es Colombia, no se puede negar el mal para poder curarlo, la causa de los males que azotan la nación no se pueden confundir con el ambiente que los creo, no se puede curar el mal sin encontrar su origen o volverá a resurgir, “este egoísmo enfermizo y fascista, (…) está afilando un cuchillo destinado a su propio cuello”.
Sugiere el autor que es necesario que el ciudadano intente también arreglar lo que la elite ocasiono, levantarse a las urnas y luchar por el ideal nacionalista que se necesita, organizarse aparte del estado y luchar por el ideal nacionalista que se necesita o internarse en la naturaleza salvaje y renunciar al estado nacionalista que se necesita. Pero el pueblo colombiano no reacciona, quizás por la naturaleza excluyente o por el modelo extranjero impuesto que obliga a creer que todo estará bien, porque de donde se importó (Francia) todo está bien.
Se requiere un nuevo Proyecto verdaderamente incluyente de un todo y quizás este ya se allá empezado a escribir sin saberlo en los errores del pasado que son los aciertos del futuro. Ese otro país indignado, responsable y soñador; que está forjando el país que Colombia merece: la Nueva República, unida en su complejidad étnica y cultural, y a la vez respetuosa de sus diferencias, de industrias y cooperativas regionales; de empresas solidarias; de movimientos ecológicos; de medios alternativos; de eventos literarios, artísticos y musicales; de una nueva generación de periodistas responsables y valerosos; en el trabajo de grupos y personas comprometidos con el país, de la solidaridad de millones de seres humanos, con economía cuya primera prioridad sea la gente colombiana.
Se forja en su mente el autor el sueño del país ideal, como lo hiciere en su momento Martin Luther King, y aclara literalmente, “ahora que el rojo (Liberal) y el azul (conservador) han dejado de ser un camino. ¿Dónde está la franja amarilla?”.
"Aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla" (Napoleón Bonaparte), esta frase ya conocida entre los colombianos y famosa por ser la excusa de producciones de la televisión Nacional, cuyo contenido no ha creado más que una imagen equivocada en las futuras generaciones, es quizás el argumento perfecto para leer esta obra, se ha preocupado, William Ospina, por contarla desde un punto objetivo, pero vista desde abajo, desde el pueblo, desde las bases que sostienen o intentan sostener al país, y la respuesta a la pregunta inicial (“¿Por qué se ve a Colombia tan acorralada por la crisis social?”) se extiende a través de las letras apasionadas, críticas y crudas que se perciben en el texto, muestra esa realidad que nadie quiere aceptar, un país manejado por grupos de familias poderosas con el único objetivo de enriquecerse. Es necesario volverla parte de la biblioteca personal ya que permite crear un proyecto de vida personal, familiar y social hacia el cual apuntar desde los estudios básicos hasta los especializados y se convierte en un aliado de líderes social y políticos para crear y ser parte de la solución a la nación que todos quisieran tener, orgullosa y resplandeciente.
Ante la actualidad que se vive en torno al proceso de paz y un futuro pos conflicto, “La franja amarilla” juega un papel importante como consejera de lo que no debe ser la futura Colombia.
Bastaría poner a un anciano en una mecedora a leerla y sentiría el lector que su abuelo le da una lección de esas que tiene que atesorar y nunca dejar ir, de esas que no solo cambian a la persona, sino a la historia misma.
Luis Carlos Cerón Prado
Popayán – Cauca – Colombia
2016
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