Un golpe de suerte.

...

surgió el primer beso de ambos. Paola sintió alegría, se sentía bien, cómoda, a gusto... Sentía como mariposas en el estómago. Al cabo de media hora llegó su padre, ellos estaban abrazados en la cama. Paola se puso nerviosa al oír sus llaves, y le dijo a Alberto que se escondiera detrás de la cortina.

Su padre vio la cazadora de Alberto en la mesa del salón. Subió las escaleras y se dirigió a la habitación de Paola, ella actuando como si no pasara nada, le dio la bienvenida a su padre. Él preguntó por la cazadora del salón, pero no le hizo falta respuesta porque vio unos pies detrás de la cortina y la descorrió rápidamente. Todos se quedaron paralizados, sin saber como actuar, acto seguido, Paola se dispuso a inventarse alguna explicación. Su padre, enfadado, echó de casa a Alberto, y este un poco asustado obedeció, marchándose sin rechistar.

Al día siguiente, Alberto y Paola quedaron para hablar sobre lo ocurrido, y decidieron mantener en secreto su nueva relación más que amistosa. La relación iba viento en popa, seguían quedando cuando podían, conociéndose, haciéndose regalos, compartiendo momentos...

Al cabo de unos meses, Paola empezaba a darse cuenta de que Alberto le exigía como vestirse, comportarse, peinarse...Constantemente mantenían discusiones siempre por la misma razón, motivo por el cual ella descubrió que él no era el mismo que aparentaba ser al conocerse, y le hizo dudar sobre su relación.

Paola lo comentaba con sus amigas para que la aconsejaran y que le dieran sus opiniones. Ellas le decían que esa relación no iba a ningún lado, porque si de verdad la quisiera la aceptaría tal y como es. Además Paola se sentía cada vez más utilizada por Alberto.

Cada tarde Paola se ponía a pensar sobre el mismo tema, pero estaba muy indecisa. Sus padres le preguntaban que le pasaba y ella no les decía nada.Intentaba hablarlo con Alberto, pero era ya tanto tiempo juntos que tenía miedo de que la relación con él terminase. Esta llegó a su fin pocos meses después. Ambos lo pasaron mal pero era lo mejor para los dos, y sus amigas la apoyaron.

Tras una nueva experiencia, la vida volvía a sonreírle. La relación con su hermano, su comportamiento respecto a los estudios, su actitud con la familia... Cambió para bién.

Alfredo, que ya tenía siete años, le pedía a su hermana que le ayudara con los deberes, ya que ella se había centrado de nuevo en ellos.

Cuando Paola entró en la facultad de física, en Madrid, sus padres le regalaron un coche para poder hacer sus viajes, así que se tuvo que sacar el carnet. Allí compartía piso con un chico de Galicia, al cual empezó a cogerle cariño. Ambos se enamoraron de nuevo, ya que los dos habían salido de una relación sin futuro. Además se aceptaban tal y como eran.

Al terminar la carrera decidieron ir a vivir juntos, y empezar su nuevo trabajo cerca de donde vivían. Su deseo era viajar y conocer Mundo. ¡Conocerse fue la suerte de