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Transculturación narrativa en: “DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS” La muerte y el sueño como elementos que escapan de la contingencia

Enviado por   •  25 de Abril de 2018  •  3.278 Palabras (14 Páginas)  •  613 Visitas

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Bien puede tener mucho de ello esta bella obra de nuestro nobel, sin embargo, nuestra búsqueda se centrará en descifrar la presencia de la transculturación en la trama de la novela y principalmente en su protagonista Sierva María de todos los Ángeles que en su experiencia humana encarna toda la complejidad cultural del sujeto latinoamericano.

En una primera instancia, a nivel literal, es evidente que los contextos espaciales de la obra están delimitados por la presencia de los esclavos y la cultura negra. De padre español, madre criolla y educación negra, Sierva encarna totalmente la hibridación cultural. Sus costumbres y sus hábitos son los de los esclavos y los indios, su cumpleaños se celebra con ellos, de ella dicen que “Lo único que tiene de blanco es el color” (García Márquez, 1994: 20), su verdadero nombre de negra es María Mandinga, su cotidianidad y su afectos se encuentran en ese mundo lleno también de costumbres indígenas, recuérdese que Sierva María dormía en la hamaca del palmiche hecha por los indios y heredada de Dominga de Adviento, mujer negra encargada de la casa y de su crianza, personaje importante que servirá de puente entre los dos mundos (criollos y negros).

De otro lado, la infección de la rabia, tema importante que desencadena la trama de la novela está relacionada también con el arribo de un barco de esclavos negros infectados y después de la mordedura de perro que recibe Sierva, se trae a colación el pensamiento cultural sobre la enfermedad: “ ni blancos, ni negros, ni indios pensaban mucho en ella, ni en ninguna enfermedad de incubación lenta, mientras no se revelaban los primeros síntomas” (1994:21) dando cuenta esta expresión de la existencia de una sociedad cuyas tradiciones provienen por lo menos de estos tres grupos raciales que sincretizan sus pensamientos en este caso sobre la enfermedad, pero también sobre la adivinación, el sueño y la muerte como veremos más adelante.

Ahora, existen otros personajes que confirman esa transculturación a nivel literal en el texto: Sagunta, una india andariega que tenía fama de remienda-virgos y abortera quien puso al tanto al marqués de la posible enfermedad de su hija y Abreanuncio, un médico (judío-portugués) también con reputación de brujo, conocedor del uso indígena de las plantas quien es el primero en examinar a la niña y advertir la agonía de la madre, y más adelante cobrará importancia cuando con colirio cure el ojo eclipsado de Cayetano Delaura y se convertirá en su amigo y confesor.

Se hace otra una alusión textual a la cultura indígena cuando se cuentan los vicios y consumos de Bernarda la madre de Sierva, que encarna toda una historia de mestizaje y una cadena de hábitos excesivos en cuanto a la sexualidad y el consumo de sustancias psicoactivas. Consumía miel fermentada como los esclavos del trapiche, consumía tabletas de cacao de Oaxaca y masticaba tabaco y hojas de coca revueltas con ceniza de yarumo como los indios de la Sierra Nevada.

Ahora, estas son apenas unas primeras marcas textuales que confirman una presencia isotópica de la cosmovisión de las culturas negras e indígenas que constituyen el mundo transculturado. Sin embrago, no nos interesa sólo citar el registro textual de estas huellas, sino, entender y descifrar su presencia dentro de la semanticidad del texto. Rastrear los materiales de la cultura regional que hacen posible la transculturación no sólo de forma literal, sino en la construcción de sentidos. Ángel Rama apunta lo siguiente sobre el material que sirvió para el enfoque narrativo que García Márquez dio a su obra:

Cuando interrogado acerca de las soluciones técnicas que animan su máxima creación, dice que fue la percepción del narrar fluido y natural con que una mujer de pueblo desenvolvía los temas fantásticos, incorporándolos a su realidad, lo que sirvió para establecer el enfoque narrativo por él utilizado, no hace sino certificar ese rasgo que algunos críticos le reprocharon como arcaísmo y que consiste en el aprovechamiento de las originalidades de una cultura regional. (Rama, 1982: 193).

Nos interesa entonces saber cuáles son esas originalidades de la cultura regional que están presentes en la obra. Para ello rastrearé uno de los elementos que Juan Moreno Blanco (2009) propone para abordar el sentido transculturador en la obra de García Márquez, que según sus estudios pertenecen no al imaginario del criollo sino del mundo indígena guajiro, con el que el autor tuvo contacto desde temprana edad, miremos esta cita que Moreno (2002) hace de Gabo, para aclarar sus vínculos con el mundo guajiro:

[…] la casa de Aracataca estaba llena de guajiros —de indios guajiros, no de habitantes del departamento de La Guajira—. Eran gente distinta, que aportaba un pensamiento y una cultura a esa casa que era de españoles, y que los mayores no apreciaban ni creían. Pero yo vivía más a nivel de los indios, y ellos me contaban historias y me metían supersticiones, ideas que yo notaba que no tenía la abuela —porque ella tenía otras, pero eran completamente católicas, más ligadas a ese culto católico de la muerte, porque es una religión que está hecha para no ser feliz sino en la muerte, y no hay que preocuparse de cuando se arregla esto— (García Márquez, 1994, 36).

El primer elemento que procede de ese aprendizaje guajiro, es la experiencia de sueño. Desde la cosmovisión guajira la realidad onírica entra a la vida y toma parte en su devenir, a veces conduciendo a la muerte. En la entrevista que Juan Moreno le hace a Michel Perrin, éste dice de los Wayúu, “que una de una de las cosas más características es probablemente, la manera de personificar el sueño. El sueño es un personaje, un dios. No hay muchas sociedades en las que sea lo mismo; Los wayuu hacen un uso particularmente intenso del sueño” (Perrin, 1994:23)

Y en los estudios que el mismo Perrin titula “Los practicantes de Sueño” sobre el chamanismo Wayúu, plantea que “Sueños y muerte son hermanos. Dormir y soñar se vinculan a la muerte”. En los relatos wayúu existe una constante de sueños que dan dirección a la vida, o predestinan la muerte, nunca ésta como fin o término, sino como transformación. Así a través del sueño una persona puede predecir y entender alguna muerte, o también propiciarla y atraerla.

Este aspecto es crucial en la trama de la novela que estamos tratando, pues es a través de un sueño que Delaura siente a Sierva María y decide tomar su caso. Parece que como los guajiros Sierva María tiene el poder de soñar a voluntad. En su sueño la chica aparece en una tarde nevada de Europa comiendo un racimo de uvas que se renueva a medida que se arrancan, cada uva es

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