UN ACERCAMIENTO A LOS TEXTOS LITERARIOS
Enviado por karlo • 26 de Marzo de 2018 • 23.012 Palabras (93 Páginas) • 1.011 Visitas
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de mundo:
Campo
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
Antonio Machado (España, 1875 – 1939)
El poema está construido mediante un lenguaje metafórico: la tarde está muriendo es una metáfora del atardecer y las brasas son los reflejos rojos de la última luz solar en el cielo. Están personificados los elementos de la naturaleza y hay numerosas imágenes sensoriales cromáticas y auditivas. En la expresión los álamos de oro, el significado de la palabra oro no es el que esta tiene en el diccionario de la lengua sino el resultado de la combinación de una imagen cromática y una metáfora. Pero, el texto completo propone una idea de mundo que no se contradice con la del lector: los colores, los sonidos, las sensaciones anímicas frente al atardecer son fácilmente reconocibles, así como la esperanza de un posible amor lejano asociada al color dorado. Se trata de un efecto estético de identificación, de invitación a la recuperación de recuerdos conocidos o vividos.
En cambio, el siguiente poema busca crear una primera impresión de perplejidad en el lector, que lo ponga en alerta:
Confianza en el anteojo, no en el ojo…
Confianza en el anteojo, no en el ojo;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, no en el ave
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
Confianza en la maldad, no en el malvado;
en el vaso, mas nunca en el licor;
en el cadáver, no en el hombre
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
Confianza en muchos, pero ya no en uno;
en el cauce, jamás en la corriente;
en los calzones, no en las piernas
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
Confianza en la ventana, no en la puerta;
en la madre, mas no en los nueve meses;
en el destino, no en el dado de oro,
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
César Vallejo (Perú, 1892 - 1938)
El poema altera los valores instalados como naturales en la sociedad, se opone a ellos y los cuestiona. Eso provoca un primer momento de desconcierto en el lector, que deberá apropiarse de esta nueva manera de ver el mundo que propone el texto y entender por qué es posible, por ejemplo, que en el primer verso se afirme mayor confianza en el anteojo –objeto agregado a lo natural, no permanente, no propio de la persona- que en el ojo, que es el órgano natural de la visión, que nos acompaña desde que nacimos.
La comunicación estética reúne, entonces, el conocimiento y lo afectivo; la razón y el placer. Leer implica preguntarse cuánto se parece el mundo construido al mundo real y cuánto se aleja de él; es reconocer que el texto es producto de una técnica cuya materia prima es el lenguaje y ser capaz de reconocer dicha técnica y darle sentido. A la vez, supone también otro tipo de placer que radica no tanto en la reflexión y el distanciamiento del texto para observarlo como objeto de comprensión sino en la identificación y la liberación de las propias pasiones en el marco de la ficción literaria: llorar o reírse con los personajes; sentir lo mismo que el yo lírico de un poema. Al transferir a la esfera de las propias conciencia y experiencia las vivencias de la obra de ficción, el lector puede ampliar el espectro de sus posibilidades afectivas, ideológicas, valorativas. En esto radica el efecto estético.
Sobre la base de los modelos de mundo elaborados por las lenguas naturales, en cada cultura o época se elaboran modelos artísticos del mundo que conviven con los no artísticos. El artista propone un modelo particular y subjetivo que funda en un código lingüístico y en un código artístico determinado en los cuales proyecta su conciencia.
2.
El texto literario puede producir un efecto estético porque posee determinada organización interna.
Para que un texto pueda cumplir una función estética debe tener una estructura determinada que la sociedad identifique como efectivamente como estética. La estructura del texto y el modo en que fue escrito transportan una idea. Por lo tanto, el reconocimiento de la estructura y de los recursos de escritura es indispensable para poder interpretar el sentido. La comprensión de un texto y su efecto estético son el resultado de una unión entre forma (¿cómo está dicho, cómo está armado, qué recursos de la lengua se han usado?) y contenido (¿qué se dice?) pues todos los elementos –rítmicos, sintácticos, retóricos, estructurales- portan un sentido, contribuyen a dar significación.
En el poema “Campo”, el efecto estético se logra por la elección de una métrica y una rima, el empleo de cierto vocabulario metafórico, la apelación al destinatario mediante la pregunta “¿Lloras?” y una inmediata respuesta que une la esperanza a un color y al paisaje natural. Si en lugar de ese poema dijésemos el siguiente enunciado: “al atardecer, el cielo se pone rojo y la naturaleza da sensación de tristeza”, no conseguiríamos el efecto estético que sí obtiene el poema con la elección de cada uno de sus componentes.
Todo recurso formal transmite información. Si repitiésemos una poesía en términos del habla habitual destruiríamos su estructura y con ello todo lo que es capaz de transmitir; si incluyéramos,
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